Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Contrastes del camino La Carrindanga

Adrián Luciani "La Nueva Provincia" Las obras inauguradas a fines del año pasado hicieron del camino La Carrindanga, entre el Parque de Mayo y el camino de Circunvalación, uno de los paisajes suburbanos más atractivos de la ciudad. En buena medida influyeron los 7 millones de pesos invertidos en el reencarpetamiento de 3,45 kilómetros, así como en la ejecución de cordones cuneta, badenes y bicisendas.



Adrián Luciani
"La Nueva Provincia"







 Las obras inauguradas a fines del año pasado hicieron del camino La Carrindanga, entre el Parque de Mayo y el camino de Circunvalación, uno de los paisajes suburbanos más atractivos de la ciudad.


 En buena medida influyeron los 7 millones de pesos invertidos en el reencarpetamiento de 3,45 kilómetros, así como en la ejecución de cordones cuneta, badenes y bicisendas.


 Sin embargo, a pocos meses de habilitada, la obra y su área circundante evidencian varios claroscuros para ser tomados en cuenta.

Lo malo. Por ejemplo, al mencionar algunos puntos negativos, sobresale a simple vista la "desaparición" de uno de las dos ciclovías ejecutadas.




 En la parte media del trayecto, uno de los senderos de hormigón yace sepultado varias cuadras por un manto de tierra que, aparentemente, fue depositado al momento de ejecutar las banquinas y sin ninguna razón atendible aún sigue allí.


 También merece consignarse la presencia de basura que desaprensivos bahienses depositan en el sector y la falta de iluminación en el área de esparcimiento.


 Todo el tramo carece de alumbrado público pese a que la empresa Urma SA, que efectuó la pavimentación, también tenía establecido en el contrato la colocación de 89 luminarias.


 Precisamente, algunos meses atrás la firma constructora argumentó ante la comuna la existencia de problemas financieros para cumplir con ese ítem, debido a la distorsión de los valores referenciados a la fecha de licitación.


 De todas formas, la Dirección Nacional de Vialidad (DNV) aportará los fondos para que el municipio licite los trabajos pendientes.


 La obra posee un presupuesto de 2,5 millones de pesos y, de cumplirse los plazos estimados por el municipio, la iluminación de la zona podría estar habilitada a fin de año.

Lo bueno. Uno de los aspectos más interesantes, además de las obras de repavimentación y de las ciclovías ya ejecutadas, consistió en la recuperación de la calle Acuña y en la construcción de un vado en el cruce de esta arteria con el arroyo Napostá.




 Acuña, que desemboca en inmediaciones del hipermercado de Walmart, permite enlazar la avenida Cabrera con La Carrindanga y, si bien continúa observándose la presencia de residuos domiciliarios, donde antes existía un basural se construyó una plaza con juegos infantiles y parte de la calle recibió una lechada asfáltica.


 Otro aspecto a destacar en esa zona es el inicio de la construcción de parrillas y bancos a la vera del camino, así como los trabajos de forestación ya encarados, aunque no pocos ejemplares fueron robados o se malograron por el mal clima.


 También se destaca la iluminación con 38 luces del tramo que se extiende entre el partidor del Parque de Mayo (Puente Negro) y el inicio del Camino La Carrindanga, tarea que insumió unos 350 mil pesos.


 Todo esto, si las autoridades municipales deciden sostener el ritmo de inversión trazado y los bahienses acompañan contribuyendo a mantener libre de residuos el lugar, seguramente harán de La Carrindanga uno de los espacios públicos más concurridos y disfrutados por la población.



El boliche rural que le dio su nombre








 Durante muchos años se pensó que La Carrindanga debía su nombre a un carruaje abandonado en la estancia San Miguel.


 Pero fue el escritor José Luis Moriones, habitante de Cabildo, quien logró reconstruir la verdadera historia, la que protagonizara un antiguo boliche de campaña llamado La Carrindanga, que abastecía de alimentos a las diligencias, carreros y viajantes.


 También los pasajeros de volantas, sulkis y charrés adquirían carne, yerba, azúcar y otros menesteres en el legendario comercio.


 El boliche fue construido a mediados del siglo XIX, con paja chorizada. El adobe era, por aquellos años, patrimonio de los indios que lo utilizaban para la confección de pequeñas chozas.


 La Carrindanga tenía techos de chapas de zinc, rejas y puertas y ventanas de madera con rejas de hierro.


 Sobrevivió hasta 1903, en coincidencia con la fundación de Cabildo, el 15 de julio de ese mismo año.


 Su deterioro comenzó a partir de 1884, con la llegada del ferrocarril y la disminución de la frecuencia de viajes realizados en vehículos de tracción a sangre.


 En 1939, una creciente dañó y dejó en mal estado la estructura, lo cual derivó, indefectiblemente, en su demolición.


 Actualmente, el histórico campo pertenece a la familia Gabarini.


 Sólo una hilera de tamariscos, nacida hace aproximadamente un siglo, se conserva intacta y constituye el único testimonio de los viajeros que, gracias a La Carrindanga, se proveyeron de algunos alimentos que les permitieron proseguir viaje.