Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Un momento más que complicado

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   En los despachos políticos del macrismo se encendieron alertas amarillas. No rojas, porque el optimismo macrista nunca decae, aún frente a los malos pronósticos, pero sí amarillas. Más de una vez se dijo desde que estalló la crisis del dólar del pasado otoño, que tal o cual semana había sido la peor del gobierno de Cambiemos desde que asumió el poder hace tres años.

   Pues bien, la que acaba de pasar parece ponerse por encima de todas aquellas estimaciones. Incluso estos últimos siete días empequeñecen el reconocimiento del propio Mauricio Macri, atosigado por el derrumbe de su administración desde que estallaron los mercados cambiarios en abril, cuando en agosto pasado confesó que los cinco meses anteriores habían sido los peores de su vida.

   Deberían saber el Presidente y su entorno, tan afectos al discurso único y poco propensos a escuchar, que el tiempo pasa y sigue sin verse la luz al final del túnel. Tal ha sido el vendaval de esta semana que sacudió la estructura de la administración por donde se lo busque: empezando por la situación social, para continuar por el enigmático movimiento de los jueces, semejante a los tradicionales "fines de ciclo", con la citación de Franco y Gianfranco Macri y la liberación de Amado Boudou y su compinche Núñez Carmona.

   Sin descuidar la fortísima discusión interna que tiene lugar ahora mismo en la coalición por espacios de poder, diferencias respecto del discurso para recuperar votantes espantados, y quiebres que en algunos casos parecen no tener vuelta en cuanto a cómo se resolverán las candidaturas para octubre. Claro ejemplo es -y no menor si se recuerda lo que ocurrió allí en 2015- la provincia de Córdoba.

   Antes de desmenuzar aquellas desventuras del Presidente y de la coalición que se jactó de tener el mejor equipo de los últimos 50 años, de venir a "cambiar la historia", vale poner aquel llamado de alerta en boca de un funcionario político del segundo nivel de gestión, en medio de las alarmas que se encienden: "No nos pasa en el arranque, llevamos 1.100 días en el gobierno y sólo nos quedan 300 hasta octubre y no cumplimos ninguna de las grandes promesas de campaña como bajar la inflación, bajar la pobreza, generar empleos o lluvias de inversiones".

   El Gobierno deberá lidiar en la campaña electoral que el mismo Macri pareció lanzar oficialmente el jueves durante la reunión en el CCK con cifras que lo desafían: el índice de pobreza que mide el Observatorio Social de la UCA, al que el macrismo nunca cuestionó cuando gobernaba el cristinismo, y que tampoco, nobleza obliga, lo hará ahora, es el peor de los últimos diez años.

   Macri tiene hoy en su flojísima foja de servicios más pobres que los que heredó de Cristina. Y más indigentes. No son pocos los hombres del oficialismo que reflexionan, preocupados, sobre cómo hará el Gobierno para "lavar" aquel pedido de Macri a la sociedad para que juzgara su gestión por su capacidad para lidiar contra la pobreza.

   Está claro que, a diez meses de las elecciones, no podrá cumplir, ni mucho menos, ese desafío. Ni hablar de "la pobreza cero" que dijo que estaba dispuesto a dejarle a los argentinos cuando abandone la Casa Rosada.

   La mesa, merced a políticas que con papeles a la vista han sido erróneas durante estos tres años, está servida para la infaltable oposición pseudo-progresista que le endilgó y le endilgará todavía más ahora a Macri ser un rico que gobierna para los ricos.

   La inflación de noviembre dio a la baja, 3,2 %. Entusiasma, pero sólo si se la compara con los elevados índices de septiembre y octubre. El alza de los precios y su tremendo impacto en los bolsillos ya castigados por la mega devaluación del peso será del 47/48 % a fines de año. Y en el mejor de los casos, cuando el promedio en el mundo al que queremos parecernos promedia el 2 %, en el crucial 2019 rondaría el 30/32 %.

   Esta semana se conoció además una nueva caída de los niveles de producción industrial, y la Secretaria de Trabajo informó que 29 mil trabajadores dejaron de estar en la economía formal y perdieron sus empleos en el segundo trimestre. Suman 70 mil los desempleados en lo que va de 2018 siempre según las mismas cifras oficiales.

   Sin perder la compostura, el gabinete analizó el viernes todos estos números, y sus consecuencias y proyecciones a medida que avanza el calendario. El Gobierno, se convino allí entre las exposiciones de los ministros Dujovne y Sica, recién podrá mostrar algunos datos positivos que alimenten no ya una recuperación sino apenas el freno de la caída, en el arranque del segundo trimestre de 2019.

   Recién a mediados de año, en coincidencia con la medición que hará el Indec de los niveles de pobreza y de inflación, se podría esgrimir alguna razón para recuperar el aliento. "El alza (de la pobreza) está ahí, nunca discutimos al Observatorio y no lo vamos a hacer ahora, deberemos saber cómo lidiamos con esto", reflexionó un vocero.

   Quemado tantas veces con leche, Macri prohibió hacer pronósticos. Apenas si se sostiene ahora que antes de las PASO "podría verse alguna señal hacia arriba".

    Al Presidente terminó por lloverle sobre mojado. La Corte Suprema le avisó esta semana por vías subterráneas que el martes fallará contra el índice de reajuste de jubilación que impulsó el Gobierno y que reemplazó al que rigió durante el kirchnerismo. Lo cual supondría "una catástrofe" para la sustentabilidad del sistema y el futuro de los jubilados, según confesó el titular de la ANSES, Emilio Basavilbaso.