Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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Forcejeo, violencia y un disparo para robarle la cartera

María Rosa Alfaro fue atacada por dos ladrones que la sorprendieron cuando se retiraba de su trabajo.
La víctima describió que los vecinos del sector no advirtieron nada de lo sucedido.

María Rosa Alfaro es la encargada de una panadería del barrio San Martín desde el 2000 y le tocó sufrir varios episodios de inseguridad.

Uno de los más graves fue el de anteanoche, cuando dos motochorros la atacaron al retirarse del local ubicado en Teniente Farías y Pedro Pico, para finalmente sustraerle unos 10 mil pesos en efectivo.

Amenazas, forcejeos y hasta un disparo efectuado por uno de los delincuentes rodearon un asalto que dejó huellas que tardarán en borrarse de su memoria.

“No pude dormir y se me disparó la presión (arterial) producto de todo esto”, dijo al recordar lo sucedido alrededor de las 22.30 del jueves.

Explicó que generalmente se retira del negocio acompañada por otra empleada o su hija, aunque en esta ocasión estaba sola.

“Cerré y salí por la puerta del costado. A mitad de cuadra aparecen dos personas en una moto y ahí dije: `chau´. Cuando me quise dar cuenta los tenía encima”, comentó al ser consultada por La Nueva.

Mencionó que uno de los individuos bajó del rodado y exigió que le entregara la cartera.

“Me pedían eso, pero tenía el bolso cruzado y no me lo podía sacar. En un momento intentó sacarme el reloj, pero como no pudo me apoyó la pierna en la cintura y de un tirón me arrancó la cartera”.

Explicó que en el interior, además de documentación, cigarrillos y un teléfono celular, tenía dinero de su propiedad y la recaudación del comercio.

“El que estaba en la moto vio que le pegué y le saqué el casco al otro, entonces vi que levantó el arma e hizo un tiro al aire para que me asustara y largara todo. No era que yo no quería darles las cosas, sino que me había quedado trabada”.

Describió que en ese momento no había vecinos en la calle y que los desconocidos actuaron con cierta cautela para no ser descubiertos.

“Me hablaba despacito, como susurrando, supongo que era porque había ventanas abiertas en las casas y no quería que lo escucharan”.

María Rosa dice que para algunos de sus familiares el robo estuvo preparado y los ladrones la estaban esperando, aunque ella considera que fue “al voleo”.

“Todos los jueves me viene a buscar mi hija, que también trabaja en el local, pero justo ayer se había quedado en mi casa preparando la comida”.

Recordó haber sufrido otros dos robos, ambos dentro del local, uno de ellos también de características violentas.

“Pasó hace dos años y estaba con una compañera que se encontraba embarazada de tres meses. Me llevaron para el depósito y cuando el ladrón le apuntó a ella en la panza le agarré la mano. Me pegó en la cara y me sacó dos dientes”.

Comentó que en la víspera aguardaba la presencia del propietario del lugar para dialogar y acordar alguna medida para evitar que la situación se repita.

"Vamos a charlar y ver cómo seguimos adelante. Quizás la solución sea cerrar más temprano", finalizó diciendo la mujer.