Bahía Blanca | Domingo, 20 de julio

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El recuerdo de René Favaloro sigue vivo en Jacinto Aráuz

"Es necesario insistir en que si no estamos dispuestos a comprometernos y a luchar por los cambios estructurales que nuestro país demanda, principalmente en educación y en salud, seguiremos siendo testigos de esta sociedad injusta donde parece que el tener y el poder son las aspiraciones máximas".

 "Es necesario insistir en que si no estamos dispuestos a comprometernos y a luchar por los cambios estructurales que nuestro país demanda, principalmente en educación y en salud, seguiremos siendo testigos de esta sociedad injusta donde parece que el tener y el poder son las aspiraciones máximas".


 El texto de la obra "Recuerdos de un médico rural", escrito por el propio doctor René Gerónimo Favaloro en 1980, cobra más valor cuando se lo recuerda, como en la víspera, en oportunidad de cumplirse 10 años desde su muerte.


 Las casi 400 personas, la mayoría niños en horario escolar, pensaron en Favaloro --en una tarde adecuada al homenaje-- en el monumento del artista plástico Eduardo Ferma que perpetúa su memoria, junto a las vías del ferrocarril.


 "Parece que fue ayer y ya pasaron diez años. Recuerdo que mi hijo me llamó desde La Plata para avisarme que el doctor Favaloro se había matado. ¡Cómo que se había matado!, le dije... Aún no lo puedo creer", relató Dora Caló de Nesprías, la enfermera con quien compartió las primeras atenciones en Aráuz, desde 1956 hasta 1961.


 "De todos los principios éticos que él pregonaba, y que por eso renegaba tanto, creo que ninguno se ha podido cumplir en nuestra sociedad", agregó.


 Para Orlando Gonnet, uno de los primeros amigos que tuvo en la localidad, se trató de un día especial. Como cada uno, cada año, desde 2000.


 "Es una barbaridad lo que sucedió. No puedo sacarme eso de la cabeza, porque, además, nací el mismo año que él y ahora cumpliríamos 87", recordó ayer.


 "Dios nos ha puesto en este mundo y sólo El nos puede llevar, pero si el doctor hizo lo que hizo fue porque estaba desesperado", dijo.


 Gonnet también señaló que Favaloro fue un visionario en muchos aspectos.


 "Siempre planteaba la manera correcta de cómo se debían hacer las cosas y lo que decía lo llevaba a la práctica. Hacía todo sencillo; era coherente. Son cosas que ahora no se observan ¿vio..?", manifestó.


 "Dejaría de existir si no tuviera por delante desafíos que involucren, sobre todas las cosas, contribuir dentro y fuera de mi profesión al desarrollo del hombre. En estos momentos, y a esta edad, terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, de mis maestros y de mis profesores, me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar; prefiero desaparecer".


 Caló de Nesprías volvió a leer la última carta que escribió el doctor Favaloro --antes de dispararse al corazón (¡justo al corazón!)-- con las explicaciones de semejante decisión.


 "Me deprimí, pero quise volver a hacerlo. Lo necesitaba", sostuvo.


 "A mí no me ha derrotado nadie' es una cita de Joaquín V. González. Infortunadamente, no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla".


 El doctor Favaloro fue reconocido, en diferentes foros, como una de las personalidades más relevantes del siglo XX por su contribución a la medicina, especialmente en su carácter de cardiocirujano. Tras su paso por los Estados Unidos, creyó conveniente regresar al país a fines de los setentas.


 "Siempre he creído que toda realidad futura se eleva sobre cimientos de ideales y de utopías. Soñar es tarea fecunda".


 La Fundación Favaloro, que él creó en Buenos Aires, fue en realidad el principio del fin.


 "Estoy convencido de que a esta sociedad consumista, cegada por el mercado, la sucederá otra que se caracterizará por el hecho trascendente de que no dejará de lado la justicia social y la solidaridad".


 Las cenizas del doctor Favaloro fueron esparcidas --tal su deseo-- en la zona del Monte Pena, del establecimiento El Abuelo, a 15 kilómetros de Jacinto Aráuz.


 "Solamente se llegará a gozar de lo realizado cuando en el alma se sienta, preferentemente en los silencios necesarios para la reflexión, que el único premio verdadero es el que proviene del placer espiritual, limpio y sereno del debe cumplido".


 Los 2.800 habitantes de este lugar saben (con certeza) lo que significa René Favaloro. Esa es una razón suficiente para mantener en alto las máximas del médico rural como un ejemplo inalterable para generaciones futuras.


 Para los tiempos que corren, el compromiso no es menor.

Bielmann (izq.) y Amsé descubrieron la placa recordatoria.

La imagen del artista Eduardo Ferma, siempre presente.

El diputado nacional Ulises Forte destacó a René Favaloro como un ejemplo de vida.

Dora Caló de Nesprías

Orlando Gonnet

Fotos: Facundo Morales-LNP


"Ser honesto en nuestra sociedad tiene precio"



















 Del acto realizado en la tarde de la víspera en Jacinto Aráuz participaron el intendente Oscar Bielmann; el diputado nacional Ulises Forte (Frepam); su par provincial Hugo Pérez (Frepam) y el subsecretario de Turismo de La Pampa, Santiago Amsé, concejales, funcionarios y representantes de instituciones locales, entre otros.


 "Ser honesto en nuestra sociedad tiene precio. A la larga te lo hacen pagar. Esto lo dijo el doctor Favaloro y tiene una vigencia permanente", dijo el concejal Juan Manuel Zabala (Frepam), quien encabezó los discursos en la plaza que recuerda al más reconocido de los médicos rurales.


 También consideró que "su holocausto fue en vano", porque las "frivolidades y la corrupción siguen en los medios y todo continúa como antes".


 A su turno, Ulises Forte aseguró que cuando se alude al doctor Favaloro se hace referencia a un ejemplo de vida. Aún admitiendo que lo suyo son los reclamos gremiales y sectoriales, el legislador sostuvo que la historia no se equivoca cuando trata así al médico homenajeado.


 Lamentó que, ayer, el país no se haya levantado a rendir homenaje a esta celebridad y que sólo lo haya hecho Jacinto Aráuz.


 "Resulta paradójico que (Favaloro) haya salvado tantas personas, pero que tantas personas no lo hayan podido salvar. Eso es imperdonable; es una gran deuda que tiene nuestra sociedad, en especial aquellos que eran gobernantes entonces por no haber sabido valorar y honrar la capacidad científica y, en especial, la capacidad solidaria de una fundación que seguía salvando vidas y seguía investigando", concluyó el diputado de extracción agropecuaria, oriundo de General Pico.


 Luego de los discursos, se presentó un grupo de alumnos de la Escuela Nº 33 Manuel Belgrano, con la supervisión del profesor César Negrín. Con el acompañamiento de guitarras, cantaron Luz de Cielo, de Marcela Morelo; Un beso y una flor, de Nino Bravo; La llave, de Abel Pintos y La Jacinto Aráuz, de Alma Joven.


 Finalmente, la novel agrupación local Nativos interpretó un variado repertorio folklórico.

El profesor Negrín y los jóvenes de la Escuela Nº 33.

Fotos: Facundo Morales-LNP