Imposible

Redacción de La Nueva.

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 La denuncia formulada a este diario, la semana pasada, por la agrupación que nuclea a las mujeres de los policías, en cuanto a que casi la mitad de los miembros de esa fuerza vive en la pobreza y la marginación, da una idea de lo lejos que se está de que el delito vuelva a ubicarse en valores tolerables.

 Porque, además del rigor en las leyes y jueces con valor para aplicarlas, otra de las premisas para combatir este flagelo, al menos en el corto plazo, es contar con una policía profesional, equipada y entrenada. Y nada más lejos de esto puede encontrarse en una fuerza donde --más allá de los casos de corrupción en altos oficiales-- el grueso de sus miembros sabe que poco y nada tendrá para poner en la mesa de sus hijos la mayor parte del mes.

 Basta imaginarse qué puede sentir, por ejemplo, un suboficial cuya función es enfrentar la muerte, cada vez más fácil de encontrar, cuando al mismo tiempo sabe que cumplir con su obligación ni siquiera le garantiza poder responder a las necesidades básicas de su familia.