Sala Ciriaca Palao
Hace 35 años, en 16 de julio de 1968, la Biblioteca Bernardino Rivadavia bautizó con el nombre de Ciriaca Palao de Laspiur a una sala del primer piso de su edificio de la avenida Colón.
Ciriaca Palao, hija de Eustaquio Palao, uno de los fundadores de Bahía Blanca, nació en esta ciudad en 1838, cuando el fuerte llevaba una década de existencia. A sus 17 años de edad, contrajo enlace con el médico tucumano Sixto Laspiur. Fue precisamente respondiendo a un pedido de su marido que, en 1866, comenzó a dar clases en la primera escuela de niñas fundada en la ciudad, convirtiéndose así en la primera docente bahiense.
La acompañó en esa tarea educativa su hija Cora, quien se convertiría, a su vez, en la primera maestra con título oficial nacida en nuestra tierra.
Al morir, el 26 de julio de 1927, a los 89 años de edad, Ciriaca era poco menos que un prócer, "una reliquia viviente", según se la nombraba entonces.
La decisión de las autoridades de la Biblioteca Rivadavia de dar su nombre a una de sus salas fue un justo homenaje. "Ella unió a su condición de bahiense la tenacidad, la inclinación de su espíritu por el quehacer educativo, su serenidad y su inteligencia", dijo entonces el doctor Juan José Llobet Fortuny, presidente de la entidad.
El acto contó con la presencia, por demás trascendente, de Misia Rufina Laspiur, hija de Ciriaca, quien a sus 93 años mantenía lúcidos recuerdos de su madre.
Merecido reconocimiento entonces de una institución histórica hacia un heroica mujer que sostuvo con mano firme parte de los pilares sobre los que fue creciendo Bahía Blanca.