Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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"Aún hoy no puedo perdonarlo"

El año pasado, Julián Schneider fue baleado por equivocación por un policía que perseguía a un delincuente.
Julián Schneider, junto a sus padres, recordó lo vivido hace un año y pidió justicia. / Foto: Facundo Morales-La Nueva.

“Prácticamente me cambió mi vida laboral, ya que tengo dificultades para trabajar. Sigo luchándola, haciendo tareas par ganarme la vida, aunque de una manera diferente a la que tenía antes”.

Pasó algo más de un año desde el 22 de septiembre de 2016 y Julián Schneider considera “que volví a vivir”.

Esa tarde, en su casa de Vélez Sarsfield al 4000, de Ingeniero White, el joven fue baleado por un policía del Comando de Patrullas que lo confundió con un delincuente al que estaba persiguiendo.

El proyectil del arma reglamentaria ingresó en su cuerpo y antes de salir pasó cerca de sus pulmones, aunque en su trayectoria no afectó órganos vitales. Si bien su vida nunca estuvo en peligro, afirma que las secuelas persisten.

Fuentes judiciales informaron que por el caso se iniciaron actuaciones caratuladas como “lesiones leves”, en las que se encuentra imputado el efectivo Mariano Gómez.

También señalaron que el pasado 21 de septiembre la fiscal Olga Herro, quien se encuentra subrogando la titularidad de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº 2, solicitó la elevación a juicio de la causa.

“Suelo perder fuerza en el brazo izquierdo. Lo puedo utilizar normalmente, pero no puedo realizar la fuerza que hacía antes. Después no tengo otras lesiones. Trato de no hacer mucho esfuerzo. No es que me agito, pero voy perdiendo fuerza en el brazo y me cuesta trabajar durante un período largo”, describió.

Contó que sus días son normales, trabaja con su hermano y también hace changas de albañilerías, aunque “tomando precauciones”.

“Creo que después de lo que me pasó, volví a vivir. Tuve un Dios aparte”.

“Ahora solo es un mal recuerdo, lo estoy tratando de dejar en el pasado y enterrarlo. No necesité tratar con psicólogos, pero sí con médicos, que me dijeron que esté tranquilo, tenga paciencia y me cicatrice las heridas”, sostuvo.

Un año atrás, el joven baleado sostenía no saber si podría perdonar al policía.

“Aún hoy no puedo perdonarlo. Quizás tendrán que pasar varios años, después de lo que me hizo. Aún recuerdo hasta cuando le mostré el documento y no me hizo caso”, opinó al respecto.

“Lo que pasó me quitó confianza en la policía. Sé que no son todos iguales, pero este policía generó eso en mí”, expresó.

No obstante, pidió “que esta persona (por Gómez) no porte más un arma. Desearía que siga trabajando normalmente, porque tiene una hija y una familia, aunque me da miedo que ande armado”.

Finalmente, se mostró dolido por la falta de apoyo de las autoridades policiales.

“Ellos (por el Comando de Patrulla) ofrecieron ayudarme, aunque cuando los llamamos nos dijeron que llamemos a la fiscalía. Mis padres absorbieron todos los gastos que tuve para curarme las heridas”, cerró.

La opinión del padre: “Estuvo con mucho miedo”

Miguel Schneider, padre de Julián, sostuvo que “la policía nos había dicho que nos iba a poner un psicólogo para él (por su hijo), pero nunca aparecieron y nosotros tampoco quisimos molestarlos. Él por sus propios medios trató de superar la pesadilla que le tocó vivir”.

También contó que Julián “dejó el estudio porque durante ese tiempo estuvo con mucho miedo, aunque lo va superando y saliendo adelante”.

“Cuando pasó esto trabajaba conmigo en el galpón o en algunas changas de albañilería. Hoy está más cerrado y pasa más en horas en casa. Incluso, sus trabajos los hace con familiares o acá en el galpón”, comentó.

Sobre el pedido de elevación a juicio de la causa contra el efectivo, Schneider señaló que “es doloroso y complicado, porque su familia no tiene la culpa, pero una persona así, con la impulsividad que actuó, es peligrosa”.

“Su trabajo es riesgoso, pero se le avisó que mi hijo no era el delincuente y que vivíamos acá, y disparó igual. Estaba sacado, porque después de haberle disparado le pegó patadas en el piso. Mi hijo nunca se resistió y si no venía el compañero y lo saca de encima, no sé qué hubiese pasado”, recordó.

El hombre también describió que luego de todo esto a su mujer “le da miedo andar por el patio”.

“La inseguridad está en todos lados. A mi hijo le pasó un accidente y me pongo en el lugar del policía, aunque actuó con nervios, fuera de sí y no estuvo atento”, finalizó el hombre.