Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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El Papa se abrazó con su par Kiril

“Un regalo de Dios” fue como definió Francisco el encuentro histórico que se realizó en La Habana.

El Papa Francisco calificó como "un regalo de Dios" el encuentro que mantuvo con el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kiril, en La Habana, un evento histórico que se produce después de un milenio de cisma entra ambas iglesias .

Ambos religiosos se encontraron en la sala presidencial del aeropuerto de La Habana y se dieron un abrazo, en el que es el primer encuentro de los lideres de las dos Iglesias tras el cisma del año 1054.

Francisco llegaba desde Roma e hizo escala en la isla caribeña para poder encontrarse con Kiril, que se encuentra en Cuba para una visita a Latinoamérica.

"Ha sido un encuentro muy querido tanto por mí, (como) por mi hermano Cirilo (Kiril)", aseguraba el papa a los periodistas, entre ellos Efe, que le acompañan en el vuelo que llevará a Ciudad de México.

Sentados en unas sillas blancas y con los traductores al lado, Francisco y Kiril comenzaron a dialogar ante los fotógrafos y camarógrafos al inicio sin la ayuda de la traducción.

Después los periodistas salieron de la sala y la reunión privada comenzó a las 2.30 hora cubana (19.30 GMT) y está prevista que dure un par de horas.

Tras la reunión firmarán una declaración conjunta en ruso e italiano, después pronunciarán sendos discursos y posteriormente se pararán a la ceremonia de entrega de regalos y de presentación de las delegaciones.

Kiril se encuentra actualmente de visita en Latinoamérica y Francisco viaja hoy a México, por lo que fue un momento idóneo para organizar el encuentro.

Al papa le había recibido el presidente cubano, Raúl Castro, a los pies de la escalerilla del vuelo que le conducirá a México más tarde como el pasado septiembre cuando llegó para su viaje a Cuba y Estados Unidos, también escenario de otro deshielo propiciado por Francisco.

Igualmente estuvieron presentes el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad de los Cristianos, y el metropolita Hilarion, encargado de las relaciones externas del patriarcado.