Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Los delfines patagónicos ofrecen su amistosa relación con los navegantes

Uno de los mejores lugares para ver a este mamífero marino, cuyo nombre científico es “Cephalorhynchus commersonii” es frente a Rawson, por la desembocadura del río Chubut. Salen excursiones diarias desde Puerto Madryn.
Los delfines patagónicos ofrecen su amistosa relación con los navegantes. Turismo. La Nueva. Bahía Blanca

Este cetáceo, que por su monocromía podría llamarse "panda del mar", tiene dos nombres comunes: el tradicional, tonina overa, y el nuevo, "delfín patagónico", que lo define como una especie endémica de esta región, desde Carmen de Patagones hasta el Estrecho de Magallanes y la costa limítrofe chilena.

El espectáculo que ofrecen los delfines patagónicos en su amistosa relación con los navegantes, al correr junto a las naves, cruzar bajo su casco para aparecer en cualquier punto cercano y dar grandes saltos que exhiben los perfectos planos blanco y negro de su piel, tiene un escenario exclusivo que es el mar argentino frente a toda la costa patagónica.

Pero uno de los mejores lugares para ver a este mamífero marino, cuyo nombre científico es "Cephalorhynchus commersonii"es frente a Rawson, por la desembocadura del río Chubut.

Desde el puerto de la capital provincial, junto a la villa de Playa Unión, parten grandes gomones que pueden llevar hasta 60 pasajeros, que realizan excursiones a pocos kilómetros de la costa pero que pueden llevar durar horas, porque los delfines se hacen esperar, pero cuando aparecen se justifica el tiempo de la aventura.

El lugar de encuentro es la Bahía Engaño, entre las playas Unión y la Magagna, en la margen derecha del Chubut, sobre cuyos acantilados se filmó la escena de la película Caballos Salvajes en la que Héctor Alterio abre los brazos frente al mar y grita "¡La puta que vale la pena estar vivo!", y que cobró fama en los últimos días por una promoción turística de Argentina.

Allí los sedimentos que arrastró el río forman una barrera que sólo se puede cruzar con marea alta y en barcos pequeños, por lo que los barcos de gran calado deben ir a Puerto Madryn.

En la costa bonaerense hay otra tonina, sin "apellido", que es verdosa o marrón y tiene la costumbre de intentar salvar a los bañistas que se meten mucho en el mar y les deja moretones en el pecho o la cintura, cuando no fisuras de costillas, y también están los delfines franciscanas o del Plata, pero los overos son otra cosa.

Los gauchos llaman overo al caballo manchado que tiene las ancas oscuras, como si llevara una manta detrás de la montura, y aunque en los cetáceos en cuestión la distribución de ambos colores es diferente, de ahí su apelativo de tonina overa. (Télam)