Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Los autos de la calle

Hace algunos días comentamos en esta columna la complejidad que significa para la ciudad la existencia de los perros de la calle, animales que deambulan sin rumbo, sin que nadie sepa con exactitud cuantos son y, mucho menos, como manejarse con ellos.
Ahora se ha sumado a esta escena un protagonista inesperado: los autos de la calle. Se trata de vehículos que, por diversas causas y circunstancias, se encuentran abandonados en las calles de la ciudad, quietos, abiertos, sin otro futuro que el de seguir ocupando un espacio público por tiempo indefinido.
Son coches rotos, cuyos propietarios ya no consideran viable repararlos, sea por su elevado costo, por no justificarse para el estado en que se encuentran. Tampoco se pueden vender: en general no disponen de papeles ni están cerca de tener un valor de mercado. No sirven ni para basura.
Ahora, este tipo de situaciones está considerado en las normativas vigentes. Un vehículo que pasa más de cinco días en la calle puede ser considerado como “abandonado” y, en esas circunstancias, ser retirado por la grúa municipal y depositado en algún ámbito municipal.
Sobre todo porque en su estado se convierte en un estorbo para los vecinos, un peligro para quienes transitan, un foco de contaminación, un depósito de basuras, un refugio para algunos, un sitio de constante depredación, un foco contaminante.
Por eso, en otros tiempos, la municipalidad se encargaba de retirarlos, a partir de su detección, del aviso de algún vecinos. Pero, para eso se debe disponer de un lugar donde ubicarlos, donde tenerlos, en la mayoría de los casos, por tiempo indefinido. Eso hoy no ocurre.
La municipalidad tiene colapsados sus sitios destinados al acopio de vehículos. No solo los abandonados, sino los miles secuestrados por la guardia municipal por infracciones de tránsito, un gran porcentaje de los cuales nunca son retirados o reclamados. Ante esta circunstancia es que ya no se retiran más estos coches abandonados.
Lo cierto es que la comuna lleva décadas sin poder resolver el tema de los autos secuestrados. No los puede vender. No los puede usar. No los puede compactar. No encuentra el camino a pesar de existir leyes provinciales que ofrecen alternativas al tema. 
Acaso sea momento de volver sobre la cuestión. Y darle un final.