Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Choquequirao: hermana sagrada de Machu Pichu en el Silcantay

Es la otra ciudad de piedra construida en el siglo XV. Fue centro religioso, político y social del incario y del intercambio cultural y económico de la costa a la sierra.
Choquequirao: hermana sagrada de Machu Pichu en el Silcantay. Turismo. La Nueva. Bahía Blanca

Corina Canale

corinacanale@yahoo.com.ar

Los arqueólogos recién han comenzado a arañar lo que esconde esta ciudadela cuyo nombre en quechua significa “cuna de oro”, abrazada de día por la furia del sol y de noche por heladas.

Por arriba de las aguas rugientes del Apurímac, el río al que alimentan los glaciares, su cima truncada se recorta nítidamente; es una perfecta meseta rodeada de piedras puestas por el hombre, desde la que se ve la vertiente de aguas del río Blanco, el Cañón del Apurímac y el soberbio nevado.

Sucede que el gobierno de Perú está invirtiendo para hacer de Choquequirao una alternativa para aquellos que buscan conocer más profundamente la vida y costumbres de los incas.

En este lugar se refugió en 1536 la dinastía Manco, que resistió 36 años, hasta 1572, el asedio de los conquistadores españoles que nunca lograron expulsarlos.

Los primeros indicios de que había un pueblo oculto bajo la vegetación partió de la investigación que el historiador Cosme Bueno realizó en 1768 sobre el pueblo de Cachora, y tiempo después fueron los franceses Santiges, en 1834, y Angrand en 1847, quienes mencionaron este sitio en sendos trabajos.

Recién en 1911 el descubridor de Machu Picchu, Hiram Bingham, fue hasta ese selvático rincón con un grupo de colaboradores. Pero los trabajos de limpieza y las primeras excavaciones se iniciaron en la década del ’70.

La ciudadela está formada por edificios y terrazas escalonadas, a distintos niveles, donde hay 9 grupos arquitectónicos de piedra, andenes agrícolas, habitaciones y un sistema de riego. Entre esos grupos se destaca el centro político religioso, las fuentes y canales con sus acueductos, el recinto de los sacerdotes y el lugar donde se guardaban las ofrendas a la Madre Tierra.

Las principales construcciones rodean la plaza principal, mientras que en las bajadas de las laderas, separadas entre sí, hay pequeños barrios que los antropólogos creen que fueron ubicados siguiendo un posible criterio de rangos sociales.

Si bien las excavaciones sistémicas continúan, las excursiones turísticas parten de Cusco, la antigua capital del imperio Inca, por una carretera que llega hasta Abancay y Cachora. En este último pueblo se puede seguir caminando o cabalgar hasta la ciudadela.

Cachora está a casi 3 mil metros de altura y el primer día se baja hasta el río Apurímac, donde se acampa. Y al otro día se vuelve a subir para llegar a la ciudadela.

Cada una de las dos jornadas demanda entre cinco y seis horas de viaje, según los bruscos cambios climáticos. Hay que tomar en cuenta que desde diciembre a marzo los trabajos arqueológicos se suspenden porque esa es la temporada de lluvias, y que en ese lapso tampoco operan las expediciones turísticas.

Para los biólogos y los ecologistas el entorno de Choquequirao es rico en diversidad de flora y fauna, y se oponen a que el turismo mal manejado, como ocurrió en Machu Picchu, sea otro crimen al medio ambiente y a la humanidad.

También resisten la construcción de un helipuerto y un teleférico; alegan que aún falta descubrir mucha arquitectura lítica. Las estimaciones de que Choquequirao sea la gran competencia de Machu Picchu aún es sólo una quimera.