Bahía Blanca | Domingo, 07 de diciembre

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Lejos del ganador, cerca del corazón

En la continuidad de los festejos, Emanuel Ginóbili recibió el homenaje de la gente de Bahiense del Norte, que bautizó el estadio con el nombre de su hijo pródigo. ¿Se puede ser invitado de lujo en casa propia? Que lo diga "Manu", quien anoche fue homenajeado y hasta recibió regalos en Salta 28.


En la continuidad de los festejos, Emanuel Ginóbili recibió el homenaje de la gente de Bahiense del Norte, que bautizó el estadio con el nombre de su hijo pródigo.









 ¿Se puede ser invitado de lujo en casa propia? Que lo diga "Manu", quien anoche fue homenajeado y hasta recibió regalos en Salta 28.


 No fue cumpleaños, aunque el zurdo está cerca de los 26, pero fue la prolongación de unos festejos que habían empezado ayer a la tarde, con otros invitados y otro escenario. Y, se sabe, siempre hay un momento aparte para compartir con los íntimos, los allegados. Los seres queridos.


 Así, la comunidad de Bahiense del Norte colmó el flamante "Estadio 'Manu' Ginóbili": los grandes a la tribuna, los pibes en la cancha. Familiares y amigos a la derecha de la mesa de control. Periodistas, a la izquierda.


 "Estoy más nervioso que en una final. No me pregunten por qué. He estado delante de mucha gente, de muchas cámaras y delante de mi familia, pero es distinto", reconoció el agasajado.


 Para esto, ya eran las 20.20 y los nervios por el iodín que no funcionaba habían pasado. Resulta que pese a pruebas preliminares, la lámpara que debía resaltar el gran regalo se opacó a tal punto que hubo que salir a conseguir otros dos de 1500 watts cada uno.


 "Tengo 25 años, casi 26, el estadio de la cancha que fue tu casa toda la vida lleva tu nombre, toda la gente conocida que estoy viendo acá... ¡Estoy emocionado, en serio!", pudo decir "Manu" antes de que lo corten los aplausos.


 El clima había sido creado a la perfección por los folletos con la foto autografiada del homenajeado, la proyección de momentos inolvidables sobre una gran pared y un par de himnos del deporte como "We are the champions" (Somos los campeones) y la banda de Carrozas de Fuego. Mejor imposible.


 "Relamente soy un elegido. Me salió todo muy bien en mi carrera pero... Qué sé yo... Uno nunca sabe si merece todo eso", dijo "Gino", mientras no dejaba de apreciar la enorme lámina plástica que descubrió tras la mesa de control y con imágenes suyas impresas.


 "Este club siempre fue lo más importante para toda la familia, más allá de lo que es la familia en sí. Tendría que llevar el nombre de mi Viejo, no el mío", pidió.


 Y exigiendo a fondo las cuerdas vocales antes de quebrarse por la emoción, remató la despedida.


 "Yo le agradezco a él (por Jorge, su papá) por todo el amor que... --alguna lágrima que escapó y más aplausos--... Por todo el amor que nos enseñó a tener por estas instalaciones. Les agradezco a ustedes, a todos los compañeros que tuve en Bahiense, a los técnicos y a toda la gente del club".


 Y volvió a ser el de siempre. Rompiendo el protocolo, se bajó del palco para ir a buscar a Raúl Chaves, el árbitro bahiense internacional. Lo quiso subir, pero "El Colorado" le explicó que no era su homenaje.


 Mientras tanto, desde la tribuna resaltaba la imagen de la gigantografía, con el amarillo dominante y las fotos silueteadas del pibe y de las camisetas que uso en su carrera.


 Esta flamante "personalidad destacada de Bahía Blanca por su relevante actuación deportiva", según el Concejo Deliberante, vivió la noche de gloria que le faltaba. Esa que está lejos del hambre ganador pero muy cerca del corazón.