Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Llegó la hora de jugar-se

¡Llegó la hora de jugar! Pedrito se pone su máscara, anuda su capa, se sube a su bicicleta –para él es el Batimóvil- y como por arte de magia y de imaginación pasa de Pedrito a Bruno Díaz para luego ser Batman y combatir todos los males de Ciudad Gótica.

Anita se pone las botas de su mamá, los anteojos de su abuela, una vincha, toma una soga y gira a toda velocidad sobre sí. Como por arte de magia y de imaginación pasa de Anita a Diana Prince, para luego ser la Mujer Maravilla, fuerte, sumamente inteligente y con el lazo de la verdad como arma, es capaz de enfrentarse a cualquier enemigo.

Observar a niños jugar es advertir y sorprenderse con la concentración que ponen en el juego y el placer inmediato que les ocasiona, la misma concentración que especialistas en infancia consideran necesaria para llevar a cabo un trabajo. El juego les permite a los niños desarrollar la capacidad creativa, la imaginación, recorrer nuevos caminos y conquistar espacios por medio de la exploración, la manipulación y la invención de estrategias.

El juego es pasión, es creer que se poseen poderes sobrenaturales, es imaginar y hacer a la manera de cada uno pero sin dejar de respetar a los demás. A medida que el niño crece aprende a consensuar y aceptar opiniones ajenas. Cuando se juega no existe el reloj, alcanza con que un adulto diga: “basta, se terminó” para que indefectiblemente un niño pida “un ratito más…”.

Las palabras jugar y poder están íntimamente relacionadas. Para la Real Academia Española jugar significa, entre varias acepciones, “hacer algo con alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse”. Poder tiene varios usos y es “la facultad, habilidad, capacidad para llevar a cabo una determinada acción”.

Con el correr de los años se pierde, se aniquila, se olvida esa capacidad de jugar y en algunos casos solo se concentra la energía y hasta la vocación en poseer poder. Considero que no está mal si tal cual como dice Francisco “el verdadero poder es el servicio”; pues existen seres que en su ambición desmedida por acaparar poder como si fueran un niño de tres años que acapara bolitas, convencido de que eso lo convierte casi un superhéroe, acumulan bienes materiales, parejas, amantes y las cabezas de quienes lo rodean son los peldaños que pisan y utilizan para llegar quién sabe hasta dónde. Como niños que se la creen, disfrazan su poca estatura para sentirse grandes por un momento, a veces por años.

Este 2015 se caracterizó por la cantidad de veces que los ciudadanos acudimos al cuarto oscuro. Tuvimos la facultad de votar y en un ejercicio pleno de libertad –casi como el juego- entregarle nuestro poder a quien nos represente. En pocos días un Presidente recibirá un bastón muy alejado de ser la espada de “He-Man”, una gobernadora recibirá la banda muy alejada de ser el inquebrantable lazo de la verdad, y cientos de intendentes asumirán. Solo recibirán un sillón y varios problemas.

En definitiva, todos asumirán el poder que la ciudadanía les ha conferido. Lejos de ser un juego y aunque deseo que disfruten la gran tarea que tienen, llegó la hora de jugar-se y de cumplir con lo prometido, conscientes de que, como en el juego, se requiere de inteligencia,de estrategias, de que dura un tiempo y de que es mejor en equipo.

Para los elegidos, y para toda la sociedad, está en juego el ejercicio de la responsabilidad, pues sería un pensamiento mágico e infantil creer que la tarea es solo de quien ganó, porque si bien la responsabilidad es siempre individual las consecuencias siempre son colectivas.