Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Bajo de Bordenave: una reserva natural poco conocida que invita a una escapada

La parcela de 5 ha ubicada en Bordenave (Puan) está abierta a la comunidad y a los turistas. Declarada reserva municipal en 2017, es ideal para la fotografía, el avistaje de aves y las visitas educativas.

El chiflón, una de las especies que pueden avistarse en la reserva. Fotos: Alejandro Morici.

   Anahí González Pau
   agonzalezlanueva.com

   Nuestra zona cuenta con lugares y rincones desconocidos o poco frecuentados a los que vale la pena llegar para estar en contacto con la naturaleza, reducir los niveles de estrés y conocer más sobre la flora y fauna que nos rodea.

   Uno de estos sitios es el Bajo de Bordenave, una reserva natural de 5 ha, en la localidad de Bordenave (distrito de Puan) abierta a la comunidad y a los visitantes en general; ideal para la fotografía, el avistaje de aves y las visitas educativas.

   Se creó en 2017 a instancias de una ordenanza municipal tendiente a la conservación. Cuando en la zona hay lluvias extraordinarias, que superan el milimetraje habitual, se crea una laguna que llega a abarcar las 3 ha. De lo contrario, las parcelas pasan a ser un pastizal nativo mezclado con especies exóticas.


La entrada a la reserva educativa, lugar que visitan las escuelas.

   Alejandro Morici, encargado de la reserva, naturalista de campo e investigador autodidacta (adscripto a la fundación Azara y autor de varios artículos explicó que hablar de es especies exóticas, no es hablar de especies raras sino de flora y fauna que no es nativa del lugar.

   "Cuando decimos exóticas, nos referimos a especies foráneas, como el gorrión o la paloma casera. En cuanto a las plantas de la reserva, me refiero principalmente a los tamariscos, álamos, cañas, cardo, especies con las cuales se forestó en algún momento sin tener en cuenta a las nativas como caldenes y algarrobos", explicó el guía.


Loica.

   En la reserva pueden encontrarse más de cincuenta especies de aves que no solo se alimentan y descansan en el lugar sino que crían. Además, hay un número elevado de otras especies de mamíferos, batracios, reptiles y otros animales pequeños que permiten enseñar la riqueza de la biodiversidad.


Pico de plata.

   Lugares como este son muy considerados por las personas que gustan de la fotografía y observación de la naturaleza, por su fácil acceso y ubicación.

   Su tamaño -es pequeña, en comparación con otras reservas-, no desmerece su encanto. Se la puede recorrer de forma autoguiada, a pie, aunque una deuda pendiente es la colocación de cartelería educativa que permitiría a los visitantes contar con una mayor información acerca de lo que es posible observar a lo largo de los senderos habilitados.

   Morici suele acompañar a los curiosos y fotógrafos que llegan a conocerla, generalmente motivados por comentarios o fotos del lugar que ven en las redes.


Tijereta.

   “Es una reserva muy chica, está abierta las 24 horas del día  y prácticamente no tiene infraestructura. Es un lugar para observar, recorrer y distenderse”, contó

   Durante la semana, la gente utiliza este espacio para salir a caminar y apreciar la belleza del entorno.

   Quienes se acerquen a Bordenave a conocer esta reserva también pueden disfrutar del Paseo de los Caldenes, declarado de interés municipal, espacio que posee unos caldenes muy añosos. Por otra parte, en el ingreso, a mano derecha, se encuentra el parque Don José, una hectárea forestada por un vecino que se dedicaba a plantar y cuidar especies exóticas y nativas.

    Dentro del distrito, el recorrido podría continuar hacia la Laguna de Puan, donde hay campos, baño y buffet. Allí hay una lancha que permite a los visitantes cruzar a la reserva Isla de Puan, que también pertenece al Municipio.


Garganchillo.

   La reserva Bajo de Bordenave cuenta con un cartel de bienvenida en la entrada en el cual se especifica qué es lo que se puede hacer y qué no, ofrece bancos de plaza para descansar o  tomar unos mates y cestos de residuos de madera.

    Morici fue quien propuso que se la declarara reserva, para preservarla de la contaminación y el abandono.

   “Esta área es una zona baja, de ahí el nombre Bajo de Bordenave, que se inundó varias veces y como consecuencia se formó una laguna. Al estar cerca del ejido de Bordenave los desaprensivos de siempre tiraban bastante basura”, contó.


Benteveo.

   “Cuando yo iba a sacar fotos o hacíamos visitas guiadas con los chicos de la escuela veía esta situación. Lo primero que hice fue pedir que se colocara cartelería para que la gente dejara de tirar desechos”, comentó.

   Por último, al enterarse de que esas hectáreas pertenecían al municipio, solicitó la declaratoria. La Comuna aceptó tomar medidas tendientes a su conservación.

   El vivero municipal junto con la escuela local llevan adelante planes de reforestación con plantas nativas para recomponer el paisaje original. La reserva permite sumar especies arbóreas acuáticas, arbustivas y de pastizal autóctonas a las cuales se debe proteger.

Las características propias de la reserva según la ordenanza

    En el sector sudeste del ejido urbano de la localidad de Bordenave se encuentra el denominado “Bajo de Bordenave”, un sector actualmente anegado y que forma una laguna de unas tres hectáreas con características típicas de una laguna bonaerense, con algunos pequeños montes formados por especies exóticas, bañados, pastizales salobres y arbustales con alto grado de intervención.

   A partir del año 2015 es utilizado por los alumnos de la escuela primaria junto a sus docentes para desarrollar distintas actividades educativas- científicas mediante las cuales los pequeños toman contacto directo con la naturaleza que se conserva prácticamente sin intervención de la mano humana.

   Al igual que la Reserva Isla de Puan, que puede visitarse en la misma escapada, es un ambiente natural protegido, aunque en este caso, con especial énfasis en la educación ambiental.