El avance de los genéricos pone a prueba a la industria
Un antiulceroso de marca líder (Ulcozol), de 10 miligramos y 28 comprimidos, se vendía al público a 18,89 pesos en abril de 1999, cuando este diario realizó un relevamiento similar a este. En abril de 2002 pasó a valer $ 43,28, pero en la actualidad su precio es 20,50 pesos. Entre abril de 2002 y julio de este año bajó nada menos que un 52,63%.
No obstante, quizás el ejemplo más contundente sea el del Amoxidal de 500 miligramos y 8 comprimidos, --se vende casi tanto como una aspirina--. Durante los 10 años del gobierno de Menem costó $ 6,80, subió a $ 12,80 a la salida de la convertibilidad, pero misteriosamente hoy vale lo mismo que en 2001 ($ 6,80) con un dólar de 3 pesos. Su valor descendió casi un 47%, pero aún no compite con un genérico de su tipo, que vale en promedio 4 pesos.
Según todos los protagonistas de este mercado, la explicación hay que buscarla en la entrada en vigencia de la ley 25.469, sancionada por el Congreso en agosto de 2002, que impuso la obligación de recetar por el nombre del medicamento genérico.
Si bien incluso desde la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) se manifestó a este diario que "las bajas son producto de la ley", algunos farmacéuticos locales señalaron que "hasta ahora, los laboratorios sólo hicieron un maquillaje con algunos productos, y que los precios deberán seguirán bajando, si no quieren perder más mercado".
En términos globales, desde diciembre de 2001 hasta mayo de 2002, los medicamentos habían aumentado su precio en un promedio del 95%, pero desde mayo de 2002 hasta febrero de 2003, sólo subieron el 1%.
Un informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) constata que durante los primeros tres meses del año, la facturación del sector totalizó 1.090,7 millones de pesos (386,7 millones de dólares), lo que representa un crecimiento del 61% respecto al mismo trimestre del año pasado.
Sin embargo, la expansión de la industria farmacéutica se desaceleró en el primer trimestre de 2003, ya que la facturación sólo creció el 4%, las ventas en el mercado interno subieron el 7% y las exportaciones cayeron el 18%.
La sanción de la ley 25.469 obligó a los médicos a prescribir a sus pacientes por el nombre del principio activo --la droga-- del medicamento, en lugar del nombre de fantasía, como lo habían hecho siempre, y con interesantes beneficios.
Los médicos pueden ahora agregar la marca comercial sugerida, pero para que pueda pasar el filtro de las obras sociales, deben argumentar porqué lo hacen.
Una vez en la farmacia, el comerciante tiene la obligación de ofrecerle al cliente todas las alternativas disponibles con la misma droga y diferente costo, aunque cada vez son más las obras sociales que exigen a las farmacias entregar lo más barato.
Esta situación, arbitraria por donde se la mire, será seguramente motivo de quejas por parte de los afiliados.
En nuestra ciudad, la venta de genéricos ya estaría representando entre un 30% y un 35% de la venta total, según distintas farmacias consultadas, aunque no faltó quien sentenciara que "si la industria no sigue bajando los precios, en 2004 ese porcentaje se elevará al doble".
Un medicamento recibe la denominación de genérico, en países donde rigen las patentes medicinales, cuando es comercializado una vez que ha vencido la patente del medicamento innovador, y que ha sido bioequivalente con el mismo. En tales países, el precio de los genéricos suele ser hasta un 30% menor que el del innovador.
Voces
"A nivel nacional, la participación de los genéricos es del 15%. Si se comienzan a aplicar parámetros de bioequivalencia, el genérico va a crecer, como ha ocurrido en todo el mundo". Doctor José Tombazzi, presidente de CAPGEN
Según le dijo a "La Nueva Provincia" José Tombazzi, presidente de CAPGEN, la cámara que agrupa a 21 laboratorios elaboradores de medicamentos con nombre genérico, y titular del laboratorio Denver, "la participación del genérico en las farmacias, a nivel nacional, pasó del 0,7%, en diciembre de 2001, al 15% actual".
La CAPGEN reúne a laboratorios tradicionales que siempre abastecieron de genéricos a los hospitales, y que a partir de la apertura también se lanzaron al mercado masivo.
El especialista indicó que las expectativas de un mayor crecimiento están centradas en la política que decida adoptar finalmente el Estado.
"Si se mejora el concepto de genérico y se comienzan a aplicar los parámetros de bioequivalencia y biodisponibilidad, creemos que el genérico va a crecer como ha ocurrido en todo el mundo", dijo Tombazzi.
Consideró que el argumento que usa la industria para descalificar a los genéricos es irrelevante, "porque ni medicamentos genéricos ni marcas han hecho estudios de bioequivalencia. En la actualidad, el ANMAT ya está extendiendo algunos certificados cuyos plazos se habían vencido", anunció.
Tombazzi fue categórico, al manifestar que lo existente es una ley de prescripción por nombre genérico, "pero no una ley de genéricos, que regule el funcionamiento del mercado, como se está preconizando".
Los fabricantes no tienen dudas de que un instrumento semejante reduciría notablemente la alta vulnerabilidad del sector, frente a la posibilidad de un hecho desgraciado o no, como ha sucedido en otras ocasiones.
"Las marcas, lo primero que acusaron fueron fallas de calidad, cuando, en realidad, el medicamento genérico, tal cuál lo conocemos hoy, ha participado del mercado hospitalario durante más de 25 años. De otra manera, deberíamos tener montañas de cadáveres", dijo Tombazzi.
Más que un argumento, la respuesta parece una simplificación, si se tiene en cuenta que no todo lo que no mata, indiscutiblemente debe curar.
La expansión del mercado de producción de genéricos en el país está permitiendo exportar incluso a mercados hasta ahora vedados como el de Medio Oriente, e incursionar en el Mercado Común Europeo.
Tombazzi interpretó que el crecimiento en unidades vendidas de los asociados a CAPGEN que abastecen el mercado interno aumentó un 50% entre 2001 y 2002.
"Ginés (González García) impuso la monodroga en el momento justo, cuando la gente tenía cero pesos en el bolsillo".
De un farmacéutico local
"El farmacéutico quiere hacer más caja que ayer, pero aquí hay que separar salud de negocio. La suerte que tuvo Ginés (González García) fue que impuso la monodroga cuando la gente en el bolsillo tenía cero pesos, entonces, la miseria le ganó a la razón. Hoy nadie tiene elementos para salir a decir que un Lotrial es mejor que un Enalapril (genérico) marca X, porque vale dos veces más", se sinceró un farmacéutico.
Desde el ministerio de Salud señalaron a este diario que en los primeros meses de 2002 hubo una caída del 42% en la venta de unidades respecto del año anterior, porque la gente literalmente no podía pagar los remedios que le recetaban.
"Hoy, en cambio, existen 6.700 productos con precios inferiores a junio de 2002. E incluso hay 480 medicamentos, con valores similares a 1998", señalaron.
Según fuentes de las propias cámaras, los precios de los medicamentos habían crecido un 68% durante la convertibilidad, con muchos productos esenciales, que superaron largamente ese porcentaje.
Este cambio cualitativo también convenció a los laboratorios de que el motivo de todos sus desvelos había dejado de ser el médico, obligado a cambiar su manera de recetar por imposición de la ley, para pasar a ser las farmacias.
"Pasamos, de ser un número, a que nos tapen de promociones y nos digan sin ponerse colorados, que la política de la empresa ha sido siempre estar al lado de la farmacia" dijo con sorna un comerciante, al referirse a los APM.
Según dicen desde el ministerio de Salud, el cambio de prescribir por marcas a hacerlo por genéricos rompió una vieja cadena de favores existente entre laboratorios y médicos, dispuestos a favorecer a tal o cual laboratorio a la hora de recetar, para recibir a cambio distintos favores.
Pero los laboratorios no se amilanaron y ensayaron una estrategia a mitad de camino: entregaron cuponeras a los médicos, para que los pacientes compraran sus especialidades con descuentos de hasta el 40%. A fin de mes, compensaban a cada farmacéutico depositando la diferencia en su cuenta corriente.
Según los propios comerciantes, la situación se tornó inmanejable para los laboratorios, al mantenerse en circulación no menos de 20 bonos, con 10 productos cada uno.
La decisión fue entonces, absorber todos los bonos vigentes y reemplazarlos por un Bono Solidario, que podría estar en la ciudad en los próximos días.
El nuevo bono permitirá un ahorro al paciente sin obra social del 30% sobre el precio de venta al público de los medicamentos, un 15% lo absorberán los fabricantes y la otra mitad las farmacias, aunque a diferencia de los anteriores, este bono incluirá todos los medicamentos de alto valor.
Entre los farmacéuticos, nadie cree ver en esto una muestra de filantropía, sino más bien un reflejo de supervivencia de la industria, claro que tampoco pierden de vista que la venta bajó un 42% durante 2002, y que cada vez es mayor la cantidad de gente que consulta el precio y se va sin comprar.
"Esto no lo esperábamos, pero lo que nos interesa es vender, y ésta es una forma de hacer más accesible los medicamentos para los que menos tienen", dijo una fuente consultada por este diario.
"Hay que descartar especulaciones sobre la calidad de los genéricos". Doctor José Daniel Alvarado, presidente de COFA
Para el doctor José Daniel Alvarado, presidente de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), la prescripción por nombre genérico viene aumentando en todo el país, y más significativamente en la provincia de Buenos Aires.
"Este es un cambio cultural de toda la vida y lleva un tiempo, pero el Estado está avanzando mucho con los controles. En el caso del IOMA, que tiene 1,4 millones de afiliados en la Provincia, el ciento por ciento se prescribe por genéricos".
Para Alvarado, la resistencia de algunos de sus colegas a sugerir lo más barato, es "sólo una cuestión de prejuicios", porque agrega: "estos medicamentos estuvieron siempre en las farmacias y todos están aprobados por el ANMAT, pero que no sean tan conocidos como otros, no quiere decir que sean menos eficaces", aseguró.
Dijo además, que la aparición de la ley había influido en una baja de los precios de los medicamentos, sobre todo en las patologías más comunes.
"Si consideramos algunas de las principales patologías como, por ejemplo, un antibiótico como la amoxicilina, un antiácido antiulceroso como la Ranidina, o un hipertensivo como Atenolol, vemos que los precios bajaron, después de la salida de la ley", dijo Alvarado.
Las farmacias manejan un margen del 20% sobre el precio de venta al público, si los precios unitarios caen --como ocurre con los genéricos-- el negocio se debilita. Esto se puede compensar, con un aumento de la demanda y con la posibilidad de comprar directamente a los laboratorios, sin pasar por las droguerías, obteniendo un 10,5% más de rentabilidad.
El cambio alteró los métodos
El quiebre de los cánones tradicionales de venta para los laboratorios, modificó también la efectividad de los métodos usados para medir el desempeño de cada industria y sus medicamentos.
Hasta ahora, los laboratorios venían midiendo su performance y el de sus competidores a través de una auditoría denominada IMS, de alcance internacional. La misma registra las unidades vendidas y los precios de transferencia desde las droguerías a las farmacias. Este no es el único método para medir efectividad, están aquellos que siguen la evolución de las recetas, indican las preferencias de productos por especialidad y zona geográfica, y hasta captan el nombre de cada médico y las especialidades que receta.
Lo que sucede ahora, como en toda crisis, es que muchos laboratorios están pasando por alto a las droguerías, para llegar directamente a las farmacias, que son los clientes por excelencia de aquí en más. El inconveniente es que esta modalidad desvirtúa los controles, porque los principales centros de recolección de datos del sistema están instalados en las droguerías.
Otra cuestión que escapa a los controles, es cuál es el precio final que pagan las farmacias a los laboratorios, porque en el medio existen bonificaciones en mercadería, que no quedan registradas en ningún lado.
El cambio de reglas también alteró el sistema de medir cantidad y marca, a partir de la receta médica. Desapareció aquello de que una receta era igual a una venta. Como el médico sólo está obligado a colocar el principio activo, y opcionalmente la marca, nadie puede asegurar qué es lo que decide el paciente una vez que está frente al mostrador.
"La ANMAT elaboró una estrategia sobre bioequivalencia basada en el concepto de riesgo sanitario y en un listado de drogas a las que se les exige bioequivalencia en tres países considerados de alta vigilancia sanitaria: EE.UU, Alemania y Canadá". Administración Nacional del Medicamento, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT)
Desde la ANMAT se informó a "La Nueva Provincia" que la estrategia que seguirá el país sobre bioequivalencia de medicamentos pivotea sobre dos cuestiones esenciales: lo establecido en Conclusiones y recomendaciones, de la consulta de expertos sobre bioequivalencia de productos farmacéuticos, Caracas, 1999, y el listado de drogas a las que se les exige ese requisito en EE.UU, Alemania y Canadá, tres países con la más alta vigilancia sanitaria.
Para ello las drogas se categorizan en: riesgo sanitario alto, intermedio y bajo.
Riesgo alto es la probabilidad de que aparezcan complicaciones de la enfermedad, amenazantes para la vida y/o reacciones adversas graves, cuando la concentración sanguínea de la droga no se encuentra dentro de la ventana terapéutica (cociente entre concentración máxima no tóxica y mínima efectiva).
La aplicación de estos criterios llevó a la ANMAT al establecimiento de un cronograma progresivo de determinación, de acuerdo al riesgo sanitario de cada principio activo.
La Admnistración gestiona anualmente un promedio de 700 solicitudes de inscripción de productos en el Registro de Especialidades Medicinales, de acuerdo a lo establecido en los artículos 3º, 4º y 5º del decreto 150/92.
Desde el organismo se aclaró a este diario que para la aprobación de productos nuevos, desde 1992 se solicita la presentación de tests de disolución comparativos, entre el producto a aprobar y otro de referencia. Estos son evaluados, antes de que comiencen los estudios de bioequivalencia.
Por biodisponibilidad se entiende la comparación, entre una especialidad medicinal tomada como referencia y otra en estudio, de la cantidad y velocidad con que un principio activo alcanza el sitio de acción. Esto se hace midiendo cuánto y cómo llega la droga contenida en la forma farmacéutica hasta el aparato circulatorio.
De la comparación de las biodisponibilidades, se obtiene la bioequivalencia.
Rodolfo Angeletti