Bahía Blanca | Domingo, 07 de diciembre

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Caprichos de cierta gente rica

Seguramente, nunca se sabrá la verdad respecto de los motivos que determinaron el fracaso del pase de Gabriel Milito al Real Madrid. Pero, de cualquier manera, los episodios que precedieron a tal desenlace resultaron tan sugestivos como conducentes a múltiples suspicacias. Con un viaje del jugador programado con debida antelación, un contrato firmado y cifras dadas a conocer, no resulta fácil justificar la actitud asumida por la encumbrada entidad madrileña con el argumento de una revisación médica que ni siquiera contiene --al menos en superficie-- un diagnóstico medianamente claro respecto de la incompetencia física del futbolista, salvo la ambigua expresión de que "no puede garantizar el máximo rendimiento del jugador durante las cuatro próximas temporadas".


 Seguramente, nunca se sabrá la verdad respecto de los motivos que determinaron el fracaso del pase de Gabriel Milito al Real Madrid. Pero, de cualquier manera, los episodios que precedieron a tal desenlace resultaron tan sugestivos como conducentes a múltiples suspicacias.


 Con un viaje del jugador programado con debida antelación, un contrato firmado y cifras dadas a conocer, no resulta fácil justificar la actitud asumida por la encumbrada entidad madrileña con el argumento de una revisación médica que ni siquiera contiene --al menos en superficie-- un diagnóstico medianamente claro respecto de la incompetencia física del futbolista, salvo la ambigua expresión de que "no puede garantizar el máximo rendimiento del jugador durante las cuatro próximas temporadas".


 Cierto es que el joven elemento de Independiente debió superar quirúrgicamente las alternativas de una rotura de ligamentos, pero también lo es que afrontó toda una temporada jugando para Independiente, con partidos agregados en la Selección, sin consecuencias indeseadas.


 Ya los tramos previos de la negociación habían arrojado despectivos comentarios de parte de los medios de difusión madrileños, aludiendo extrañeza por la adquisición de un jugador de apenas "tres o cuatro millones de euros" para sumarlo a un plantel repleto de contrataciones con muchos más ceros a la derecha, al más vulgar modo de analizar calidad sólo medida por altos precios. O la sarcástica mención de una compra para "la cantera juvenil".


 Y pese a la inconveniencia de ciertas comparaciones, no puede por ejemplo ignorarse que la espectacular llegada de Ronaldo al Real Madrid no halló obstáculo alguno en sus dos rodillas operadas, como tampoco lo tuvo el superlativo rendimiento del atacante para justificar con calidad y goles el acierto de su adquisición.


 No podría extrañar entonces que la decisión de acceder al pase de Milito --por allí hasta calificado de insólito-- haya supuestamente desembocado en una puja interna en la institución, que finalmente no halló otra titubeante salida que la de utilizar un informe médico amparado por previsiones contractuales y cuya subjetividad seguramente resultará muy dificultoso discutir.


 Si así fueran la cosas, poco reparo habrá merecido el manoseo a que la decisión elegida somete ahora al jugador, unido al inocultable perjuicio moral y material que pueda provocarle semejante siembra de dudas respecto de su condición física.


 Tremendo resulta pensar que --de no haber existido justificadas causas para el fracaso de la transferencia-- haya que asignar las consecuentes marchas y contramarchas (incluida la condescendiente alternativa de aceptar la cesión por una temporada) a una ostentación de poder deparada por patéticos caprichos de cierta gente rica.