Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Los billetes que ya no están

La inflación es un mal endémico de la Argentina. 
Desde la década del 40 ha sido elevada, siempre presente y amenazante. 
Es un componente desestabilizador, persistente en sus efectos negativos y una constante amenaza para el mercado económico.
Pero además es un componente del mercado que, a esta altura es evidente, nadie parece poder manejar ni controlar. Que da por tierra con todos los diagnósticos y lecturas y a los supuestos entendidos en estas lides, los economistas, a los que permanentemente tiene en jaque.
Una de las consecuencias de la inflación, que puede resultar anecdótica pero que es contundente en cuanto a sus efectos, es la pérdida de valor de la moneda, la desaparición de los ceros y la entrada en completa falta de valor de los billetes.
La salida de circulación de los billetes de dos pesos, los primeros con esa valoración en imprimirse en el país, más allá de su mal estado luego de casi 30 años de circulación, es una muestra de cómo estos dejan de ser útiles.
La historia de los billetes perdidos no es nueva. En los últimos cuarenta años, el peso argentino ha resignado nada menos que 13 (trece) ceros. 
Quien tenía en 1978, año del mundial argentino, un millón de millones de pesos, hoy lo reemplaza con una simple, ordinaria y liviana moneda de un peso.
En cada oportunidad en que el Banco Central debe comenzar a imprimir nuevos billetes de más alta denominación, está reconociendo que la rueda de la inflación avanza sin respetar gobiernos, políticas ni propuestas. 
Ya circulan billetes de 200, de 500 y de 1.000 pesos, cuando no hace demasiado muchos comercios no aceptaban billetes de 100.
“¿La situación puede ir peor?”, podrá preguntar algún distraído. Claro que sí. La Argentina llegó a contar, a mediados de los años 80, con un billete de un millón de pesos. 
Si se quiere un consuelo, puede pensarse que hubo países como Zimbabue que tuvieron un billete de 100 mil millones y que en la década del 40 los húngaros tenían un papel de 100 trillones de pengos (el 1 más 19 ceros). 
Mal de muchos consuelo de tontos, se suele decir. La frase viene a cuento en un país donde, hace demasiado poco, estaban de moda los locales que ofrecían “todo por dos pesos”.