Bahía Blanca | Domingo, 07 de diciembre

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Las discusiones salariales otra vez en escena

Los detractores del gobierno critican la falta de un plan económico. Señalan que si bien la actividad todavía mantiene cifras muy positivas en comparación con las del año pasado, de no producirse una aceleración de las principales variables, se corre el peligro de un estancamiento hacia fin de año, a niveles todavía muy bajos. El ministro Roberto Lavagna no admite estas críticas y asegura que existe una tendencia alcista en casi todos los niveles de producción, pero para esta segunda parte del año se fijó un objetivo central: procurar una mejora en el poder adquisitivo del salario.




 Los detractores del gobierno critican la falta de un plan económico. Señalan que si bien la actividad todavía mantiene cifras muy positivas en comparación con las del año pasado, de no producirse una aceleración de las principales variables, se corre el peligro de un estancamiento hacia fin de año, a niveles todavía muy bajos. El ministro Roberto Lavagna no admite estas críticas y asegura que existe una tendencia alcista en casi todos los niveles de producción, pero para esta segunda parte del año se fijó un objetivo central: procurar una mejora en el poder adquisitivo del salario.


 Si el consumo no rebota un poco más, será muy difícil mantener niveles relativamente elevados de crecimiento. Según las estimaciones del equipo económico, el país debería estar en condiciones de crecer en torno al 4,5% anual. El nuevo acuerdo con el FMI y la trabajosa reestructuración de la deuda que se avecina serán procesos claves para eliminar incertidumbres. Pero, si bien son condiciones necesarias para alcanzar un nivel sostenido de recuperación (luego del rebote ocurrido tras la caída récord de 2002), no son suficientes per se para impulsar el ciclo económico. Por lo tanto, la obsesión es encontrar un nuevo "motor" que empuje el crecimiento esperado.


 Los dos factores que más pesaron en 2002 ahora tienen un efecto mucho más escaso. Las exportaciones ayudaron, sobre todo en la primera parte del año pasado, a sostener un cierto piso en la actividad, que se encontraba totalmente paralizada en lo que respecta al mercado interno. Y la sustitución de importaciones fue clave a partir de la segunda mitad del año, cuando la trepada del dólar le puso una barrera al ingreso de productos importados, dando una oportunidad única a muchos productores locales que habían quedado relegados durante la convertibilidad.


 Pero, ambos fenómenos ahora pasaron a tener un papel secundario. La caída del dólar por debajo de los $ 3, que está provocando el agotamiento de la sustitución de importaciones (de hecho, el ingreso de bienes de consumo del exterior aumentó un 26% en los últimos meses) y la escasa capacidad de recuperación de las exportaciones (sólo están creciendo por el efecto del incremento de precios) obligan a buscar otros segmentos que empujen la actividad.


 La necesidad de recuperar niveles de consumo se notó con la ofensiva de los bancos Nación y Provincia, que salieron con varias líneas de crédito destinadas a individuos, tanto líneas personales como hipotecarias. La estrategia es incrementar la capacidad de consumo que perdieron los salarios, a través de nuevos préstamos. Sin embargo, la demanda está resultando escasa. Probablemente, la incertidumbre a nivel empresario provoca que quienes estén en condiciones de tomar un crédito no se endeuden, ante la posibilidad de perder el empleo o sufrir reducciones adicionales del salario (por ejemplo, por aumentos de precios).


 Como este mecanismo "indirecto" de alentar el consumo no dio por ahora los resultados esperados, el gobierno decidió avanzar por otra vía. No sólo incorporó los 200 pesos adicionales como suma remunerativa del salario, con lo cual aumenta el nivel de ingresos fiscales por los mayores aportes que deberán hacer las empresas, sino que llevó de $ 200 a 300 el salario mínimo.


 Aunque este incremento tendrá un impacto relativamente bajo (sólo hay unas 250.000 personas "en blanco" que ganan $ 200 por trabajar en jornada completa), en realidad, lo que buscó la medida es acelerar las discusiones salariales en las empresas. Al subirse el piso de la escala de sueldos, los trabajadores de categorías superiores también comenzarán a reclamar incrementos, ya que se encontrarán con una menor diferencia respecto del nivel mínimo que fijó el gobierno.


 "Hay sectores que están obteniendo amplias ventajas por el aumento dólar, ganaron en competitividad y en algún momento deberán trasladar esta mejora a los empleados", explican en el Palacio de Hacienda. Los salarios quedaron como la variable más rezagada de la economía y se espera que, lentamente, vayan adecuándose al nuevo nivel de precios que tiene la economía post-devaluación. De todas formas, no se espera que los salarios recuperen durante esta década el poder adquisitivo de 1998, del cual ahora se está entre un 40 y un 50% por debajo.


 La discusión salarial también llegó a los niveles estatales. La Asociación Trabajadores del Estado (ATE) ya amenazó con el primer paro a la administración de Néstor Kirchner, por no haber otorgado los $ 200 a la administración pública nacional. En la órbita del equipo económico y del ministerio de Trabajo no descartan otorgar este beneficio antes de fin de año, si la recaudación continúa comportándose de manera positiva.


 A los estatales de la provincia de Buenos Aires les fue mejor. Aprovecharon que el gobernador Felipe Solá está "dulce" por la cercanía de las elecciones y obtuvieron un aumento del mínimo salarial a $ 380, tras un paro masivo con cortes de calles y rutas.


 Mejoras salariales, aumento del poder adquisitivo y aliento a los créditos son sólo algunos de los componentes de este paquete desordenado que maneja Economía para alentar el consumo. También la reforma impositiva que se está preparando incluye esa preocupación. De hecho, la propuesta no pasa por reducir o eliminar el impuesto al cheque o las retenciones a las exportaciones, definidos como los más distorsivos para la actividad. Por el contrario, el primer impuesto que sería reducido es el IVA, justamente para abaratar los productos de la canasta básica. En el '91, por ejemplo, este impuesto llegaba sólo al 11%, pero con medidas sucesivas, ante los problemas de ingreso fiscal, se fue aumentando hasta llegar al 21%.


 Mientras se avanza con "sintonía fina" ante los problemas locales de la economía, Kirchner continuará esta semana tratando de suavizar los ánimos caldeados que persisten en el exterior contra la Argentina. Tras haber obtenido apoyo de los principales gobiernos europeos para avanzar en las negociaciones con el FMI, solicitará lo propio en el encuentro del miércoles con George Bush. La reunión será clave para recibir un apoyo político que permita allanar el camino a ese nuevo entendimiento.


 No se salvará --como le pasó en el Viejo Continente-- de los reclamos continuos que llegan de los países desarrollados. Al igual que su par español, José María Aznar, y que el presidente francés, Jacques Chirac, Bush también le reclamará a Kirchner que la Argentina vuelva a ser un país confiable para la inversión y en el que se respeten las reglas de juego. En otras palabras, Estados Unidos querrá estar seguro de que la Argentina desea verdaderamente respetar las normas del capitalismo, antes de dar el visto bueno para el acuerdo con el Fondo.


 La inquietud demanda, seguramente, respuestas mucho más contundentes que las expresadas hasta ahora por Kirchner, quien no reniega de la necesidad de contar con el paraguas de los organismos multilaterales, pero sigue con su política de seducción con países que decidieron quedarse afuera de la globalización, como Cuba y Venezuela. A menos de dos meses de su asunción, ya le están reclamando al gobierno argentino definiciones contundentes, que no pueden hacerse esperar más para un país que todavía no salió de su enorme crisis económica y social.