Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Problemas que acarrea la intolerancia a la lactosa

No es una afección muy ofensiva. De todas formas, en la práctica produce síntomas que son desagradables.
Problemas que acarrea la intolerancia a la lactosa. Salud. La Nueva. Bahía Blanca

David Roldán

droldan@lanueva.com

Las personas que tienen intolerancia a la lactosa no pueden digerir el azúcar (lactosa) que se encuentra en la leche.

Como resultado, presentan diarrea, gases e hinchazón después de comer o beber productos lácteos.

Esta afección, que también se llama absorción insuficiente de la lactosa, suele ser inofensiva, pero sus síntomas pueden ser muy desagradables.

Un informe elaborado por la Mayo Clinic señala que, por lo general, eso se debe a la deficiencia de lactasa, una enzima que se produce en el intestino delgado.

Muchas personas tienen niveles bajos de lactasa pero pueden digerir los productos lácteos sin problemas.

Si realmente tienes intolerancia a la lactosa, la deficiencia de lactasa te genera síntomas después de consumir alimentos lácteos.

En la práctica, la mayoría de las personas que tienen intolerancia a la lactosa pueden controlar esta afección sin necesidad de dejar de consumir todos los alimentos lácteos.

Los signos y síntomas de la intolerancia a la lactosa suelen comenzar entre 30 minutos y dos horas después de haber comido o bebido alimentos que contienen lactosa.

Estos son los más frecuentes:

* Diarrea.

* Náuseas y, a veces, vómitos.

* Calambres abdominales.

* Hinchazón.

* Gases.

Ahora bien, ¿cuándo consultar al médico?

Lo aconsejable es programar una consulta si sueles tener síntomas de intolerancia a la lactosa después de consumir productos lácteos, en especial, si te preocupa recibir el calcio suficiente.

La intolerancia a la lactosa se origina cuando el intestino delgado no produce la cantidad suficiente de una enzima (lactasa) que le permite digerir el azúcar de la leche (lactosa).

Por lo general, la lactasa convierte el azúcar de la leche en dos azúcares simples (glucosa y galactosa) que se absorben a través de la mucosa intestinal e ingresan al torrente sanguíneo.

La intolerancia a la lactosa primaria es el tipo más frecuente.

Estas personas comienzan su vida produciendo mucha lactasa, la cual es necesaria para los bebés, quienes obtienen toda su alimentación a partir de la leche.

A medida que los niños reemplazan la leche por otros alimentos, su producción de lactasa normalmente disminuye, pero se mantiene lo suficientemente alta como para digerir la cantidad de productos lácteos presentes en una dieta típica de los adultos.

En la intolerancia a la lactosa primaria, la producción de lactasa disminuye drásticamente, lo que hace que los productos lácteos resulten difíciles de digerir en la edad adulta.

La intolerancia a la lactosa secundaria se produce cuando el intestino delgado disminuye la producción de lactasa después de una enfermedad, lesión o cirugía que afecte a dicho órgano.

Entre las enfermedades relacionadas con la intolerancia a la lactosa secundaria se encuentran la celiaquía, la proliferación bacteriana y la enfermedad de Crohn.

El tratamiento del trastorno no diagnosticado puede restablecer los niveles de lactasa y mejorar los signos y síntomas, aunque esto puede tardar un tiempo.

Finalmente, digamos ue es posible (pero poco frecuente) que los bebés nazcan con intolerancia a la lactosa a causa de una ausencia total de actividad de la lactasa.

Este trastorno se transmite de una generación a otra, en un patrón de herencia llamado autosómico recesivo, lo que significa que, tanto la madre como el padre, deben transmitir la misma variante genética para que un/a niño/a padezca en el futuro esta afección.

Los bebés prematuros también pueden tener intolerancia a la lactosa debido a un nivel insuficiente de lactasa, según consigna el informe que elaboró la Mayo Clinic, de Estados Unidos.