Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Hundimiento del Belgrano: "Aprendimos a la fuerza que la forma de salir adelante es juntos"

Conocé la historia de Roberto Grill, que sigue "peleando desde la paz".

Fotos: Facebook, Télam y diarioshistoricos.blogspot.com.ar

Por Sofía Frugoni / Especial para La Nueva.

   —Le dije a mi mamá que la quería recién cuando volví de la guerra de Malvinas—dice Roberto Grill, uno de los bahienses que sobrevivió al hundimiento del Crucero ARA General Belgrano.

   Roberto, de 53 años, vivió en Villa Iris hasta que empezó su carrera como suboficial en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma).

    Él quería manejar un radar. Lo logró a los 18 años cuando embarcó en el Belgrano.

   —¿Qué hacías en el crucero antes de que lo hundieran los ingleses en 1982?

   —Estaba en el puente de comando como radarista, que es donde me tocó hacer guardia en la guerra, de 16 a 20.

   El 2 de mayo de 1982 a las 15:30, Roberto se despertó para estar a las 15:45 en su puesto de trabajo y poder tener el parte de las novedades antes de tomar el turno de las 16.

   Nunca se imaginó que a las 16:01 2 torpedos iban a impactar en el buque, dejando el mayor daño en la habitación donde 31 minutos antes él estaba durmiendo.

   —¿Qué recordás del momento del hundimiento?

   —Sentí sorpresa. La explosión fue tremenda, movió mucho al buque. Fue inesperado porque la navegación era tranquila, estábamos yendo a cargar combustible, no estábamos en combate ni con enemigos a la vista.

   "Torpedo por la banda babor", dijo el oficial que se dio cuenta de que empezaba el combate.

   —¿Cómo fue el momento en que tuvieron que recurrir a las balsas?

   —Primero evaluamos los daños que tenía el buque y sus dificultades, se envió a todos a puesto de combate y a las 16:22, cuando el comandante se da cuenta que no hay posibilidades de permanecer a flote, dio la orden de abandonar y nos dirigimos al sector de balsas. Cada uno en la suya como estaba estipulado. 

   —¿Y una vez adentro de las balsas?

   —Hubo que estabilizar la balsa, ordenarnos, ver los procedimientos de supervivencia y procurar alejarnos del buque para que el hundimiento no succione las balsas.

   Y el Belgrano desapareció a las 16:55.

   Roberto junto con sus compañeros estuvieron en las balsas desde el domingo a las 16:30 hasta el martes a las 2:30.

   —¿Qué hicieron para sobrevivir?

   —Distribuimos los alimentos, controlamos los medicamentos, repartimos las tareas, estábamos todo el tiempo estabilizando la balsa porque el oleaje la podía dar vuelta. Tuvimos que darnos calor entre nosotros y encarar la supervivencia de la forma en la que nos enseñaron en las capacitaciones. Fue complicado pero pudimos hacerlo.

   En el General Belgrano había 1.093 combatientes.

   323 murieron en el hundimiento: la mitad del total de fallecidos durante toda la guerra.

   —Sobrevivimos gracias a la calidad de las balsas y a lo que aprendimos en las capacitaciones. A nosotros se nos pinchó la balsa a las 10 horas y tuvimos que inflarla durante 18 horas. 

 

"Doy un paso atrás para tomar envión, no para retroceder"

   —Personalmente, ¿por qué creés que sobreviviste?

   —Creo que Dios dijo que yo no me tenía que morir. Por otro lado, podés tener toda la suerte del mundo pero si no la ayudás no sirve. Sobreviví porque me capacité para eso y esencialmente porque tuve muy buenos compañeros.

   "Cuando tenés 18 años pensás que te quedan 4 etapas más de vida", cuenta Roberto.

   —¿Cómo te modificó la vida haber estado en la guerra?

   —Empecé a pensar distinto, a valorar las cosas, a no darle tanta importancia a lo material, valorar lo interior, afectivo y psicológico. Sin querer madurás de golpe y empezás a ser más fuerte.

   —¿Qué sentís hoy?

   —Cuando vas madurando te das cuenta de lo que podría haber pasado, el valor que tuvo el orden y la disciplina. Aprendimos a la fuerza que la única forma de salir adelante es estando todos juntos, sin discusiones, no teníamos otra opción. Hoy lo que me queda es que esos valores son los que tenemos que transmitir al resto de la sociedad.

   —¿Qué le dirías a ese chico de 18 años que tuvo que ir a la guerra? 

   —Que nunca se arrepienta de lo que hizo, que vale la pena pelear por el país, que hay que estar orgulloso de lo que pasaron. Nunca bajar la cabeza, ser humilde y reconocer que, como todo humano, tuvimos errores.

   Soberanía. Lucha. Perseverancia. Estas son las palabras que se le vienen a la cabeza a Roberto cuando piensa en la guerra de Malvinas.

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   —¿Cuál es tu análisis sobre el conflicto por la soberanía de Malvinas?

   —Que son argentinas, eso no me cabe duda. Cuando se anunció que se habían recuperado las islas fue la última vez que vi al pueblo unido, con banderas argentinas, sin divisiones políticas. Sabíamos que no se coincidía con el Gobierno pero no pasaba por ahí, había algo más profundo que cualquier situación, se veía el concepto de patria en cualquier plaza argentina.

   —Si en ese momento te hubieran dado a elegir, ¿habrías ido a la guerra?

   —Sí, también hoy lo haría. Uno asume los riesgos por lo que quiere y una de las cosas que yo quiero es a mi país. Haría lo que sea para mantener el concepto de patria, lo tomo como una parte mía.

 

"La guerra es una forma extrema de lograr un objetivo"

   —El hundimiento del Belgrano se considera un crimen de guerra. ¿Qué pensás sobre la decisión que tomó Gran Bretaña de haber roto las reglas?

   —Es común que los colonialistas hagan esas cosas, la guerra es como la vida que tiene reglas, normas, leyes para manejarnos en la calle. Las normas están para cumplirse y ellos no las cumplieron y no hubo justicia para castigarlos. La función de la guerra no es matar gente sino eliminar el arma. El hundimiento del Belgrano fue considerado crimen de guerra por la forma, porque no estábamos en situación de combate.

   —¿Cómo fue volver a Bahía?

   —Fue una derrota, así que se trató de que nadie hable de la guerra. Fuimos dejados de lado y recién ahora se está valorando lo que pasó, las posguerra fue terrible.

   —¿Cómo los trataba la gente?

   —Para algunos éramos loquitos de la guerra porque cuando volvimos éramos chicos de 18 años que pensábamos como si tuviéramos 30. No encajábamos en el grupo. Tuvimos que esperar a que pase el tiempo para equilibrarnos y que todos entiendan lo que pasamos. Las situaciones extremas te cambian.

  —¿Volviste a Malvinas?

   —Yo voy a ir a Malvinas el día que no tenga que sellar un pasaporte para entrar. Porque a mí no me pide nadie documento para entrar a mi casa. Yo quiero ver la bandera argentina en Malvinas.

 "No soy un excomabatiente, soy combatiente porque sigo combatiendo desde la paz, transmitiendo las experiencias para que no se olviden y fundamentalmente porque allá quedaron 649 argentinos haciendo guardia"