Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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“Del estancamiento solo se sale con reglas de juego claras”

El presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, Mario Grinman, habló con La Nueva.

Por Walter Gullaci / wgullaci@lanueva.com

 

   “Necesitamos un discurso realista que traiga tranquilidad y confianza”, sostiene Mario Grinman a poco de haber asumido la presidencia de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC).

   En diálogo con La Nueva., el dirigente cree que a la pobreza sólo se la combate creando riqueza.

   “Y la riqueza sólo la puede crear un sector privado pujante y vigoroso. Pero del estancamiento sólo se sale con reglas de juego claras”, acota con énfasis.

   De 68 años -nació en Concordia en 1952-, Grinman integró la Cámara Gráfica de Entre Ríos y la Federación Argentina de la Industria Gráfica; presidió el Centro de Comercio, Industria y Servicios de Concordia; y la Federación Económica de Entre Ríos.

   En el sector público, fue jefe de Gabinete de Asesores de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables de la Nación y asesor del gobernador de la provincia de Entre Ríos en temas económicos. En 1985 se incorporó a la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, donde desde 2016 se desempeñaba como secretario. Hasta llegar a la presidencia el 25 de noviembre pasado.

   -Casi es una obviedad, pero le pregunto: ¿el sector del comercio hoy lucha por, al menos, sobrevivir tras semejante escenario de pandemia y crisis económica?

   -La situación es muy compleja porque veníamos de dos años de mucho atraso, de recesión. Tengamos en cuenta que atravesamos una década complicada, a lo que se le sumó esta tragedia de la pandemia que derivó en miles de empresas cerradas y una enorme cantidad de puestos de trabajo perdidos. Lo que viene es incierto.

   -¿Esperaba una reacción diferente de este nuevo gobierno?

    -Reconocemos que salió en la ayuda de muchos sectores de comercio y servicios con las herramientas que disponía. Pero en un país como la Argentina, con una crisis recurrente y una debilidad económica histórica, esas herramientas son muy escasas, por lo que tampoco hay mucho para reprocharle a la gestión nacional. Hizo lo que pudo hacer, con el ATP por ejemplo, que debería tener cierta continuidad. Y ahí estamos, tratando de sobrevivir.

   -¿El paliativo de las aperturas graduales fue apenas eso, un soplo de aire fresco?

   -Tampoco fue la solución, porque abrir un negocio no significa que haya ventas en un momento de tanta retracción. El consumo y la economía funcionan a la par de las expectativas. Que hoy ni siquiera pasan por un evento social que tengamos a la vista y que nos movilice a comprar un par de zapatos o una camisa.

   -Si hablamos en términos del PBI y la mano de obra, ¿ustedes cuánto representan en valores porcentuales?

   -La Cámara Argentina de Comercio representa en términos de PBI un 65 por ciento y en cuanto a mano de obra formal ocupada un 68 y moneditas. Es muchísimo.

   -¿Y si hablamos de puestos de trabajo, existe un número real de pérdidas?

   -Estimamos que se tienen que haber perdido cerca de 300 mil puestos de trabajo formales este año.

   -Y más allá de esta crisis que tiene al Coronavirus como un disparador inusitado, ¿alguna vez este país podrá lograr una economía sustentable?

   -En los últimos 90 años, ningún gobierno de cualquier color político, incluyendo la desgracia de las dictaduras militares, o porque no lo dejaron o porque no tuvo la capacidad, pudo construir un modelo económico sustentable. ¿Por qué hablo de 1930? Porque ese año, con el primer golpe cívico-militar en el que se quebró nuestra joven democracia, en un momento donde el PBI per cápita de la Argentina estaba en el tercer lugar del mundo, empezó a degradarse todo. Durante cien años sólo en siete oportunidades nuestro país logró un equilibrio fiscal. Es decir que en 93 años vivió gastando más de lo que ingresó. Imposible gestionar así. De esa forma no hay manera de sortear estas crisis económicas recurrentes.

   -¿Aquello de que somos un país rico quedó un poco a trasmano de la realidad?

   -Me lo dice permanentemente gente de otros países con la que tengo contacto: ´Ustedes son un país rico’. Considero que es falso. Somos un país con enormes recursos naturales y un buen recurso humano, pero si no lo trabajas como se debe no te sirve de nada. Acá se ha perdido la cultura de la educación, del trabajo. Hay que retornar a aquellos años en los que nuestros abuelos llegaron como inmigrantes con el objetivo de trabajar, crecer, progresar.

   -¿Y cuál es el rol que tienen que desarrollar ustedes, los comerciantes y empresarios, para modificar este escenario? Noto en algunos sectores cierta pasividad. Como que a algunos sólo les interesa cuidar sus quintitas… Que el riesgo lo asuman otros.

   -Por empezar siempre se asumen riesgos. No importa el tamaño que sea. Podrá asumirlo Doña Rosa que está en Bahía Blanca con su negocio unipersonal o una gran empresa con mil empleados. El riesgo siempre está latente, principalmente en la Argentina donde en forma permanente te cambian las reglas de juego, donde la seguridad jurídica es relativa. Y donde existe una enorme presión tributaria y se siguen creando impuestos. Además, con una tremenda presión laboral.

   -¿Entonces?

   -Mire. Mauricio Macri llegó el poder prometiendo “pobreza cero”. ¡Más vale que no lo juzguen por eso! (risas). Todos se llenan la boca con ese discurso, pero a la pobreza sólo se la combate creando riqueza. Y la riqueza sólo la puede crear un sector privado pujante, vigoroso, con reglas de juego claras. Ello deriva en la creación de nuevas fuentes de trabajo. No hay otra salida. Y el Estado vive de la riqueza que genera el sector privado. ¡Que tiene que pagar infinidad de impuestos! Alrededor de 8 millones de habitantes somos los que pagamos una tremenda carga tributaria consolidada para que pueda sobrevivir el resto de los habitantes en un país de 45 millones de personas. Menos del 20 por ciento somos los que tributamos. Es algo absolutamente inviable.

   -Está claro que el objetivo primario del empresariado pasa por ganar dinero, pero existe un entorno del cual no puede sustraerse.

   -El fin lógico de todo empresario, que en definitiva es un emprendedor, es ganar dinero. Y con el dinero que gana puede hacer filantropía, lo que quiera. Pero primero necesita ganarlo. Sucede que acá, en la Argentina, hay demasiada ideología que termina por no respetar al empresario. Entonces cuando las condiciones donde está instalado dejan de existir, en un tiempo razonable decide marcharse hacia Uruguay, Paraguay, a otro país donde lo pueda ganar.

   -Fue parte del sector público, con lo cual su mirada puede ser aún más amplia. ¿Podremos sobrevivir a esta grieta cada vez más profunda?

   -Fueron apenas cuatro meses los míos en la gestión pública y resultaron toda una experiencia interesante debido a un amigo que me pidió que lo acompañe… Pero bueno. Claro que podemos salir adelante y dejar este escenario. Un empresario importantísimo me planteaba: ´Ya no queremos hablar más de economía, queremos hablar de política’. Y me decía: ´Mirá. Si yo le voy a pedir al Gobierno que baje impuestos sé que no los puede bajar porque necesita cada vez más plata, entonces para qué se lo voy a pedir. Entonces hay que tratar de que no sigan inventando nuevos tributos. Y que lleve tranquilidad’. Tenía razón.

   “Entendemos que en la vida democrática hay tensiones lógicas, dentro y fuera del Gobierno. Máxime en una administración de coalición como es ésta. Necesitamos un discurso realista que traiga tranquilidad y confianza. Las inversiones se realizan en base a confianza. Entre 2010 y 2019, un estudio del Banco Mundial sostiene que la Argentina ocupa el segundo lugar en el mundo con peor performance de inversión directa extranjera, detrás sólo de Venezuela. ¿El empresario cómo va a venir a invertir acá si le ponen doble indemnización para despedir, cargas, impuestos, etc., etc.? Es inviable.

   -¿Deduzco, obviamente, que está totalmente en contra del llamado impuesto a la riqueza?

   -¡Es ideología pura! ¿Qué van a recaudar? ¿300.000 millones de pesos? ¿Lo van a distribuir entre los que necesitan? Está bien. ¿Pero cuándo se terminen? ¿Qué quedó? ¿Van a crear otro impuesto nuevo? No puede ser que a la pobre gente se la siga teniendo con dádivas de los gobiernos de turno. Acá hay que crear trabajo. Argentina tiene 165, 170 tributos. La mayor presión tributaria del mundo. Algunos nos comparan con Suecia, Noruega, pero ni por asomo tenemos la calidad de vida que tienen ellos.

   -Mario, ¿usted tiene hijos?

   -Sí claro, tres hijos y seis nietos.

   -Si alguno de ellos le viene con la idea de partir, de desarrollar su futuro afuera, ¿qué le diría?

   -Con todo el dolor, me pondría a llorar, pero le diría que es la decisión correcta para este momento de la Argentina. Soy nieto de inmigrantes. Estoy orgulloso de decir que el nuestro es un país de inmigrantes. Y ahora me preocupa tremendamente que con el correr de los años nos hemos transformado en un país de emigrantes. Es muy triste.

   “Hay que volver a la mística de los que vinieron a laburar a principios del Siglo XX, a recrear el mérito de estudiar, trabajar, progresar. Tenemos enormes posibilidades, pero en contrapartida hay un 50 por ciento de pobres. Es inaceptable. Una inmoralidad. Y nadie se salva de esta realidad".

   Los bahienses Carlos Arecco, de la Bolsa de Comercio, y Martín Garmendía, de la Cámara de Comercio, componen el consejo directivo de la actual CAC.