Bahía Blanca | Sabado, 15 de noviembre

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Se recibe el Teatro

Hace 90 años, el 22 de julio de 1913, luego de una prolija inspección, la comuna recibió de conformidad el edificio del Teatro Municipal. Diez días antes, con la obra sin terminar y aún bajo responsabilidad del constructor, había tenido su primer uso, con una entrega de premios del club Tiro Federal. Nadie, sin embargo, aceptó ese acto como inauguración del coliseo. El 8 de julio, Pedro Bernasconi, constructor junto a Francisco Luisoni, elevó una nota a la comuna "para que disponga la toma de posesión del edificio". Si bien quedaban pequeños detalles por terminar, se realizarían luego de que la Municipalidad completara las instalaciones complementarias y el mobiliario.




 Hace 90 años, el 22 de julio de 1913, luego de una prolija inspección, la comuna recibió de conformidad el edificio del Teatro Municipal.


 Diez días antes, con la obra sin terminar y aún bajo responsabilidad del constructor, había tenido su primer uso, con una entrega de premios del club Tiro Federal. Nadie, sin embargo, aceptó ese acto como inauguración del coliseo. El 8 de julio, Pedro Bernasconi, constructor junto a Francisco Luisoni, elevó una nota a la comuna "para que disponga la toma de posesión del edificio". Si bien quedaban pequeños detalles por terminar, se realizarían luego de que la Municipalidad completara las instalaciones complementarias y el mobiliario.


 Recibida la nota, la comuna organizó la inspección, citando al arquitecto Gastón Mallet, uno de los proyectistas, y al jefe técnico municipal.


 La recorrida tuvo lugar el 19 de julio, en presencia de don Ernesto Accini, adjudicatario de la concesión del Teatro. "Mallet manifestó que todo había sido construido de acuerdo al pliego y al contrato y que la Municipalidad podía recibirlo, sin reparo ni inconvenientes".


 Era el punto final de una obra iniciada dos años antes y financiada mediante la emisión de bonos que suscribieron cientos de vecinos.


 El TM fue inaugurado el 9 de agosto de 1913, con la actuación de una compañía de óperas de Buenos Aires que eligió para aquella noche la obra Aída, de Giuseppe Verdi.


 Desde entonces, la sala, un espacio emblemático de Bahía Blanca, es el más valioso patrimonio cultural que posee la ciudad.