Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Los 38 años, una edad clave en los hombres

Un estudio reveló que a esa edad empiezan a hacer las mismas cosas que tanto criticaban a sus progenitores: dormirse en el sillón, creer que toda la música moderna es igual o reírse solo de sus propios chistes.

Agencia AFP

Dormirse en el sofá, creer que toda la música moderna suena igual o ser el único en reírse de sus propios chistes son síntomas de que un hombre se ha convertido en su padre, según un estudio que sitúa ese momento en los 38 años.

El estudio difundido este jueves fue encargado por la cadena de televisión británica Gold, está realizado entre 2.000 adultos y enumera los 30 signos que anuncian ese paso en la vida de hombre -en este caso, el británico medio- aunque suenan universalmente familiares.

A los indicios ya enumerados, se le suma tener su propia silla, una manera particular de bailar -que incluye un contorneo lateral y tocar la batería o la guitarra sin tener una entre manos-, no conocer ni uno solo de los artistas del top-40 y pasar más tiempo en el baño.

Otros signos de la catástrofe: avergonzar a los miembros más jóvenes de la familia y encontrarlo divertido, hablar demasiado alto por teléfono, obsesionarse con el termostato, disfrutar regando el césped, quejarse de la música alta y preferir los libros de historia.

Cuestionar el argumento de una película -"eso es imposible"-, o invertir más en zapatos, son otros.

¿Qué quieren?

Un reciente estudio llevado a cabo en cinco países occidentales pedía a los hombres y a las mujeres que describiesen la clase de persona que les gustaría ser. En el caso de los hombres, escogieron los adjetivos que incluían valiente, competitivo, dominante, asertivo, admirado y práctico. Las mujeres se decantaron por adjetivos como amable, afec­tuosa, generosa, compasiva, atractiva y simpática.

Las posiciones más importantes de la escala de valores femenina las ocupaban el estar al servicio de los demás y conocer a gente interesante.Rugen Gur, profesor de neuropsicología en la Universidad de Pennsylvania, concluyó que el cerebro masculino, al estar mucho más compartimentalizado que el femenino, trataba las sensaciones de una forma más básica y más cercana al nivel animal, por lo que nor­malmente actúa como un animal a la defensiva, mientras que la mujer prefiere «sentarse y hablar de los problemas». Cuando una mujer está experimentando sensaciones, las refleja en su expresión facial, en el lenguaje corporal y en la forma de hablar. Un hombre que experimen­ta las mismas sensaciones, seguramente saldrá huyendo o se volverá agresivo.