Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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"Alguien nos dijo que había entrado un ladrón armado y que nos tiráramos al piso"

Una alumna que tomaba clases de folklore en la Escuela Nº 6 de calle Caronti relató el hecho que le tocó vivir ayer a la tarde.
Una importante mancha de sangre en la vereda de la escuela donde se desarrollaron algunos de los hechos.

Desgraciadamente, para los tiempos de inseguridad que se viven, el robo de un teléfono celular en la vía pública carece del más mínimo valor periodístico, dada la permanente reiteración de este tipo de hechos, pero en esta circunstancia, el escenario posterior de toda la situación secuencial magnificó el episodio.

El hecho delictivo se perpetró alrededor de las 19 de la víspera y tuvo como protagonistas a dos adolescentes de diecisiete años de edad, aunque sus roles fueron absolutamente antagónicos, habiéndose originado en la calle Vieytes, a mitad de la cuadra situada entre Holdich y Patricios.

En ese lugar, un delincuente juvenil cuya identidad no fue dada a conocer por cuestiones legales, arrebató un teléfono celular marca Samsung Galaxy a otro menor, siendo inmediatamente perseguido por la víctima, quien en el trayecto les solicitó a transeúntes que alertaran al servicio de emergencias 911.

Los jóvenes, que manifestaron no tener carga disponible en sus celulares, decidieron no obstante sumarse a la persecución, que concluyó en el interior de la Escuela Nº 6, ubicada en la calle Caronti 54, donde también funciona el anexo de la Escuela de Danzas Clásicas y en esos momentos se estaban desarrollando clases de folklore y tango, y también practicaban vóleibol alumnos del Centro de Educación Física 125, totalizando unas treinta personas.

“Nosotras estábamos en la clase de folklore y alguien nos dijo que había entrado un ladrón armado; que nos tiráramos al piso. Como la puerta de esa sala no tiene el vidrio de abajo, lo tapamos con cosas y nos angustiamos mucho”, manifestó a este diario una alumna que prefirió mantener en reserva sus datos personales y no pudo contener el llanto, poniendo de manifiesto la angustia que generó el hecho en algunos de los ocasionales afectados.

Dentro del establecimiento educacional se produjo un forcejeo, al cabo del cual el malvivienda devolvió el teléfono malhabido, pero en esa acción uno de los jóvenes que colaboraron con el damnificado golpeó el vidrio de la cocina, que en ese horario es utilizada como preceptoría, y se hirió el antebrazo derecho.

Pese a que en el sector de entrada de la sede escolar fue fácilmente advertible una importante mancha de sangre, fuentes policiales aseguraron que el muchacho no sufrió lesiones de importancia.

A todo esto, autoridades de la escuela solicitaron la presencia policial y rápidamente convergieron varios móviles en el lugar --”vinieron como cinco patrulleros”, dijo una alumna--, cuyo personal logró aprehender al ladrón, que fue puesto a disposición del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil.