Maneras
No es que el presidente de la República haya descubierto un presunto y hasta ayer desconocido estilo K, sino que le falta estilo para hombre de gobierno.
Lo que parecieron, aquí, alardes inofensivos para armarse de una popularidad más bien barata, se ha revelado, en su gira europea, como una cierta carencia de formas para representar al país con decoro.
Romper el protocolo para mezclarse con la multitud o jugar a las escondidas con la custodia policial son pasatiempos excusables en quien posa sin necesidad de hombre del común, cuando lo es naturalmente.
Pero otra cosa es dejar plantado, sin explicación alguna, a un centenar de empresarios franceses en un agasajo de antemano convenido. Entre esos empresarios, se hallaban no sólo dueños de poderosas firmas instaladas en nuestro país, sino también posibles inversores, que lo están estudiando para cuando nuestra economía quede normalizada. No es ése el modo de tratar con ellos. Más bien, se parece a cómo espantarlos.
Otro tanto, o peor, sucedió con los empresarios españoles. En un principio, se supuso que el presidente algo había aprendido: asistió a la reunión programada. Pero no. Pronto les reprochó haberse aprovechado de los momentos de auge de nuestra economía, haciéndose "cómplices" (sic) de maniobras dudosas.
Otro ejemplo. Preguntado por un periodista si pensaba en defender al capitán de corbeta (R) Ricardo Cavallo, contestó: "El Estado argentino no defiende delincuentes", hablando de un procesado como si fuese un condenado.
Además de su curso de economía, el presidente debió seguir otro de buenas maneras y manejo del idioma español.