Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Por ellos, la estación Nicolás Levalle se salvó del olvido

El edificio fue recuperado y puesto en valor por vecinos y amigos de la comunidad. Funciona como Centro Cultural, Museo del Trabajo y Salón de Té y exposiciones.
El Salón de Té de la estación, con exquisiteces gourmet y una cálida atención.

Anahí González

agonzalez@lanueva.com

Hasta hace tres años la estación de Nicolás Levalle, en el paraje deshabitado homónimo del distrito de Villarino, lucía en estado de abandono y desolación. Sólo la visitaban los pájaros.

Atrás habían quedado los días de gloria en que su andén estaba lleno de vida y movimiento, cuando el servicio del tren de pasajeros le daba sentido a su existencia y la localidad contaba con dos poblados incipientes: Salinas La Aurora y Las Barrancas.

Cuando el tren dejó de pasar, a principio de los 90, dejaron de pasar muchas cosas.

Hasta ese momento, en inmediaciones de la estación funcionaban un Almacén de Ramos Generales y dos hoteles que ya no existen. Y había trabajadores y familias asentadas en el lugar. Tras la baja del servicio el paraje se durmió junto con las vías.

Atentos a esta situación y con el deseo de recuperar el patrimonio ferroviario un grupo de exresidentes de Nicolás Levalle decidió restaurar la estación para ponerla en valor.

Hoy, después de mucho “trabajo de hormiga” comunitario, la estación se luce y funciona como Centro Cultural, Museo del Trabajo, sala de reuniones y exposiciones y Salón de Té, único medio con el que se sostiene económicamente la iniciativa.

La iniciativa

El intercambio de fotos, anécdotas y recuerdos fue uno de los motores para el nacimiento del grupo Asociación Amigos de la Estación Nicolás Levalle.

Juan Luis Sabattini, uno de los principales impulsores de la iniciativa de recuperar la estación comentó cómo empezó todo.

"En 2014, cuando encontramos la estación abandonada decidimos reflotar y adaptar un proyecto que yo había presentado hace varios años a la realidad. Habitantes y exhabitantes de la localidad estábamos en contacto a través de una página de Facebook por la publicación de fotografías antiguas”, contó.

Este grupo se entusiasmó, se reunió y firmó una petición al gobierno municipal de aquel momento para que iniciara los trámites para la tenencia de la estación.

Constituidos en una asociación sin fines de lucro, comenzaron a realizar tareas de mantenimiento y cuidado del edificio y de su entorno y de las viviendas de los exempleados del ferrocarril.

Lo primero fue desmalezar el predio y dar vida al andén a través de la organización de actividades culturales.

Se hicieron tareas de limpieza en exteriores e interiores, pequeños retoques de pintura y amoblamiento.

"Todo fue autogestionado. Se logró con aportes de vecinos y gente que no es de la comunidad pero que se sintió identificada con el proyecto”, dijo.

El objetivo principal es preservar el patrimonio ferroviario, que no es solo de la comunidad donde está emplazada la estación y su entorno sino de la región y el país.

"Cuando se la construyó era para uso de todos. No debería perder esa condición”, dijo Sabattini.

“Una manera de mantenerla en pie y volver a ponerla en valor es darle un uso no particular que podamos disfrutar todos. Por eso se proyecta un centro cultural y museo”, destacó.

El Museo del Trabajo preserva la memoria del lugar: allí se cuenta cómo es y ha sido la manera de trabajar el campo y la actividad minera, en este caso, de la sal.

"La estación es en sí misma un museo. Su arquitectura fue erigida al servicio del transporte de pasajeros y de cargas que hoy ya no existe", expresó.

“Estamos convencidos que una estación de trenes debería funcionar como tal pero mientras no ocurra persiste la propuesta de que sea un museo”, dijo Sabattini.

A través de este proyecto su estructura opera como lugar para atesorar objetos y recuerdos de una comunidad rural que hizo del trabajo un estilo de vida.

Hoy, el primer domingo de cada mes, la estación invita a las familias a acercarse a degustar exquisiteces caseras en el Salón de Té.

Un paseo distinto en que la historia, el arte, el presente y la gastronomía confluyen en un mismo espacio.