Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Los oficios se enaltecen

Escribir sobre un tema que hoy es “casi” vital y que resulte significativo para varias generaciones es un desafío, pues las temáticas se tornan más o menos interesantes de acuerdo con la edad de quien las lee. En esta ocasión los mayores entenderán, y los más jóvenes también.

Seguramente ha tenido esas rachas en las que no se sabe cuál es la “fuerza superior” que conspira y al mismo tiempo se rompen caños, hay cortocircuitos, se traba el lavarropas y usted colapsa a la par de los caños y artefactos del hogar.

Recobrada la calma, se dispone a hacer un testeo entre sus amigos, parientes, páginas amarillas, avisos clasificados, Internet, para dar con la persona que pueda encauzar la vida familiar. Y digo “vida” porque basta que tres sistemas dejen de funcionar a la vez para que el orden se altere.

Seguidamente se despliegan una serie de interrogantes que a más de uno le quita el sueño. ¿El plomero será idóneo? ¿Será de confianza como para abrirle las puertas de la casa? Superada la instancia y habiendo dado con el “profesional”, se experimenta un escalofrío cuando el “matriculado”, tras acomodarse los pantalones luego de estar tirado debajo de la mesada haciendo un diagnóstico cual neurocirujano, lanza la frase de rigor: “¿Qué le puedo cobrar?”.

El tema de los oficios no es una cuestión sencilla; pues la elección de una profesión está asociada a la vocación, la tradición familiar, las demandas del mercado, la inserción laboral. Las carreras tradicionales como Abogacía, Medicina, Contador Público entre otras, se mantienen entre las preferidas. Los oficios parecieran escasear.

Lo cierto es que hay profesiones que se extinguen, otras que rozan el ocaso, y otras con una demanda creciente, pero realizar con maestría un oficio es equiparable a cualquier profesión. Ser capaz de reparar con excelencia y responsabilidad no se refiere a la concepción mercantil, a lo rentable en términos económicos sino que, al igual que con otras profesiones y profesionales, debería ser concebido como un trabajo que aporta a la sociedad, que responde a desafíos y demandas actuales, y que genera bienestar para quien lo ejecuta y para los destinatarios del servicio.

Quien ejerce un oficio debe hacerlo con profesionalidad, desde una perspectiva innovadora, y sobre todo con seriedad. Nadie niega que cuando la demanda es creciente el servicio se encarece, pero las competencias deben ser acordes.

Reivindico los oficios y celebro cuando se jerarquizan y, lejos de desaparecer, se “aggiornan” y se transmiten de generación en generación adaptándose a las nuevas tecnologías, a los cambios sociales y culturales. Desplegar un oficio es dominar una serie de conocimientos y ponerlos en juego en cada quehacer. Hay quienes le hacen el honor a su oficio y otros a los cuales eliminamos de la agenda. Para quienes enaltecen su oficio, se capacitan continuamente y lo enseñan y lo transmiten, valga el reconocimiento.

Días pasados Mario “el millonario” cumplió 30 años. Los más jóvenes saben de quién se trata. Mario Bros es un personaje de los videojuegos más famosos a nivel mundial, y en sus versiones es plomero, carpintero, técnico; y es millonario por lo que durante décadas han facturado sus creadores.

Quienes han jugado sabrán que este “muñequito” es honesto, valiente, amable, humilde, siempre tiene una solución para los problemas y un sentido del deber admirable. Cualquiera sea el oficio, si tiene estas cualidades, es digno de recomendar.