Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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La ruta del vino va por los valles calchaquíes

De paso por fincas, viñedos y bodegas, se puede ir aunando historia, cultura y naturaleza. Para agendar.
La ruta del vino va por los valles calchaquíes. Turismo. La Nueva. Bahía Blanca

“Para nosotros la Ruta del Vino es uno de nuestros productos turísticos emblema, que mejor aceptación tiene a nivel internacional y por supuesto a nivel nacional y, por supuesto, forma parte de nuestra grilla de productos que llevamos a todas las ferias y destinos donde promocionamos Salta", dijo la subsecretaria de Desarrollo del Ministerio de Cultura y Turismo provincial, Ana Cornejo.

“A su entender, lo lindo de la Ruta del Vino en Salta y la fortaleza que tiene es que no solamente se puede disfrutar de los productos enoturísticos sino que también hay un gran complemento con otros atractivos.

“Desde ya el paisaje es un elemento muy fuerte, como la cultura. Las manifestaciones artesanales y culturales son muy auténticas y eso le da una fortaleza a la Ruta del Vino y la distingue de otras rutas del vino del país", afirmó Ana Cornejo.

En más de 3.200 hectáreas, entre los departamentos de Cafayate, San Carlos, Angastaco, Molinos y Cachi, se ubican algunas de las zonas más importantes de la producción de vid del país, con la característica de su altura, que va desde los 1.750 a los 3.050 metros sobre el nivel del mar, que le otorga a los vinos una particular impronta.

La particularidad de los vinos salteños es el resultado de la combinación de las condiciones privilegiadas del terruño y de la innovación tecnológica, sumadas a la dedicación y el conocimiento de los hombres y las mujeres del vino.

En la tierra del Torrontés --donde también se destacan cepas tintas como Cabernet Sauvignon, Malbec, Tannat, Bonarda, Syrah, Barbera y Tempranillo--, la Ruta del Vino de Altura recorre fincas, viñedos y bodegas.

En el camino, las visitas guiadas que las distintas bodegas--las industrializadas, las boutique y las artesanales-- ofrecen por sus establecimientos y viñas permiten disfrutar del enoturismo en un entorno perfecto. Porque, además, se suma una oferta de alojamiento y gastronomía regional de alta calidad.

En el sudoeste de la provincia, a poco más de 180 kilómetros de la ciudad de Salta, en el departamento de Cafayate a 1.750 metros sobre el nivel del mar, los viñedos disfrutan de un microclima especial, favorecidos por la gran amplitud térmica durante el día y la noche que influye sobre los aromas y el desarrollo del carácter de los varietales.

En el pueblo de la serenata, las bodegas aparecen como casonas clásicas entre las montañas y al costado de los caminos, a las que --en muchos casos-- se puede llegar en bicicleta, en un recorrido con guías por la ruta 40, cruzando el río Loro Huasi.

Una vez en destino, además de los recorridos por las viñas y las degustaciones de vinos, hay propuestas exclusivas que incluyen spa de vino, alojamiento en bodega y deliciosa gastronomía típica.

Por su parte, en el centro urbano de Cafayate, en el lugar que supo ocupar la vieja Bodega Encantada, atrae la atención del viajero el Museo de la Vid y el Vino que fue creado para promover el conocimiento de la cultura vitivinícola y exaltar los sentidos del visitante, en un homenaje a la tierra, el agua y el sol cafayateños.

En tanto, a unos 14 kilómetros al sur de Cafayate, junto a la ruta 40, en una prolongación de los Calchaquíes salteños, la experiencia enoturística lleva al viajero hasta Tolombón, el nuevo foco vitivinícola de Salta.