Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Ponele Onda: crónica sin caretas sobre el trastorno bipolar

Magalí Agnello es fotógrafa, estudiante de la UNS y brinda charlas testimoniales gratuitas en escuelas e instituciones para reflexionar sobre los trastornos mentales y darles visibilidad.

   Anahí González
   agonzalez@lanueva.com

   Magalí Agnello llegó a pasar semanas -y hasta meses- sin salir de la cama. Se sentía en un pozo. Y luego llegaban períodos de euforia y productividad, con una actividad mental incesante que la llevaba a embarcarse en actividades o proyectos que no podía sostener o sobrestimaba sus capacidades y posibilidades. Hasta que volvía a caer en un pozo depresivo, y el ciclo se repetía.

   La rueda empezaba a girar otra vez. Arriba y abajo. Arriba y abajo. Siempre igual...

   Aún no sabía -lo descubrió en 2016- que todo lo que le pasaba tenía un nombre: trastorno bipolar tipo 2, un desbalance químico en un sector del cerebro que regula los estados de ánimo.

   Quien lo padece puede pasar de estados de ánimo elevados a estados depresivos, sin lograr quedar en un punto medio, que se denomina eutimia.

   “La palabra clave es estabilidad. Eso es lo que esta enfermedad te quita”, cuenta Magalí, quien además de ser fotógrafa lo enseña a sus alumnos, dijo.

   “O estás muy bien, o estás muy mal, sin punto medio. Te encontrás dejando de hacer cosas que te gustan, no siendo capaz de sostener pensamientos o ideas en el tiempo. Algo que hoy querías quizás mañana ya no. Así con casi todo”, dijo.

   Cuando estaba mal, muchos le decían: “Todo depende de vos” o “Ponele onda”. Y eso la hacía sentir peor porque en su fuero íntimo sabía que no era una cuestión de voluntad, ni de conducta, pero no tenía cómo rebatir los bombardeos de sugerencias del entorno.

   “Imaginate que te quebraste una pierna. Ahora imaginate que las personas de tu entorno no estén de acuerdo con que te pongan un yeso. Que te digan que tenés que ponerle onda, que es sólo cuestión de fuerza de voluntad que tu pierna se mejore, que si querés podes. Suena muy irresponsable, ¿no?”, dijo.

   “En el año 2016 empecé a tener altibajos que cada vez se hacían más difíciles de sobrellevar, y allí fue cuando recurrí por primera vez a un psiquiatra”, dijo.

   El primer diagnóstico fue erróneo y la precipitó a un ciclado rápido: es decir que los episodios se sucedían en periodos cada vez más cortos de alternación. Una montaña rusa casi constante. Al intentar dejar la medicación tuvo síntomas de abstinencia y ataques de ansiedad.

   “Conocí el infierno”, resumió.

   Luego, otro psiquiatra le indicó hacer un test de psicodiagnóstico y dio en la tecla.

   Tener el diagnóstico le permitió investigar en profundidad además de contar con la medicación adecuada.

   Ni bien logró sentirse mejor, empezó a buscar la forma de poner en palabras todo lo transitado para brindar su testimonio a la sociedad y ayudar a otras personas.

   Y así nació Ponele Onda, una iniciativa a través de la cual brinda charlas testimoniales gratuitas en escuelas e instituciones para hacer visible la problemática de los trastornos mentales, generar conciencia y erradicar estigmas.

   “La mayoría de las personas no lo habla y más cuando aún no tienen el diagnóstico. No querés ser juzgado, ya suficiente tenés con vapulearte vos mismo y juzgarte”, dijo.

   “El miedo a ser tratado de loco o ser dejado de lado, te lleva a callar cuando en realidad, un simple desorden del ánimo, solo requiere que sigas un tratamiento y realices una prevención”, subrayó.

Si querés que Magalí de una charla en tu escuela, institución o espacio podés contactarla a través de su Facebook Magalí Agnello o llamarla al 2914256349.

   En sus charlas testimoniales Magalí repara, entre otras coas, en lo que suele suceder en el entorno de las personas que padecen este u otro trastornos mentales.

   “Se lo minimiza a través de la frase: A todos nos pasa, o se lo niega diciendo: No creo en las enfermedades mentales”, señaló.

   También se lo suele tildar como una cuestión de actitud (“Tu problema es que te falta voluntad”/”Si pensás positivo se te va”) o se lo romantiza (cuando se lo apropian como si fuera un rasgo bueno de la personalidad)

   “Hay lugares en los que me han dicho ‘no hablemos de esto, puede herir susceptibilidades’. Para mí hay que hablarlo como si fuera un dolor de panza, los problemas de salud mental existen. Todo lo que uno quiere es poder hacer su vida y vivir bien”, señaló.

   Hablar de lo que nos pasa

   Magalí señaló, desde su experiencia, que los trastornos mentales no son algo que la gente tenga que vivir en soledad o transitar sin compañía, pero para lograr eso hay que generar conciencia y empatía, ya que cuando uno está pasando cualquier episodio se encuentra sumamente vulnerable, como un cuerpo sin anticuerpos.

   “La mínima amenaza de que un otro, que en ese momento posee el poder para destruirte, lo haga, produce aislación e incrementa los síntomas, formando un circulo vicioso que no es sano principalmente para la persona, pero también para su entorno y la sociedad”, dijo.

   “Hay que acabar con la discriminación a las personas que tienen alguna enfermedad/trastorno/condición mental, independientemente del término que usen para hablar de ello”, subrayó.

   Justamente es uno de los aspectos centrales de su iniciativa.

   “Cada uno/a debería poder hablar desde su vivencia con más soltura y aprendiendo sobre lo que nos pasa, sacándose el miedo a compartir estas cosas, porque a muchas personas nos atraviesa, y es una parte más de la vida”, expresó.

   En este aspecto señaló la importancia de animarse a compartir, a hablar, a contar las experiencias que vivís, a educar a las personas a tu alrededor.

   “Eso puede sorprenderte. Nunca sabés cuando podés encontrar a gente que le pasa lo mismo que a vos. Gente cuyo cerebro también les juega una mala pasada. Escuchar un genuino ‘te entiendo’ es sanador”, dijo.

   Magalí invita a las personas a perderle el miedo a la terapia, al psicólogo o al psiquiatra.

   “Es cierto que hay que ir con cuidado, porque como en cualquier ámbito, hay gente que no es buena en lo que hace. Pero vas a ir aprendiendo cuando te topes con gente que realmente conoce y se preocupa por uno/a”, dijo.

   “Me han contado que en los consultorios de psiquiatras, si a alguien lo llaman, dice que están en cualquier otro lado, menos esperando para esa consulta. Tal es el estigma alrededor de esto”, reflexionó.

   También aconsejó a las personas que estén sufriendo algún trastorno mental a investigar, a no quedarse solo con lo que le digan los profesionales.

   “A veces los profesionales no te proveen de todas las herramientas. Hay muchos libros con actividades que ayudan mucho. Mucho material para leer e informarse, para que tanto quien lo vive como su entorno pueda entender mejor este mundo”, evaluó.

   “Este trastorno, bien tratado, permite a la persona que lo padece, vivir una vida completamente ‘normal’, significando normal para cada persona lo que decida”, añadió.

   Cómo ayudar

   “Si tenés a alguien conocido, amigo o familiar que tiene algún trastorno mental (depresión, bipolar o cualquier otro) es crucial que entiendas que si la persona se está sintiendo mal no es porque lo este eligiendo, es porque se dan en su cerebro procesos químicos que le impiden ver la realidad de mejor manera”, dijo.

   “Nada de decirle “tenés que ser más positivo” o “hay gente pasándola peor que vos. Eso, para alguien que en el momento no está siendo capaz de controlar su estado de ánimo, es sumamente contraproducente.

   Hay algo que se puede hacer para ayudar: simplemente estar ahí.y algo que me resultó crucial para sobrellevar esto que me tocó vivir: entender que lo que tengo es una enfermedad. No es que yo soy una persona melancólica, que a veces pasa a estar con mucha energía, que pasa a irritable, o triste, o productiva al extremo. No, no “soy bipolar”. La definición correcta es “tengo trastorno bipolar”.

   A nadie le gusta aceptar la idea de tener una enfermedad que te va a acompañar por el resto de tu vida, pero para mi hacer mis pases con eso me sacó un peso enorme de la espalda.

   Esto es en cierto modo como cualquier enfermedad. Alguien con celiaquía tiene que cuidarse de las harinas, cuando alguien con bipolar tiene que cuidarse del stress.

   Y es difícil en este mundo que vivimos, pero es la prevención que tenemos que hacer para poder tener una vida sana. Forma parte de las adaptaciones que cualquiera tiene que hacer ante una enfermedad.

   Por suerte gracias a otras experiencias que viví antes en mi vida aprendí a poder manejar el stress bastante bien, aunque siempre va a haber experiencias que se escapan de mis manos y mucho por aprender.

   Muchas personas minimizan lo que te pasa principalmente por falta de información, como cuando te dicen que “si pensás positivo se te va”, o “dale, sonreí”, con tanta liviandad, como si justamente una esté eligiendo estar mal.

   Es muy fácil que a las personas que vivimos algo así se nos tilde de exageradas, de “tener mucho tiempo libre”, de que esto es una excusa. Y sinceramente les digo, ojalá lo fuera, porque significaría que yo tengo pleno control sobre como me siento. Pero la realidad es otra. Y el peligro grave de esto, de cuando la gente te dice ese tipo de cosas, es que pueden hacértelo creer.