Un médico rural
Memoria. Hoy Jacinto Aráuz está presente en el cenotafio para recordar con un humilde y sincero homenaje a este gran profesional e ilustre del campo de la ciencia médica. ¡Cuántos años tendrán que pasar para igualarlo o superarlo! Es de saber, entre otras cosas, que con gran esmero y dedicación atendía a sus pacientes, en esta clínica y cuando ya no se podía hacer más nada aquí, debido a los recursos de la misma, él los trasladaba, acompañaba y cuidaba en la ambulancia, para una mejor atención a un sanatorio de Bahía Blanca, donde ya lo estaba esperando un amigo y compañero, el doctor Marcos Benamo, otro hombre que desgraciadamente también ha perdido la medicina. Entre ambos lo intervenían y recuperaban favorablemente. Más tarde se radicó en Buenos Aires, donde levantó, con gran sacrificio y empeño una clínica, que es la actual; quedando grabado su nombre: la Fundación Favaloro. Durante los últimos años de su vida estuvo luchando con la burocracia, debiendo sobrellevar con hidalguía la crisis del país en 2001. Lamentablemente con sus propias manos puso fin a su vida, dejándonos el recuerdo, su imagen, su nombre, su obra y su ejemplo, el de quien vida fuera el doctor René Favaloro.