Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Tal vez usted esté necesitando una menor dosis de proteínas

Están aquellos que sostienen que calma el apetito, que ayuda a perder de peso y que también colabora en el desarrollo muscular. Ahora bien, ¿cuánto de cierto hay en todo esto?
Tal vez usted esté necesitando una menor dosis de proteínas. Salud. La Nueva. Bahía Blanca

De manera contraria al amplio despliegue publicitario respecto de que necesitamos más proteína, la mayoría de las personas en Estados Unidos consume el doble de lo que necesita.

Esto es particularmente cierto en los hombres de 14 a 70 años de edad, a quienes las pautas alimentarias actuales recomiendan disminuir el consumo de carne, aves y huevos.

“Hasta los atletas suelen consumir más proteína de la necesaria (sin añadir suplementos), porque sus requerimientos calóricos son mayores y mientras más comen, más proteína ingieren”, comenta Kristi Wempen, dietista y nutricionista certificada del sistema de salud de Mayo Clinic.

Si bien durante todo el día se necesita una cantidad adecuada de proteína, fortalecer mejor los músculos es lo que lleva a tener mayor masa muscular; no, ingerir más proteínas.

No se puede desarrollar la musculatura sin el consiguiente ejercicio físico, afirma la profesional.

El cuerpo no es capaz de almacenar la proteína y, una vez que satisface sus necesidades, toda cantidad adicional sirve para energía o se almacena como grasa.

“El exceso de calorías, provenga de la fuente que sea, será almacenado como grasa en el cuerpo”, asegura Wempen.

Explica que ingerir más proteína también conduce a la elevación de los lípidos en la sangre y a la enfermedad cardíaca, debido al alto total de grasa y de grasa saturada de muchos alimentos con elevado contenido proteico.

Además, ingerir mayor cantidad de proteína puede ejercer presión sobre los riñones, lo que plantea un riesgo adicional para las personas con predisposición a enfermedades renales.

Ahora bien, ¿cuánta proteína es necesaria?

Entre 10 y 35 por ciento de las calorías deben ser proteicas.

Por lo tanto, si usted necesita 2.000 calorías, entre 200 y 700 calorías deben provenir de proteínas --50 a 175 gramos--.

La cantidad diaria recomendada para prevenir deficiencias en un adulto sedentario promedio es de 0,8 gramos por kilogramos de peso corporal.

Por ejemplo: una persona que pesa 75 kilos debe consumir 60 gramos de proteína diarios.

Al llegar a los 40 o 50 años empieza la sarcopenia, o sea que uno comienza a perder masa muscular a medida que envejece.

“A fin de prevenir esta afección y mantener tanto la autonomía como la calidad de vida, la necesidad proteica aumenta a alrededor de 1 gramos por kilogramo de peso corporal”, explica Wempen.

Quienes hacen ejercicio con regularidad también necesitan más proteína (alrededor de 1,1 a 1,5 gramos por kilo).

Si uno está pasado de peso, antes de calcular la necesidad proteica, primero hay que ajustar el peso para no exceder el cálculo.

¿Cuál es el mejor momento para iniciar el consumo?

Wempen recomienda repartir equitativamente el consumo de proteína durante todo el día.

Dice que, en promedio, la gente tiende a ingerir la mayor parte de la proteína en las comidas vespertinas y la menor cantidad en el desayuno.

Algunos estudios recientes demuestran que cambiar la ingesta de proteína de la cena al desayuno puede ayudar a controlar el peso y disminuir el hambre y los antojos durante todo el día. Obviamente, es necesario investigar más, antes de que esto pueda verificarse.

Las recomendaciones generales son de consumir entre 15 y 25 gramos de proteína en cada comida, así como en la primera fase de recuperación (período anabólico) o sea entre 45 y 60 minutos después de una sesión de ejercicio. Los estudios revelan que ingerir de una sola vez más cantidad (sobre 40 gramos) no aporta más beneficio que los 15 a 25 gramos recomendados, así que no malgaste su dinero en cantidades excesivas.

Las alternativas proteicas más sanas provienen de fuentes vegetales como soja, frutos, secos, semillas, frijoles y lentejas. También de carnes magras, como la carne blanca y sin piel de pollo o pavo y cortes de cerdos, varios pescados, claras de huevo y productos lácteos sin grasa.