Esa canción que me da vergüenza
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Caminar con un auricular es disfrutar mucho más de todo lo que nos rodea.
La música nos hace mejores. ¿Cómo sería vivir sin los Beatles, sin Nick Cave, sin los Stones, sin Jimi Hendrix...?
Cito a los que me gustan. Pero aprendí a conocer a otros en los últimos tiempos: Arctic Monkeys y Tan Biónica, por ejemplo.
Ya imagino las condenas: “No podés comparar”. Nadie compara, nadie dice que los gustos no están un poquito mezclados.
Los ingleses son inmensamente superiores a los chicos de Chano. Pero lee estas frases: “Pónganme anestesia sin apuro, que hoy me está costando sonreír”, “tengo tantas ganas de fugarme algunos años de mí”, “destinado a padecerte sigo loco como siempre inventando lo que sea para verte”, “espero que venga Dios con sus ambulancias, estoy un poco mareado y sin vigilancia” o “detesto no saber si te acordás de mí o no te importa nada de lo que me pasa”.
Para mí la música es así: ecléctica.
A veces tengo ganas de escuchar rock, otras a Goyeneche, otras instrumental, otras blues.
Y un momento de vergüenza: cuando estoy hecho bolsa del corazón escucho un poquito a Sabina. Sobre todo “Y sin embargo”. ¿Nunca te dio vergüenza que te guste una canción?