Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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El Plan B sigue vivo...

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Quienes la escucharon en una de sus últimas reuniones de análisis de gestión y otras cuestiones de política partidaria, hace un par de semanas escasas, dicen que María Eugenia Vidal frenó en seco algunos comentarios que sobrevolaban el encuentro de su propia mesa chica. "!De lo único que estoy segura es de lo que no voy a ser el año que viene: candidata a presidente!", dijo con voz elevada para que nadie dijese después que no estaba avisado.

   Casi al mismo tiempo, por esos días, en otra mesa chica, la que encabeza Mauricio Macri en la Casa Rosada o en Olivos, la eventual candidatura presidencial de la gobernadora de Buenos Aires para el año que viene también era motivo de conversación. Podría afirmarse, según fuentes que conocen de primera mano lo que se cocina allí, que la idea de una María Eugenia candidata fue comentada. Y hasta donde se logró saber casi en los mismos términos que en el conciliábulo platense. Con una excepción: nadie dijo que la cuestión estaba cerrada y zanjada. Como si exprofeso se intentase dejar una puertita abierta para que por allí y llegado el caso o según las circunstancias, el crucial tema quedara abierto a una nueva evaluación.

   "Ya lo ha dicho Mariú y los colaboradores de Mauricio también, el año que viene vamos por la triple corona", dice un vocero habitual de la Casa Rosada. Refiere, claro, a un latiguillo que no es nuevo y que suele repetirse cada vez que aparece la duda sobre si será Macri o si será Vidal el candidato o la candidata presidencial de Cambiemos. El plan voceado a la luz del día prevé que la gobernadora irá por su reelección en Buenos Aires, Macri buscará un segundo mandato en la Casa Rosada, y Horacio Rodríguez Larreta hará lo propio en la Ciudad Autónoma.

   ¿Entonces? Sucede que en medio de esos tejes y manejes no exentos de cálculos puros y duros, los fríos números de las encuestas que aterrizan casi a diario en los despachos de Macri, de Marcos Peña y también en los de Vidal o de su principal brazo ejecutor, Federico Salvai, de algún modo encendieron alarmas que se creían desactivadas a la par de la bonanza del dólar y un levísimo repunte de la economía macro, aunque no la real, la que se palpa en los bolsillos.

   Esos números no son buenos para Macri, que incluso hoy figura en algunos sondeos con menos intención de voto que Cristina Fernández. La idea de un triunfo en primera vuelta de Cambiemos se convierte en una utopía a medida que pasan los meses y el malhumor social no amengua, y las incógnitas sobre el destino del presidente y de Cambiemos en un balotaje contra la doctora, en tanto y en cuanto no aparece otro postulante con chances en todo el resto del amplio y dividido arco peronista, están cada vez más abiertas.

   De allí a los análisis que sostienen que si Macri no levanta, la única que hoy está en condiciones de impedir un regreso de la ex presidente es justamente Vidal, hay un solo paso. Para aclarar por si hace falta: una cosa es lo que se deja trascender de aquellas reuniones de mesa chica y la expresión de deseos de los interlocutores, pero otra muy distinta cuando los que hablan lo hacen encerrados entre las cuatro paredes de su despacho y bajo promesa de que nada de lo que allí se escuche saldrá a la luz.

   Allí se dicen cosas del manual de la política: Macri va inexorablemente camino a convertirse en "pato rengo", que es como los norteamericanos bautizaron a los presidentes que ingresan en el último año de mandato, cuando las dificultades para llevar adelante la gestión se hacen cuesta arriba. No importa que en el caso de Macri se trate de un presidente con derecho a la reelección.

   También se reconoce como uno de los principales faltantes para sostener la candidatura a un nuevo período en la Casa Rosada algo que patentizó en una frase el empresario Cristiano Rattazzi: "el mercado no le cree más a Mauricio Macri". No ayuda en ese marco, se enojan en Balcarce 50, que Carlos Melconian afirme que la política económica ya no la maneja Nicolás Dujovne sino el Fondo Monetario. María Eugenia, completan, no afronta esos problemas: es la dirigente con mejor imagen del país, mide mejor que Macri en intención de voto, y es vista como la mujer que batalla contra todos los males que el peronismo construyó en Buenos Aires durante casi treinta años. Bingo.

   La frutilla del postre vino en las últimas horas de boca de uno de los operadores políticos más escuchados por el presidente al margen de Peña y la mesa chica: "el Plan B no está muerto, somos optimistas pero no somos ciegos, hoy las cosas están así pero hay consenso de esperar a que llegue marzo o abril, y allí veremos si seguimos como estamos o barajamos y damos de nuevo".

   Nadie lo dice, ni ese encumbrado operador, pero está claro que antes de avanzar si así se dan las cosas, a la primera que habrá que torcerle el brazo es a María Eugenia.