Bahía Blanca | Domingo, 07 de diciembre

Bahía Blanca | Domingo, 07 de diciembre

Bahía Blanca | Domingo, 07 de diciembre

Una (hermosa) vidriera que merece ser aprovechada

Por Enrique Nocent/"La Nueva Provincia".


 Repasemos.


 Emanuel Ginóbili y Juan Ignacio Sánchez juegan en la NBA, siendo los únicos argentinos insertados en la competición más elitista del planeta Tierra.


 Raúl Chaves es árbitro de la Euroliga, la segunda más poderosa del mundo. Esto dicho sin contar que tiene posibilidad de llegar a dirigir en la NBA.


 Juan Alberto Espil, Alejandro Montecchia y Hernán Jasen cumplen papeles protagónicos en la Liga de España, hoy por hoy considerada por varios como la mejor de Europa.


 Todos los citados son bahienses, ¿no?


 Cuando se mencionan sus nombres, en los medios nacionales y extranjeros suelen aludir a su origen, de modo que se constituyen en una auténtica vidriera promocional para nuestra ciudad.


 Infortunadamente, hasta ahora nunca pasó de ese escalón. Y no por responsabilidad de ellos. Los deportista hicieron su parte, en proporción mayúscula, abriendo fronteras. Consiguiendo, gratis, una publicidad fastuosa.


 ¿Qué nos falta para subir un poco más?


 Iniciativa e inteligencia para asumir que cada minuto que pasa, es tiempo que se pierde. Y no nos referimos exclusivamente a la parte dirigencial de nuestro básquetbol.


 Esta constituye el estamento central, por supuesto, pero el abanico abarca otros eslabones. La industria, por ejemplo. El comercio también. Y no podemos dejar de lado a los políticos.


 Tenemos bien presente un reproche que oímos de Dimas J. Pettineroli, otrora dinámico periodista quien, desde hace años, se encuentra afincado en Miami, orientado a otras actividades.


 "No entiendo a los argentinos. Aquí Gabriela Sabatini, por citar, fue muy conocida. Admirada y querida. Pero nunca ningún empresario argentino aprovechó el momento para usufructuar esa popularidad. Tampoco la embajada. Es desconsolador". se compungió.


 "Otros mercados están pendientes de que alguno de sus deportistas, artistas, músicos o lo que se les ocurra, alcancen proyección en este país para, inmediatamente, hacer de ellos una fuente de convocatoria. Arman grupos de empresarios y comerciantes y los traen para hacer negocios con sus pares americanos", fueron, palabras más, palabras menos, sus apreciaciones.


 Por extensión, en el plano deportivo la oportunidad que se abrió es especial. Acaso única. Ojalá que no, pero nunca se sabe.


 Intercambio es, se nos ocurre, una palabra clave. Aunque no excluye otras posibilidades.


 Pero no un intercambio aislado, como puede ser una gira por universidades, experiencia ya concretada. La idea, el proyecto, debe ser más amplio y pretencioso.


 Sabemos, estamos seguros, que en los Estados Unidos no son pocos los que oyeron repetidamente la mención de Bahía Blanca. Y están interesados en saber "qué diablos pasa en esa ciudad que produce tantos valores de alto rendimiento vinculados al básquetbol".


 Se asemeja a un fenómeno muy particular. Y les despierta curiosidad, que puede ser despejada tendiendo vínculos.


 Vínculos, precisamente, es la otra palabra clave. Sea a través de la mismísima NBA, como así también con sus 30 franquicias, sin olvidar a las universidades nucleadas en la poderosísima NCAA.


 Y, cruzando el océano Atlántico, está la Fiba. Y los clubes europeos, muchos de ellos de envidiable estructura y potencial que en la última década, en su mayoría, ha venido "pirateando", o poco menos, nuestra materia prima.


 De modo que asoma imprescindible hacerles saber quiénes somos, cómo trabajamos y cuál es nuestra historia para, a través de ese mecanismo, tratar de amenguar la mentalidad pirañista y establecer otro tipo de relación más equitativamente justa y adulta.


 Por encima del orgullo propio de "pago chico" experimentado por el reciente episodio, ¿No suena extraño, acaso, que Emanuel Ginóbili haya venido a la Argentina para autografiar, en Córdoba, camisetas de Talleres, Belgrano o Instituto? ¿No nos duele?


 Algo está fallando. Eso es evidente.


 Aquí hay clubes que, desde hace tres cuartos de siglo, trabajan por este deporte con una escasez de infraestructura y de medios económicos que sorprendería siendo que, no obstante ello, producen deportistas de excelencia.


 Puede que les haya llegado la hora del (archimerecido) reconocimiento bien que, para que así ocurra, será menester arremangarse.


 Cuanto antes, mejor. Para todos.

Enrique Nocent/"La Nueva Provincia"