Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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El asalto a un banco que hace dos décadas conmocionó a Villa Rosas

El 6 de enero de 1994, en un operativo tipo comando, un grupo de delincuentes fuertemente armados redujo a varias personas y escapó con dinero de la entidad. Uno de los individuos fue abatido y el resto detenidos.
Esquina en la que en la actualidad funciona otra entidad bancaria y donde se produjo el asalto en enero de 1994.

“Fue una mañana, cerca del mediodía. Yo tenía el negocio justo al lado del banco; era un quiosco que estaba enfrente de una panadería. Me acuerdo que dos chicos entraron corriendo y llorando al quiosco; me asusté y les pregunté 'qué pasó' y dijeron 'roban el banco'. Se ve que habían ido con una señora, se asustaron y salieron corriendo. Tendrían 5 o 6 años”.

El relato le pertenece a Pablo Kuntze y está referido al asalto perpetrado el 6 de enero de 1994 en la sucursal Villa Rosas del por entonces Banco Coopesur Cooperativo, ubicado en la intersección de la avenida Arias y 1810.

Pablo, actualmente propietario de una panadería del sector, recuerda que ante los dichos de los pequeños “salí a la puerta y veo salir corriendo a un tipo para el lado de Libertad y que se sube a un coche; atrás salen dos más y también se suben al mismo auto. Era color claro, pero no recuerdo la marca; y estaba a 30 o 40 metros del banco”.

Andrea Cassola, actualmente empleada jerárquica de la entidad crediticia (ahora denominada Credicoop), fue testigo de ese episodio y de los otros dos que se registraron en esa sucursal.

“No vi la entrada (de los ladrones, aquel 6 de enero) porque estaba sola en Contaduría, en la parte de atrás de la filial. El contador, Cayetano, cuando vio entrar a esas personas fue corriendo hacia donde estaba y me dijo 'Andre' tirate al piso porque están robando el banco. Mi recuerdo es ver a uno de ellos apuntándome a la cabeza desde una de las ventanas y lo único que pretendés es que eso pase lo más rápido posible. Y después escuchar 'ya se fueron, ya se fueron'”.

La banda huyó con algo más de sesenta mil pesos (en tiempos de paridad cambiaria con el dólar), pero la policía recuperó el botín luego de interceptar a los ladrones frente al taller ubicado en Matheu al 600, donde se produjo un intercambio de disparos y resultó abatido Claudio Eduardo “Lalo” Ortiz Puente (32 ).

“Había muchos autos estacionados y de casualidad mi socio venía por Arias hacia el negocio y, como vio que salía un coche, le dejó paso. Lo que más me llamó la atención fue que, cuando salió corriendo, uno de los tipos llevaba el arma en una mano. Era una pistola nueva, calibre 45; estoy seguro. Después llegó la policía y me enteré que habían golpeado a un efectivo que estaba de custodio. Es todo lo que recuerdo”, dijo Pablo.

El hombre asegura que “durante el robo no escuché nada. Y salvo lo del guardia, no golpearon a nadie y no escuché que hubiese disparos”.

Andrea continúa su relato recordando que, “cuando voy para adelante, para el salón, veo que una compañera nuestra con licencia por maternidad estaba con su bebé, porque había ido a cobrar el sueldo o retirar dinero. Y también recuerdo al policía, golpeado en la cabeza y un charco de sangre en el piso. Ese robo fue el más traumático”.

El hecho se produjo un jueves y “creo que el sábado nos pasaron a buscar a las 8 de la mañana y estuvimos hasta las 4 de la tarde yendo a los diferentes lugares donde los tenían distribuidos (a los delincuentes) para reconocerlos. Y el post al robo propiamente dicho también fue bastante traumático”.

El grupo delictivo, que estaba acusado de perpetrar no menos de quince robos a punta de pistola en nuestro medio, buscó refugio en el taller que alquilaba el mecánico Manuel Aníbal Ortega, quien también fue arrestado.

Al momento de las aprehensiones, la policía incautó en poder de los imputados pistolas 9 milímetros, dos revólveres 38 y una ametralladora, además de una bolsa de nylon negro con el dinero.

Por el hecho, en septiembre de 1996, la Sala II de la Cámara de Apelación en lo Criminal y Correccional condenó a los cinco autores del robo, aplicándoles 16 años de reclusión a Marcelo Aníbal Diomedi y Marcelo Alejandro González; 9 a Waldo Daniel Espiasse y Mario Héctor Troncoso, y 8 a Jorge Omar García.

Espiasse, en principio, cumplió parte de la condena en la cárcel de Villa Floresta, de donde fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata luego que, mediante tareas de inteligencia, el Servicio Penitenciario detectara que planeaba un alzamiento y dejó de existir en prisión.

Más hechos
Robaron otras dos veces y en una de ellas escaparon en bicicletas

Alrededor de seis años después, y en poco más de tres meses, la sucursal Villa Rosas del ya denominado Banco Credicoop volvió a ser blanco de los asaltantes en dos ocasiones y el primero de esos episodios, por el insólito medio empleado por los ladrones para escapar, tuvo repercusión nacional.

El hecho se registró el 29 de septiembre de 1999, cuando dos sujetos armados llegaron al lugar para sustraer dinero de las cajas y huir en las bicicletas que habían dejado frente a las puertas del banco.

“Los empleados seríamos cinco o seis, entre hombres y mujeres. Primero tomaron de rehén al policía y luego apuntaron hacia donde estábamos todos nosotros. Nos tiramos al piso y después, uno de ellos fue hasta la caja y salió con la plata, para irse en bicicletas”, recuerda Graciela Taffetani, quien sigue trabajando en el lugar.

Con una audacia asombrosa, los delicuentes sustrajeron aproximadamente treinta mil pesos y, pedaleando a toda velocidad, tomaron por Tarapacá, y “creo que en el parque Illía tiraron una lata con monedas”, trata de recordar Andrea, para dos cuadras más adelante, al ver que podrían ser interceptados, los delincuentes abandonaron las bicicletas para continuar la fuga a pie, internarse en Villa Parodi y escapar.

“Fue cerca de las 3 (de la tarde) y todo ocurrió muy rápido. Si no recuerdo mal, dos compañeros salieron a correrlos pero no los pudieron alcanzar. Luego fue un caos porque había mucha gente y terminamos todos encerrados”, rememora Graciela.

“Creo que después seguimos todos trabajando acá. El temor queda unos días, pero enseguida pasa. En el momento una llama a sus familiares para que no se asusten, porque esas cosas trascienden rápido y una no quiere que se enteren por otro”, dijo la mujer.

“Lo tenían de punto, porque después del robo en bicicletas, hubo otro más. El de las bicicletas salió en todos lados”, recuerda Kuntze.

Ese “otro más” fue el robo registrado el 14 de enero de 2000, cuando delincuentes se llevaron unos 13.300 pesos.

“El episodio de las bicicletas fue tragicómico y para el siguiente robo ya había dos policías como custodios, uno de ellos estaba en la garita, pero los amedrentaron a los dos. Creo que eran tres los delincuentes y en la puerta los esperaba un auto. En ese momento había jubilados que luego se descompusieron”, recuerda Andrea.