Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Salma, Lucía, papel y lápiz

Imágenes y videos: Francisco Villafáñez-La Nueva.

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

 

  Salma callaba.

  Se refugiaba en su soledad. Sentía miedo.

  No sabía cómo expresar sus sentimientos.

  Hasta que le dieron una hoja, acuarelas y lápices.

 

  Lucía sentía presión. Demasiadas exigencias.

  Quería escapar de la realidad.

  Necesitaba contar, pero perdía con su vergüenza.

  Cuando le leyeron por primera vez, se le abrió un mundo.

  Cuando le pidieron que escribiera, inventó el propio.

 

   Salma Marcial tiene 17 años y empezó dibujo a los 6. Fue solamente un año. Se cansó de copiar los dibujos de otros. Quería crear.

  A los 11 se enamoró de la animación japonesa, el anime, y se dijo “eh, yo también quiero hacer eso”. Viendo tutoriales, se animó a dibujar con la computadora. Una computadora muy especial.

  —Mi mamá siempre me quiso dar cosas… Somos de clase media-baja. Ella es discapacitada y tiene la costura. Como veía que el dibujo me apasionaba tanto trabajó más horas para comprarme la computadora —recuerda.

  A los 13 descubrió su gusto por la pintura. Se inclinó por el realismo, una tendencia artística que consiste en representar fielmente la realidad y crear cierta tensión emocional sin llevar a cabo ninguna idealización.

  Nunca dejó de dibujar. Lo hace de forma digital y tradicional. Y sorprende a muchos.

  Su pasión creció en su escuela, la Secundaria Nº 3 del barrio Pacífico, donde cursa sexto Sociales y tiene Arte como asignatura.

  Hace un tiempo la profesora les pidió a sus alumnos que hagan una pirámide. Lo primero que se le vino a la cabeza a Salma fue un triángulo. Demasiado simple, pensó.

 —No me gustaba la idea de hacer un triángulo así nomás, algo geométrico. Decidí hacer una representación de la violencia que siente esta mujer en particular —dice señalando el dibujo — Esto es totalmente sangre y muestra hasta dónde puede llegar el límite de esa chica.

  Su nota fue un diez.

  Los dibujos siempre le permitieron expresar sus sentimientos.

  —Hacía desde abstracto hasta cosas simples como una persona golpeada si me sentía mal; o un árbol con vida, con colores fuertes, para expresar la felicidad que tenía en ese momento.

  Ahora ya no siente la necesidad de decir a través del papel. Dibuja por placer y regala sus creaciones para demostrarle a su entorno lo importante que es.

  —Una amiga guarda una carpeta con 156 dibujos míos [...] Son parte de mi alma, de mi ser, de mis sentimientos. Ella lo sabe y lo atesora, es algo que me encanta.

  Salma no es de compartir su arte en las redes sociales. Prefiere mostrarla a su círculo más íntimo.

  Muchas de sus salidas se transforman en reuniones con sus amigos alrededor de sus dibujos. A ellos les encanta ver el proceso. Algunos crean con ella.

  —Dibujar es muy liberador, es como una terapia para uno mismo. Te enriquecés de pensamientos porque empezás a ver cosas de otros artistas, empezás a leer. Te abre a conocerte a vos mismo.

    A Salma le quedan unos meses para terminar la escuela. El dibujo puede ser su profesión o su hobbie.

   —¿Dejarlo? Imposible.

  Lucía La Fico Guzzo tiene 16 años y una biblioteca con 170 libros. Le encanta leer, escribir y dibujar. Por eso, sus mejores regalos siempre salieron de alguna librería.

   En la Escuela Secundaria Nº 3, donde asiste a 5º año y van en total 1.209 alumnos, descubrió su amor por las letras.

   Cuando tenía 8 años su maestra de tercero, María del Carmen, pidió que continuaran una historia con final abierto. Lucía escribió 3 páginas, recibió un “muy bien” y no paró.

  Escribe de todo. Desde cuentos cortos de terror hasta historias de 200 páginas. Y también hace poesías: tiene más de 50 y las comparte en Esas poesías escondidas, su cuenta en la aplicación Wattpad. 

  Leer mucho la ayuda a mejorar en su escritura. Cuando era chiquita le leían su tío Sebastián y su mamá Gisela. En su adolescencia empezó a elegir y se apasionó con la saga de Harry Potter, de J. K. Rowling.

  Stephen King y Agatha Christie son otros de sus autores favoritos. Se inspira cuando los lee. Muchas veces agarra una situación del libro y crea una historia a partir de ella. Escribiendo es como mejor se siente.

—Soy muy mala hablando con personas que recién conozco. Me da mucha vergüenza. O hablar en público o frente a una cámara, como que me trabo. Pero si tengo que escribir no tengo problema, es mucho más cómodo para mí.

  Muchas veces compara lo de ahora con lo que hacía cuando tenía 8. No se critica. Busca cómo mejorar.

—¿Qué cosas te sorprenden de lo que escribís hoy?

—Me sorprende que tengo historias que son muy crudas. Afronto la realidad a veces de una forma pesimista o a veces optimista. Tengo todos los puntos de visión de un mismo lugar. Me gusta mucho eso.

  La mayoría de sus historias son ficticias. Pero a veces se atreve a mechar alguna vivencia. Aunque no lo aclara. No quiere que se sepa.

  Lucía es muy íntima. No le gusta mucho salir a bailar ni pasear. Entiende que no hay mejor plan que su casa y un buen libro. Su familia lo sabe muy bien: en las Fiestas o en el día de su cumpleaños le dan plata para que vaya a la librería.

  En los libros encuentra un escape de la realidad, la paz que muchas veces necesita.

  —Cuando estoy tensa por la escuela porque hay muchas pruebas o cuando tengo que exponer cosas orales que me da mucha vergüenza, me pongo a leer un rato y me relajo más.

  Muchos de sus escritos llevan sus propias ilustraciones. Otros no tienen: le gusta dejar volar la imaginación del lector.

  —¿Te comentan lo que escribís?

  —En Wattpad sí. Tengo unos 30/40 seguidores y algunos me comentan cuando les gusta tal historia. La mayoría es gente que no conozco. Cuando dejo una historia abierta o una poesía a la mitad algunos se animan a seguirla. Es muy bonito leer eso.

  Lucía no tiene una rutina para escribir. Lo hace cuando siente que tiene la lamparita prendida. Si no está motivada, lo deja para otro día. Dice que si se fuerza, se pierde la historia.

  —¿Preferís escribir a mano o en computadora?

  —Tengo muchas historias escritas en papelitos. Creo que una vez escribí una historia en una servilleta. Me encanta mucho escribir a mano.

  Lucía no se imagina siendo una escritora conocida. Le gustaría seguir una carrera que no esté relacionada a las letras, aunque todavía no encontró qué. De todas formas se emociona al pensar su nombre en la tapa de un libro.

  —Si alguna de mis historias se llega a publicar estaría re emocionada, re contenta.