Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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El sendero que lleva a las tierras fértiles

Para la joven pintora bahiense, el arte es el antídoto para el embrutecimiento, la alienación, el embotamiento y la indiferencia que amenazan a la humanidad. La creación, la pasión y la entrega testimoniadas en cada obra.
El sendero que lleva a las tierras fértiles. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

Si el arte está en todas partes y en sus más diversas manifestaciones, ¿por qué no siempre podemos verlo?

La pregunta despierta un breve silencio, el pincel se detiene de pronto y los ojos de Ileana Cerato se apartan de la obra que está naciendo entre su mente, su corazón y su mano derecha. Y allí aparece su voz, suave pero rme.

"Con los ojos atentos y la mente en paz, la vida entera nos muestra su milagro cotidiano. Todo aquel que vive con entusiasmo, como si su vida empezara y terminara hoy, vive en estado de creación porque todo lo hace con pasión y entrega, sin caer en lo rutinario o en el piloto automático que nos atrapa cuando perdemos la conciencia.

 

Hasta el quehacer más simple, como preparar una comida, si se genera con amor puede transformarse en un hecho artístico".

Después de haber pasado gran parte de su vida en General Cerri, Ileana ha vuelto a Bahía Blanca, donde nació, ya convertida en una pintora que, aunque ha experimentado con varios estilos, siempre se ha sentido identicada con el surrealismo.

Una temática esencialmente metafísica y espiritual se reeja en sus óleos: la maternidad, lo femenino, la agresión del ser humano a la Tierra, los defectos y las virtudes del hombre, la búsqueda de justicia por parte de los que sufren y los olvidados.

Más allá de las técnicas clásicas, Ileana encuentra en la meditación, que diariamente practica desde hace 10 años, la clave para poder expresar su inspiración con serenidad.

"Se trata de un estado de profundo silencio interior al que se llega con perseverancia y concentrándose en la respiración hasta despejar las tensiones del pensamiento. Así, sin estar pendiente de los resultados inmediatos, surge la claridad de la mente".



Entre las exposiciones presentadas en distintos sitios del país, cita a las cumplidas en los museos Quinquela Martín y Sívori, a las en el Senado de la provincia de Buenos Aires, en la Asociación Estímulo de Bellas Artes y en el Palacio San Miguel de Buenos Aires.

Hoy, además de continuar extendiendo su obra, conduce seminarios y dicta clases en centros culturales de nuestra ciudad y en su taller del Club Argentino. Su alumno más joven tiene 10 años y el mayor, Nazareno, 87.

Pero no todo es pintura en la vida de Ileana quien, también enamorada de la escultura, ha concebido algunas obras experimentando con diferentes materiales. Por ese camino, en diciembre del 2010, llegó a la Casa Rosada, donde fue recibida por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, a quien personalmente le expuso su proyecto para el monumento en homenaje a Eva Perón.

Ileana no se rinde ante ciertas frases hechas, como esa que dice que el arte sólo es para una élite de entendidos.



"Es para todos –enfatiza, aunque sin alzar el tono de su voz-- porque resulta una de las manifestaciones más democráticas que existen. Todos pueden apreciarlo, gozarlo y realizarlo. No importa a qué condición económica se pertenezca.

Con sensibilidad y humildad, el arte abre sus puertas de par en par para llevarnos a esos mundos maravillosos donde podemos ahondar en nosotros mismos y en los demás".

Convencida de que al arte es el camino para la humanización, Ileana indica que nos muestra lo más sublime e íntimo del hombre, y que es el antídoto para el embrutecimiento, la alienación, el embotamiento y la indiferencia que amenazan a la especie.

Con esas certezas comienza cada día, cada obra, cada clase, prolongando su sendero hacia la recuperación de la armonía y la belleza, no sólo como un hecho estético, sino como un anticipo de lo trascendente que la humanidad puede alcanzar. Porque “el arte sensibiliza, despabila, barre cenizas y hace que los eriales vuelvan a ser tierras fértiles.”Pinturas y pinceles

Hija de Jorge Cerato (músico en su juventud) y de Graciela Klein (apasionada por la poesía), Ileana tiene tres hermanos: Maximiliano (saxofonista), Alexis (guitarrista y compositor) y Hernán. Es tía de Agostina Milagros y de Luz Milagros. De su infancia en Cerri evoca el temprano amor por la pintura y
su repetido pedido de los mismos regalos: pinturas y pinceles.

Ni bien completó su tecnicatura superior en Turismo, a los 21 años ingresó al taller de pintura de Julio Alessandroni, donde estuvo 3 años, y luego extendió su carrera como autodidacta. Su primera muestra fue en la Universidad Nacional del Sur, en 2002. También estudió piano en el Conservatorio.

¿Qué les digo a mis alumnos? Que se dejen fluir, que la mano se exprese
con libertad sobre la tela sin que la mente intervenga con sus presiones. La pintura debe signicar el goce del momento en que se plasma”.