Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Francisco, el milagro de lo humano

Por Guillermina Rizzo

Justin Bieber y Lady Gaga colmaron el Monumental, 60.000 personas vibraron; Serrat y Sabina, mezcla de música y poesía cual Dos pájaros de un tiro, reunieron 43.000 asistentes en La Bombonera. Talento, dedicación, aprendizaje y perseverancia son los componentes, queda atrás el inicio de una carrera en un bar con unos pocos espectadores.

Cautivar al mundo no es algo que sucede a diario, pero basta nombrar a Francisco y revisar cifras para comprobar que solo él ha logrado en poco tiempo lo que a muchos le demanda años y a veces sin lograrlo: la concurrencia a la Plaza San Pedro se triplicó con un promedio de 51.000 visitantes.

¿Milagro o carisma?

¿Cómo es la formación de los jesuitas?

¿Cuál es el secreto de Francisco?

Definido como un fenómeno de comunicación, semana tras semana, Francisco acapara la atención de los fieles católicos y practicantes de otras religiones deseosos de acercársele.

Provenir de la congregación jesuita le aportó los elementos que lo hacen distinto al resto de los pontífices. Posee una formación intelectual basada en la ideología y la práctica, pues el fundador de la orden, San Ignacio de Loyola, sostenía que sus miembros debían estar muy bien preparados para ser enviados con celeridad allí donde fueran requeridos.

Desarrollo intelectual, años de estudio que incluye Humanidades, Filosofía y Teología combinados con docencia y prácticas apostólicas desde parroquias, barrios hasta medios de comunicación, hacen a la formación.

El autoconocimiento, a partir de una intensa reflexión espiritual, le permite comprender las propias debilidades y fortalezas. A través de la innovación y la adaptabilidad exploran nuevas ideas y posibilidades, aprenden de otras culturas y se adaptan a los cambios.

Para los jesuitas hay un desafío ligado al heroísmo, parten de que héroe es aquel que despierta en sí mismo y en los demás grandes deseos y pasión por la mejora permanente; la premisa no es esperar sino captar las oportunidades.

Uno de los grandes atractivos de San Ignacio de Loyola residía en su habilidad para ayudar a los demás a constituirse en líderes, capacidad que aún se mantiene vigente entre sus miembros. Sostenía que el amor debía manifestarse en los hechos, no en las palabras; los jesuitas partían del lema “el mundo es nuestro hogar”, desde ese momento y aun hoy se dispersan por todo el territorio.

El 13 de marzo de 2013 cuando un jesuita salió por primera vez a la Plaza San Pedro con un simple y tímido "Fratelli e sorelle, buona sera”, se encendió una luz que encandiló a los asistentes y se irradió a todo el globo. Sus palabras y sus gestos cautivan, su potencia comunicativa contagia entusiasmo, despierta admiración a la vez que marca la dirección hacia donde dirige sus pasos y el cambio.

Despojado de ornamentos y beneficios Francisco marca una diferencia, y la marca también cuando confraterniza con líderes de otras religiones, cuando se opone a la corrupción, cuando critica el consumo desenfrenado, cuando se inclina a los pobres y a las minorías y reniega de las guerras en todas su formas.

No es milagro, Francisco es humano y eso mismo es lo que provoca la adhesión de la gente, pues sus palabras van de la mano con sus actos y a contramano de otros líderes políticos. Solo basta detenerse, oírlo y verlo, para ser alcanzado y convencerse que con una simple acción el cambio es inminente; Francisco dijo “me fueron a buscar al fin del mundo” y ojalá el cambio comience aquí.