Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Solvang, la capital danesa de América en California

Una ciudad escandinava en la soleada geografía californiana recibe un millón de visitantes por año. Para saborear su repostería y pedalear entre los viñedos de la región vinícola de Santa Bárbara.
Solvang, la capital danesa de América en California. Turismo. La Nueva. Bahía Blanca

Corina Canale

corinacanale@yahoo.com.ar

Amedio camino entre San Francisco y Los Ángeles, en California, hay una pequeña ciudad de cuentos de hadas. Casas de tejas oscuras, techos como finas agujas que apuntan al cielo y fachadas blancas cruzadas por listones de madera. La rodean paisajes rurales y sosegados viñedos.

Se llama Solvang, en danés “campos soleados”, y fue fundada en 1911 por tres maestros dinamarqueses que recrearon en el condado californiano de Santa Bárbara el estilo arquitectónico de su tierra natal.

Los primeros inmigrantes de ese país llegaron entre 1850 y 1913 y se afincaron en Illinois, Nebraska y Minnesota, hasta que luego de la Segunda Guerra Mundial estos tres maestros impulsaron un éxodo hacia la costa en busca de un clima más benigno. En busca del sol.

En Solvang nada es azaroso. Desde la letra gótica en los carteles comerciales, las señales de tránsito y el nombre de las calles, hasta una réplica a escala de la Torre Redonda de Copenhague, la que construyó el rey Christian IV con una rampa en forma de caracol, y a la que aún se considera el observatorio astronómico más antiguo de Europa.

Tampoco falta la réplica en bronce de La Sirenita, el personaje creado por el escritor Hans Christian Andersen, que está sobre unas rocas que se adentran en el mar, cerca del busto de su mentor, cuyo cumpleaños, el 2 de abril, es una de las grandes festividades de esta ciudad.

Los molinos de viento, como el de Hamlet Square, no faltan en la ciudad danesa de la América del Norte.

En su calle principal, la Mission Drive, se venden desde zapatos de madera decorados y encajes hechos a mano hasta relojes cu-cú y la famosa cerámica azul y blanca Delft.

Y a cada paso el forastero encuentra los viñedos del Valle de Santa Inés, donde maduran las uvas de sus vinos. Los de Ródano, Borgoña y Burdeos.

Para los 5 mil habitantes de Solvang “nuestras panaderías danesas se huelen”, dicen refiriéndose a los bombones de mazapán con licor y menta, los roscones con manteca, los strudel de manzana y los “aebleskiver”, buñuelos rellenos de mermelada de frambuesa.

Otra cita ineludible es el Mercado de Agricultores de los miércoles, con su venta de panes, quesos, productos frescos, nueces y flores. Ese día los turistas también pasean a bordo del Honen, un tranvía histórico de madera, como los escandinavos del 1800, tirados por caballos.

En estos días ya preparan el Solvang Julefest de diciembre para recibir a los compradores de las vacaciones con increíbles descuentos en tiendas, galerías de arte, librerías, vinos, bares de cerveza, casas de decoración, muebles y joyerías. Esos días el estacionamiento es gratuito.

El primer día del último mes del año se realiza la Iluminación de los Árboles, con bandas que tocan villancicos para darle la bienvenida a Santa Claus, mientras que al otro día es el Gran Desfile callejero.

La ciudad que nació para no olvidar el terruño, como un telón de fondo para la nostalgia, se convirtió con el tiempo en un atractivo turístico del Condado de Santa Bárbara, visitado anualmente por un millón de viajeros.