Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Obidos, cerca de Lisboa

La milenaria ciudad nupcial, cercana a Lisboa, atrae a turistas con su historia y sus altas murallas y con el ginja, el licor de guindas que se sirve en tacitas de chocolate.
Obidos, cerca de Lisboa. Turismo. La Nueva. Bahía Blanca

Corina Canale

corinacanale@yahoo.com.ar

En 1282 al rey Dionis se le ocurrió que el mejor regalo nupcial para Isabel de Aragón, de apenas doce años, era la bellísima villa de Óbidos, cercana a Lisboa.

El monarca, apodado “El Labrador, vio por primera vez el rostro angelical de su futura reina cuando está llegó para la boda luego de un largo y difícil viaje desde España.

Con ese gesto amoroso el rey inauguró la costumbre de que la villa fuera el regalo de bodas para todas las reinas portuguesas, una tradición que se mantuvo hasta 1833.

Cuando el autobús de la línea “Rápida Verde” va completando los 80 kilómetros que separan Lisboa de Óbidos, se ven sus murallas y a ambos lados del camino extensos viñedos y molinos de viento.

Estamos llegando a la ciudad que otro monarca, Alfonso Henriques, le ganó a los moros en el año 1148.

La actual Óbidos es una ciudad pequeña y apacible con casas pintadas de azul mediterráneo y paredes blancas, que se muestra prolijamente desordenada entre calles adoquinadas y macetas con malvones rojos.

En la Porta da Vila, de estilo gótico tardío, y única entrada a la ciudad, está la capilla hecha con azulejos del siglo XVIII, en los que predomina el color azul, que reproducen escenas de la Pasión de Cristo.

Y en el techo el dibujo de la corona de espinas del salvador.

La altura de la puerta es baja para evitar los sorpresivos ataques de enemigos a caballo, muy frecuentes en aquellos tiempos, mientras que la capilla está orientada hacia la Rua Direita, la calle de las tiendas y los bares.

Por esa calle se llega a la Iglesia de Santa María, que fue templo visigótico, luego mezquita árabe, y tras la derrota de los moros consagrada a la fe cristiana. En ella se casaron en el año 1444 Alfonso V y su prima Isabel, que apenas tenían 12 y 10 años.

En el pórtico hay una imagen de Nuestra Señora de la Asunción, y junto al altar una de las primeras obras de arte del Renacimiento Portugués: el sepulcro de Joao de Noronha, alcalde mayor de Óbidos, y de su esposa Isabel de Sousa, hecho con piedras “anca” de Coimbra.

Frente a la iglesia está la picota que la Reina Leonor les obsequió a los pescadores que recuperaron el cuerpo de su hijo, el infante Alfonso, quién misteriosamente se ahogó en el río Tajo. En esa picota se colgaba a los asesinos para que el pueblo desatara su furia contra ellos.

Otra reina, Catarina de Austria, esposa de Juan III, fue quién solventó en el siglo XVI el acueducto de 3 kilómetros de largo que llevó agua a la ciudad.

La historia muestra que las soberanas no fueron indiferentes a las necesidades de la ciudad que poseían.

La ciudad tiene un castillo estilo romano del siglo XII en cuyo edificio central funciona desde 1950 un hotel.

Esta fortaleza es ahora La Pousada Castillo de Óbidos, un lujoso albergue que conserva su arco de entrada y el aljibe descubierto en 1931 al pie de una de sus torres.

La antigua residencia de los Noronha fue el primer edificio histórico donde se instaló una posada de seis habitaciones y dos suites, y que fue declarada una de las 7 Maravillas de Portugal. Sus muros de piedra fueron testigos de las luchas brutales entre árabes y cristianos.

También intriga el saber que en tiempos pasados Óbidos fue un próspero puerto del Atlántico portugués y que actualmente las costas oceánicas están a 10 kilómetros. La explicación es que durante cinco siglos los cauces fluviales hicieron retroceder las aguas saladas, y comoprueba de esa enorme fuerza sólo quedó la Laguna de Óbidos, entre la ciudad y el mar.

¿Sabía?

José Ferreira Montez abrió el primer bar de Óbidos donde el licor se vendía a granel, logrando asociar la imagen de la ciudad con la bebida. Actualmente muchos bares sirven el Ginjja en pequeñas tazas de chocolate, que también se comen.