Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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A llorar a la iglesia

por Miguel Angel Asad

Cuando nada es lo que parece. Cuando la pedofilia se enseñorea en el sigilo de las sotanas, periodistas, políticos o empresarios. 
Cuando con naturalidad se consiente que Pérez se haga llamar Redrado. Cuando se concluye  que se votó a Macri para sacarnos a Cristina de encima,pero que ahora el drama es que hay un 42 % de argentinos a los que ya Macri no les sirve, y hay un 38 % que considera a la Argentina como inviable: cuadro de situación que en Alemania parió al nazimo (Giacobe diagnostica, confirmando lo que vengo sosteniendo, que está en marcha un plan para transformarnos en Estado fallido, templado antes  en la fragua de México). 
Cuando el narcoterrorismo está asentándose en territorios, como paso previo de expresión política propia. Cuando vemos, no sin terror, una sociedad que Pichetto le describió a Peña: “Paren la mano generando desconfianza institucional porque hoy es la justicia, mañana será el Congreso, y después será un derrotero incontrolable que va a terminar con todos ustedes en la Casa Rosada”. El fantasma del “que se vayan todos” -pero que esta vez va mucho más en serio- será la “cara de hereje” de la esfinge argentina. 
Ya la muerte de Maldonado no alcanza,porque cambiaron la militancia anarquista por un subsidio de millón y medio con los que el Venerable Hermano Mauricio los silenció. 
Cuando se aplaude el encarcelamiento de Lula y se sabotea el Unasur, pero en cambio se perdona que en Colombia se mate a miles de militantes sociales, se incumpla el tratado de paz y se tolere que se transforme a ese país en un portaaviones de desembarco de tropas de los Estados Unidos. 
Cuando la política exterior se agota en la exportación de limones, cascotearle el techo a Maduro y chuparle las medias a su exsocio Trump en Manliba. 
Cuando en lo interno se echa mano de las cajas de los jubilados, mientras se tolera una trasferencia vía Lebacs a los bancos por cientos de miles de millones de pesos. 
Cuando se acepta que su ministro Caputo, dueño de Edesur, y su amigo Minlin, de Edenor, vía impuestos de las tarifas hayan engordado sus arcas personales en mas de 10.000 millones de pesos en un año. 
Cuando se procura por todos los medios posibles que los casos de pedofilia en los clubes no lleguen a destapar la olla de Boca Juniors ni la del Colegio  Newman, impidiendo que se lo investigue como delito federal. 
Son cientos de ingredientes con los que se conforma  una ecuación condensada inasible y sagaz de la Argentina global contemporánea. 
Con esta inflación. Con los capitales que se van. Con los que nunca vinieron ni vendrán. 
Con las pymes ahogadas y vaciadas por despidos.
Vemos que nuestra geografía de la miseria ya no puede ser meramente un fenómeno regional. 
Aparece entonces, por un lado, la dureza marcial como una tentación y, por el otro, pactos entre macros y fulleros de pegoteo de toma y daca para sacar nuevas leyes. 
Esta “elite” convertida en mafia disfrazada de “democacaracia”, cual Titanic redivivo, nos lleva al desastre, mientras en la proa los viejos nuevos ricos bailan a toda orquesta. 
Ante un régimen plagado de eructos, torpezas y espasmos reformistas de ocasión, algo nos dice que urge remitirnos a la “psicometría” como lupa para entender el experimento que se nos viene, como modo “ad usum” de la teoría de Gramsci surgida desde la cárcel en la Italia fascista. 
Ahora guía a la toma del poder para todos los profesos de ideología marxista del mundo que ya no pregonan alzarse con el poder al estilo de Mao o de Guevara Lynch.Se “modela” la sociedad, para que se adecuen sus necesidades y gustos a determinado perfil del candidato preparado en el laboratorio de la “psicopolítica”. 
Hacia eso vamos, atravesados por “operaciones de inteligencia”.
Se trata de operaciones de propaganda subliminal y de cualquier tipo que logre  manejar la democracia como medio de acceso al poder, o bien para mantenerse en él. 
Que la gilada consuma y siga consumiendo “voto secreto, libre y cristalino”; total, la realidad  estará influenciada por el apoderamiento de las fuentes de datos, tendencias, vulnerabilidades y gustos (Facebook en el Brexit y en Trump; y los del Anses y de la AFIP aquí en manos de Peña). 
En el manual de la psicopolítica se escribe: “El vigor de la psicología no debe ser subestimado, en especial cuando se la aplica en naciones donde la inteligencia se marchita -tinellización- o en manos de pseudointelectuales (...) Cuando la psicología es el arma,no caben cuestionamientos morales”(Durán Barba dixit). Para contrarrestar ese “condicionamiento” al que está y sobre todo estará sometida nuestra sociedad, cada elector necesitaría de una contrainteligencia que amortiguara los efectos direccionados de aquella. 
Ya no es el golpe al paralítico de Hegel aconsejándolo a Marx, sino la acción psicológica diaria, “trabajando” sobre las preferencias, necesidades, emociones y banalizaciones de una sociedad. 
El condicionamiento al que está y estará sometida nuestra sociedad para hacerle creer que “elige, distingue, castiga con el voto y defiende el modo de vida occidental y cristiano” se largó 19 meses antes. Cuando “se caiga en la cuenta”, ya será tarde. Con su voto “condicionado” fue funcional a un plan, aunque después vocifere por la calle: “Yo no lo voté”. 
Tarde. A llorar a la Iglesia.

Miguel Angel Asad es abogado. Vive en Bahía Blanca.