Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Duy Vu Cao, la fe que mueve hacia el destino

La niñez, signada por la guerra que Vietnam padeció por 20 años, fue testigo del nacimiento de su vocación religiosa. Está en Bahía Blanca desde hace 17 meses. Avanza por el camino que lo acerca al sacerdocio.
Duy Vu Cao, la fe que mueve hacia el destino. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

Recreo en la canchita del Don Bosco.

Piso de baldosas, arcos de fierro.

Vu, pasala.

Vu, correte.

Vu, parate.

Vu. Vu. Vuuuuuuu...

Vu se ríe y se deja caer en la profundidad de su transparente mirada.

El picado sigue.

¿Vu?

Duy Vu Cao, que nació hace 32 años en Krong Buk, un pequeño pueblo de montaña de la provincia vietnamita de Dak Lak, tiene la niñez a flor de piel. Muy lejos de su casa, donde lo esperan sus padres y sus 4 hermanos, prolonga el sendero elegido que le lleva hasta su gran sueño: servirles a los jóvenes como misionero salesiano.

* * *

Con casi 6 millones de vidas terminó la Guerra de Vietnam, o la Segunda Guerra de Indochina, que entre 1955 y 1975 enfrentó al norte de ese país, respaldado por China y la entonces Unión Soviética, y el sur, apoyado por Estados Unidos. El papá de Vu, un campesino sureño, combatió durante 4 años contra los comunistas.

“Crecí entre las secuelas que dejó ese desastre de muerte y hambre. Mucho dolor y muchas necesidades... Iba a la escuela por la mañana y después ayudaba en el campo, alimentaba al buey y a los chanchos. También debía buscar leña para la cocina. En mi pueblo la gente cultiva café, menta, arroz, maíz y distintas verduras. Costó reponerse pero se pudo. Hace dos años que no veo a mi gente”.

Seis millones de los 90 millones de habitantes de la, desde 1976, República Socialista de Vietnam profesan el cristianismo. El 85 por ciento es budista.

Vu supo de Don Bosco y de su tarea en las misas de su pueblo. Muy pronto sintió una intensa vocación sacerdotal.

“Hice el secundario entre 2000 y 2004. Traté de ingresar a la universidad, pero no lo logré. Finalmente me recibí de técnico electricista, una carrera de nivel terciario, en la ciudad de Saigón, hoy Ho Chi Minh. Allá, para estudiar hay que pagar. Encontré empleo en un hotel para hacer los trabajos de mantenimiento. Pasé casi un año allí”.

En su camino, Vu se detuvo en una congregación franciscana. No se sintió pleno y siguió.

En 2005, un sacerdote salesiano lo convocó primero a un encuentro de formación en una parroquia de Dak Lak, y luego, por tres días, a la ciudad de Da Lat, situada a unos 300 kilómetros de su pueblo.

“Me gustó esa experiencia, tanto que regresé para buscar mis ropas. Entré como aspirante y poco a poco fui afirmando mi decisión. Allí cumplí dos años de reflexión y convivencia, los que integraron la etapa previa para ingresar formalmente a la congregación salesiana”, señala.

* * *

Maradona y Boca era todo lo que Vu podía asociar con la Argentina, el destino que de repente se asomaba en su camino. El sueño estaba a miles de kilómetros de su tierra, pero mucho más cerca de hacerse realidad.

Llegó a Buenos Aires a fines de 2012.

“Después de tres meses en la escuela agrotécnica Del Valle, cerca de la ciudad de 25 de Mayo, me instalé en Avellaneda. Además de las tareas propias aprendí el idioma español, que todavía me cuesta muchísimo. Tuve buenas profesoras y nos comunicamos en inglés. Voy adelante con la ayuda de las imágenes y la computadora”.

Está en Bahía Blanca desde el 10 de marzo de 2014. Comparte la Casa Emaús (Pacífico 150), abierta a todos los jóvenes dispuestos a reflexionar sobre sus proyectos de vida, y participa en distintas actividades de acompañamiento a los chicos del Colegio Don Bosco.

Por estos días, luego de renovar su profesión durante los actos que este mes conmemoraron los 200 años del nacimiento de Don Bosco, avanza hacia la última etapa de su formación sacerdotal, la que completará a partir de 2017 en la ciudad de San Justo. El año próximo, en Vietnam, entre sus seres queridos asumirá el compromiso religioso para toda su vida.

“Esto es un gran regalo de Dios. Me siento muy bien en la Argentina y me encantan los niños y el fútbol. Pude conocer lugares maravillosos, como Junín de los Andes y Bariloche. Siempre recibo mucha ayuda y afecto”.

Vu ha decidido ofrendar su vida al servicio de los jóvenes, sobre todo de los más vulnerables. Nota mucha confusión en ellos y en un momento de grandes cambios, de fuertes movimientos, admite que es difícil elegir el rumbo. Y él, que anda por el que descubrió desde chico, quiere ayudar a que otros no se pierdan en el camino.