Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Rescatar al que rescata

   ¿Ingratitud? ¿Indiferencia? ¿Aplausos y homenajes esporádicos mientras dura la noticia?

   ¿Quién de pequeño no soñó con ser bombero?

   El calor abraza y la postal se repite año tras año, verano tras verano; también se repite un reconocimiento insignificante para quienes con su propio cuerpo enfrentan el desastre.

   Si bien la solidaridad de vecinos no se hace esperar, poco se piensa en ellos, o lo que es peor, no están en el sitial de privilegio que merecerían. Así, la complejidad de su tarea se olvida al poco tiempo, se extingue al igual que el fuego.

   ¿Somos conscientes de lo que ponen en juego aquellos que realizan trabajos peligrosos? ¿Quién rescata al que rescata?

   El fuego se propaga y causa estragos, provoca daños en la tierra y generalmente ocasiona pérdidas para quienes están vinculados a la zona de desastre. Cuando el fuego se lleva consigo pertenencias materiales, años de esfuerzo y muchas historias quedan reducidas a cenizas; el fuego también causa estragos en la salud mental de quienes pierden todo en cuestión de minutos.

   ¿Y la salud mental de los bomberos? ¿Cuál es el costo psicológico para quien enfrenta situaciones dantescas y hasta es testigo de la muerte de compañeros en la lucha contra el fuego?

   Psicología y catástrofe, son a simple vista universos diferentes, sistemas diferenciados.

   Concebir ambos campos no como mundos paralelos sino como convergentes en un mismo punto, lugar, se convertirían en la lente que permitiría apreciar la loable tarea de un bombero como así también a la presión que está sometido cuando trabaja en un escenario tan hostil.

   Estrés y bombero, son a simple vista las dos caras de una moneda, son también “universos diferentes” que no pueden operar disociados; el estrés es una reacción necesaria, indispensable para enfrentar situaciones amenazantes.

   El estrés como síntoma data de la primera mitad del siglo XX, el término, proveniente de la Física, alude a la presión que un cuerpo ejerce sobre otro y fue acuñado por el científico Hans Seyle. Es una respuesta psicológica, fisiológica y conductual que desarrolla una persona ante cualquier cambio ambiental para adaptarse eficazmente a él.

   Los estresores o situaciones estresantes junto a la interpretación que se hace de una situación y de los recursos de los que dispone la persona para enfrentarse a tal situación, son las variables que intervienen en la respuesta del estrés.

   El estrés es uno de los males del siglo XXI, pero es también una reacción necesaria para enfrentar ciertas situaciones de la vida cotidiana. La duración, intensidad y frecuencia de los estresores establecen lo que podría denominarse un estrés “normal” u operativo.

   Bomberos y estrés son una unión indisoluble, pues en cada intervención entran en una situación de estrés, que se torna más peligrosa que el propio fuego cuando no puede salir de ella una vez finalizado el evento.

   ¿Ingratitud? ¿Indiferencia? ¿Aplausos y homenajes esporádicos mientras dura la noticia?

   Ya nadie ignora que “nuestros bomberos” se enfrentan generalmente a condiciones especiales y también adversas de trabajo, realizando su tarea bajo amenaza real para ellos mismos.

   Ya nadie ignora que están expuestos a grandes demandas físicas y psicológicas que ponen a prueba su resistencia, coraje y capacidad técnica. Ya nadie ignora que lidian con el sufrimiento humano y son testigos de la muerte de sus propios compañeros. Ya nadie ignora que están sometidos a emociones demasiado intensas.

   Ya nadie debería ignorar que tal vez sea el momento de rescatar y cuidar a quien rescata.