Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Una mujer adoptó en La Plata a una nena que había sido brutalmente golpeada por sus padres

Los golpes le causaron un daño neurológico severo.
Fotos: Infobae

   Una mujer de 31 años decidió adoptar a una nena que había sido golpeada y abandonada por sus padres tras conocerla en un hospital de La Plata, donde hacía un trabajo de voluntariado, según publica hoy Infobae.

   En 2014 Irene Lugo conoció a Keila, una nena con retraso madurativo que había tenido problemas de desnutrición y había sufrido violencia familiar.

   La nena estaba en el Hospital San Lucas, en La Plata, cuando Irene fue con otros dos voluntarios del programa "Cine Para Todos" para montar una pantalla gigante, proyectar un musical de Piñón Fijo y hacer pochoclos para los chicos.

Mirá también: El informe completo de La Nueva. sobre adopción en Bahía Blanca

   "Keila, que estaba por cumplir 4 años, la vio llegar y la siguió con la mirada. Después, se levantó con dificultad del banquito de madera en el que estaba sentada, caminó hasta Irene, la agarró de una pierna y le pidió upa con los brazos estirados", relata Infobae.

   En ese momento Irene no tenía pareja ni tenía pensado tener hijos. Pero con el tiempo, las visitas se hicieron más seguidas y empezó a pensar en la adopción.

   "De a poco fui preguntando en el hospital sobre su historia. Me contaron que había nacido en junio, pleno invierno, mientras sus padres estaban en situación de calle. Que había tenido neumonía a pocos días del nacimiento y que después había estado internada por desnutrición. También, que había sufrido mucha violencia. Los padres le habían dado tantos golpes en la cabeza mientras era bebé que le habían provocado un daño neurológico severo. Ella no había nacido con discapacidad, la discapacidad había sido consecuencia de los golpes. Después, la abandonaron", le contó Irene a Infobae.

   En el hospital empezaron a redactar informes para el juez contando los avances que veían en Keila desde que se relacionaba con Irene: hablaba más, comía cosas nuevas, sonreía y había empezando a dejar los pañales.

   Cuando el juez le preguntó si quería adoptarla, Irene dijo que no, que prefería mantener el vínculo que tenían. Pero después, viendo el sufrimiento de la pequeña, se dijo a sí misma: "Bueno, basta, ya sufrió mucho, no la puedo hacer sufrir yo también". 

   Irene decidió adoptarla, pero antes de contar la noticia le pregunto a Keila si quería que ella fuese su mamá. La nena no dijo nada: simplemente sonrío y la abrazó.

   En el juzgado, le contó la historia a una abogada, pero no obtuvo la respuesta que esperaba: primero le propuso que se busque un novio, después le preguntó si no podía tener hijos y por último le dijo que no había necesidad de adoptar a una "enfermita".

   Irene, que se había recibido de mecánica dental y trabajaba de secretaria en un consultorio médico, le pidió ayuda a su jefe. 

   Gracias a él y su familia, pudo pagar una abogada particular para que se ocupara de los papeles. 

   Durante los 38 meses que demoró el trámite, Irene anotó a Keila en el jardín y la llevó a natación al club de Gimnasia y Esgrima de La Plata y a equinoterapia. También empezó un tratamiento con una fonoaudióloga y con una psicopedagoga, terapia ocupacional y clases de danzas.

   En diciembre de 2016, el juez vio lo que estaba pasando y tomó una medida excepcional: le dio a Irene la adopción plena de Keila, que ahora tiene 8 años y pasó a llamarse Keila Lugo. (Infobae)