Humillación

Redacción de La Nueva.

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 Todo el buen efecto que tuvo en la opinión la decisión presidencial de renovar ante el primer ministro británico la exigencia argentina de iniciar negociaciones acerca de la soberanía sobre las Malvinas se disipó y se trocó en profundo disgusto, por la frase con que la acompañó, de acuerdo con el testimonio del vocero Miguel Núñez.

 Dijo el presidente de la República: "Yo viví muy de cerca la locura de Galtieri". La locura consiste en descalificar de modo irresponsable la guerra que hubo de afrontarse en defensa de nuestro patrimonio territorial.

 Que esto fue así ha sido declarado por los jueces que juzgaron y condenaron a Galtieri por otros motivos, pero no por haber opuesto las armas de la Nación a una agresión armada. Y así fueron también los sucesos que precedieron a la guerra. El desembarco del 2 de abril respondió a la necesidad de producir algún hecho efectivo pero incruento, tras años de negociaciones inútiles, por las dilaciones y, en última instancia, la negativa inglesa a proseguirlas.

 Ocupando las islas, era obvio que la Argentina sólo perseguía reabrir esas negociaciones para avanzar hacia el reconocimiento de nuestra soberanía. El Reino Unido contestó con el envío de una expedición punitiva e inició la guerra el 1 de mayo. La versión sobre "la locura de Galtieri" se originó en la izquierda más ciega que, por odio a las Fuerzas Armadas, les endilga la culpa del conflicto y ensucia la gloria de los combatientes que defendieron el territorio patrio.

 A esa versión responden las palabras del presidente, ofrecidas como un humillado pedido de disculpas.