Bahía Blanca | Domingo, 07 de diciembre

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Bahía Blanca | Domingo, 07 de diciembre

Por siempre amigos

Parece mentira tanta coincidencia. Ni ellos, Juan Pablo Scoppa y Federico Kurtz, de 24 años, flamantes ingenieros electrónicos, pueden creer todos los puntos que los unen desde que la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca, los albergó para cumplir sus anhelos de convertirse en profesionales.
Por siempre amigos . Deportes. La Nueva. Bahía Blanca


 Parece mentira tanta coincidencia.


 Ni ellos, Juan Pablo Scoppa y Federico Kurtz, de 24 años, flamantes ingenieros electrónicos, pueden creer todos los puntos que los unen desde que la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca, los albergó para cumplir sus anhelos de convertirse en profesionales.


 Fue en 1998, durante el principio de la carrera, cuando se cruzaron por primera vez en una clase de consulta de Algebra.


 Resultó, ni más ni menos, que el puntapié inicial para compartir un prolongado camino de estudio y esfuerzo.


 Juan Pablo venía de Neuquén; Federico, de Coronel Pringles. Eran dos chicos del interior con los mismos temores, inquietudes y objetivos.


 Sin embargo, no imaginaron que, años después, el destino les iba a deparar, en una colmada aula magna de la UNS, recibir el diploma el mismo día y... con idéntica calificación: 9.50.


 Pero allí no termina todo: Ambos egresaron tras presentar una tesis final sobre el mismo tema: procesamiento digital de señales.


 "Fede" orientó el trabajo hacia la práctica. "Juanpa" hizo hincapié en la teoría.


 Y hay más. Como excepción --debido a que se trata de reconocimientos individuales-- la universidad decidió otorgarles, a ambos, el premio 25 de Mayo, destinado a los alumnos destacados.


 Entre risas y anécdotas, y con las expectativas propias del caso, aceptaron protagonizar esta charla abierta, casi ya con "medio pie" adentro de dos grandes compañías.


 Juan Pablo tiene prácticamente definido su ingreso a una petrolera internacional.


 Federico, de no mediar inconvenientes, hará lo propio en la empresa rionegrina de Investigaciones Aplicadas (Invap).




 Nostalgias. Momento de balances y recuerdos. Y de nostalgias. Porque, ambos, son conscientes de que concluyó una linda etapa. Y que inician otra, tan distinta como desconocida.


 "Desde la infancia tenía decidido estudiar esta carrera; tal vez porque mi abuelo era electricista", se sinceró "Fede", el más extrovertido.


 Lo de él, aseguró, es pura vocación. Quizás por eso jamás se replanteó la carrera, aunque al principio no era lo que se imaginaba.


 "Tenía que estudiar matemática, física, álgebra... no era específicamente electrónica", recordó.


 Para este pringlense, simpático y conversador, esta rama de la ingeniería requiere más esfuerzo que talento.


 "Implican horas de silla y mucha, pero mucha, constancia. Si las cosas no salen la primera vez, saldrán a la segunda, a la tercera o a la cuarta", ejemplificó.


 "Fede" aseguró que, en ningún momento, se propuso obtener el mejor promedio. Tampoco lograr reconocimiento alguno, y menos aún, competir con su compañero y amigo.


 "Todo lo contrario --advirtió--; más de una vez nos hemos ayudado en el momento de defender exámenes".


 Mencionó, a su vez, otro detalle, según confió, no menos importante si de recibir el diploma en tiempo y forma se trata.


 "Tuve la suerte de que mis padres pudieran mantenerme todos estos años, algo que considero excluyente", reflexionó.


 Al principio, se instaló en un departamento alquilado, en la calle Trelew al 600. Dos años después, cuando llegó su hermana, se mudaron a la Avenida Alem.


 
Bahiense... y neuquino





 Hasta casi el final de sus estudios secundarios, Juan Pablo no sabía qué carrera seguir.


 Un test vocacional le indicó Ingeniería Electrónica, carrera que, si bien forma parte de la propuesta académica de Neuquén, por entonces era demasiado nueva.


 "Por otro lado --expuso-- una tía me prestaba el departamento en Bahía".


 Así las cosas, se fue "enganchando" con la carrera.


 "Lo bueno que tenemos con Federico es que vemos todo desde diferentes puntos de vista. Eso es positivo, porque enriquece la visión del otro", graficó.


 "Cuando teníamos que desarrollar un ejercicio, lo hacíamos de manera distinta y, a la hora de corregirlo, si estábamos de acuerdo, todo bien. Pero cuando la visión era muy dispar... ¡Ninguno daba el brazo a torcer!".


 Eso sí: los dos se esmeran en aclarar que jamás existió competencia mezquina. Ni entre ellos, ni entre su grupo de estudio.


 "Claro que cada vez que estábamos frente al profesor, cada cual daba lo mejor de sí", aclaró Juan Pablo.


 "La voluntad, el esfuerzo y las ganas que uno vuelque en la carrera, además de la mentalización, resultaron, en mi caso, fundamentales", evocó.


 Jamás, según fundamentó, creyó que estudiar un sábado significaba perder tiempo.


 "Por el contrario; lo analizaba como una inversión. Y así todo se me hizo más llevadero".


 Para "Fede", el factor suerte también tiene un papel importante. "Claro que hay que ayudarla", dice.


 "Juanpa" parece no estar de acuerdo. Y su amigo trata de convencerlo.


 "No olvides que a muchos profesores los consultábamos en días buenos", evocó, y enseguida trajeron a la memoria un examen, en el que Juan Pablo había dejado un tema "colgado" y "Fede" lo había repasado.


 "Se lo tomaron a él", reconoció, en alusión a este último.


 "¿Y eso no es suerte?", remató Federico.


 Momento de la despedida. Y de los deseos.


 El destino parece indicar que cada cual tomará su rumbo. Pero ellos eligen, al menos, dejar sentados sus anhelos.


 "A Federico le deseo que su futuro trabajo sea todo lo que espera", reflexiona Juan Pablo.


 "Y yo --remata "Fede"--, además de eso, quiero que esta amistad nunca se termine".

(DESGLOSE)

Una consulta que
terminó en amistad









 Federico rememoró, con gran precisión, la tarde en la que cruzó unas palabras con Juan Pablo, por primera vez.


 "Era una clase de consulta de Algebra. Porque él prefería no asistir a las prácticas. Sólo lo hacía a las consultas", aseguró.


 Así fue que quedaron sentados uno al lado del otro.


 "La asistente me comentó que Juan era muy buen alumno, por las preguntas que formulaba", agregó Federico.


 Un sábado a la tarde se encontraron estudiando juntos. Más precisamente, controlando un trabajo.


 "De él --recuerda, ahora, Juan Pablo-- me sorprendía que conocía a todo el mundo. Es que tiene una gran memoria, entonces saludaba y mencionaba los nombres de todos nuestros compañeros".


 Lo cierto es que el estudio culminó, un día, con una salida; luego compartieron un asado; después, una mateada. Hasta comenzaron a jugar paddle.

(DESGLOSE)

Entre Bahía,
Pringles y
Neuquén












 "¿Volver? No. Hoy, en Pringles, me siento de visita", se sinceró Federico.


 Su infancia, dijo, fue como la de cualquier chico de pueblo.


 "Y en un pueblo --explicó-- no sólo todos se conocen, sino que también se sabe la historia de cada uno".


 Fue así que, llegado el momento de optar, mudarse a la ciudad le resultaba una propuesta por demás seductora. Allí, al menos, sería un anónimo.


 La primera gran diferencia que advirtió Juan Pablo en Bahía Blanca, respecto de Neuquén, fue lo estructurada y tradicional que resulta la sociedad.


 "Ahora ya no extraño tanto, pero al principio viajaba mucho; luego, las visitas se hicieron cada vez más esporádicas", indicó.


 Si deseaba reencontrarse con sus afectos, debía sortear 540 kilómetros. Un total de 440 más que Federico.



(DESGLOSE)

(Con esto quizás se pueda hacer algún cuadrito o algo así).


BALANCES


--El paso por la UNS
















 * "Estoy agradecido de haber estudiado en la Universidad del Sur. El hecho de que sea relativamente pequeña, hace que tenga menos defectos que otras, donde el contacto no suele ser tan directo y uno debe sortear más obstáculos para lograr recibirse. Acá, el trato es directo; las consultas mano a mano con los docentes se pueden aprovechar al máximo y eso hace que todo sea más simple. La organización que tiene la UNS no creo que la tenga otra en el país, pese al momento difícil que vive la educación". (Juan Pablo).






 * "Debo destacar el grupo humano del departamento de Ingeniería Electrónica; el trato es excepcional y creo que juega a favor el hecho de que seamos pocos, porque los docentes conocen la forma de trabajar de cada uno. Al final de la carrera, directamente, podríamos no haber puesto nuestros nombres a los exámenes, porque ya todos nos conocían y sabían quiénes éramos, así como nuestros puntos fuertes y flojos. Terminar una carrera en tiempo y forma no es mérito de los alumnos solos; necesitan guías, referentes y un plan marcado". (Federico).




Cuando un 9.50
es demasiado












 * "Lograr un promedio alto puede ayudar a obtener un empleo, pero a veces, aunque parezca mentira, juega en contra. En mi última entrevista de trabajo tuve que fundamentar, durante un largo rato, que no soy una ratón de biblioteca. Un excelente promedio es ideal para pedir una beca y hacer investigación. Pero si uno quiere trabajar, tal vez favorece más una nota mediana; de lo contrario, deberá dar explicaciones". (Federico).


Constancia y esfuerzo







 * "Comparo nuestros años de estudio con el cuento de los dos leñadores. Resulta que uno se había propuesto talar una cierta cantidad de árboles. Talaba y talaba, sin descanso. El otro, a cada rato, invariablemente, se sentaba. Cuando llegó el momento de contar los troncos, éste había talado más que el primero. El leñador le pidió saber cómo lo había hecho, y su compañero le contestó: `Sucede que, mientras descanso, afilo el hacha'. Nosotros --concluyó-- estudiábamos, pero también afilábamos el hacha. Y eso me provocaba, cuando salía, no sentir tanta culpa".


(DESGLOSE)

-- Perfil









 * Hijo de Mabel Caamaño --docente-- y de Rubén Kurtz--profesor de Educación Física, jubilado-- Federico nació el 24 de septiembre de 1978, en Coronel Pringles.


 * Tiene dos hermanos: Guillermo, de 22 años, y Estefanía, de 14.


 * Cursó sus estudios primarios en la Escuela Nº 1 y el secundario en la Escuela Técnica Nº 1 (ambas de Pringles).


 * Melisa, estudiante de Contador Público, oriunda de Tres Arroyos, es su novia.

-- Carnet






 * Hijo de Silvia Esparza --ama de casa-- y de Carlos Scoppa --Contador Público-- Juan Pablo nació el 25 de marzo de 1979, en Bahía Blanca. Cuando tenía cuatro años, la familia se radicó en Neuquén.


 * Tiene dos hermanos: María Laura, de 21 años, y Juan Manuel, de 18.


 * Cursó la primaria en la Escuela Nº 125 y la secundaria en la EPET Nº 14.


 * Su novia se llama Ana Laura, es bahiense y estudiante de Derecho.

(GRISADO)

Destacados.








 El grupo de estudio que formaron Federico y Juan Pablo estuvo integrado, además, por Ricardo Escalá (de 22 años, es el más joven de los egresados); Ezequiel Guinsburg (el primero que se recibió con el plan 98); Pablo Serratti (radicado en España por razones de trabajo, incluso, antes de recibirse) y Nicolás Rocca, quien, además de ser ingeniero, es profesor de alemán.


FRASE

"Tuve la suerte de que mis padres pudieran mantenerme todos estos años, algo que considero excluyente".







 Federico Kurtz




 "Lo bueno que tenemos con Federico es que vemos todo desde diferentes puntos de vista. Eso es positivo, porque enriquece la visión del otro".


 Juan Pablo Scoppa