Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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El dilema Monzó

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   "Hoy no tenemos reemplazante". Eso es lo que dicen fuentes cercanas al Jefe de Gabinete, Marcos Peña, luego de una de las bombas mediáticas de esta semana: que el diputado Emilio Monzó no se postulará para un nuevo mandato en 2019 y por lo tanto dejará la estratégica presidencia de la Cámara de Diputados que ejerció con tanta muñeca como cintura política desde el 10 de diciembre de 2015 a nombre de Cambiemos.

   La preocupación en los despachos oficiales por la mala nueva vino además condimentada por las habituales trapisondas de la política: desde el peronismo no kirchnerista ya han salido a pronosticar que en verdad Monzó se irá de Cambiemos para volver a las filas del partido, a las que pertenece y que abandonó temporalmente para sumarse al proyecto nacional de Mauricio Macri, luego de ser ministro del gobierno porteño durante la gestión macrista y antes ministro de Asuntos Agrarios de la provincia durante el gobierno de Daniel Scioli.

   El primero que se subió a los medios para aprovecharse de la jugada fue el flamante interventor del PJ, Luis Barrionuevo, quien para terminar de meter el dedo en la llaga no solo aseguró que Monzó se va del gobierno porque "vuelve al peronismo" sino que además, y por si fuese poco, retornará acompañado nada menos que de otra de las figuras claves del macrismo como es el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

   Cerca del gastronómico cuentan además que en conversaciones privadas en su nuevo rol de interventor partidario, de las que mantiene a diario con sus laderos Carlos Campolongo y Julio Bárbaro, dijo que "imaginaba" a Monzó como el "ministro del Interior ideal" de un hipotético gobierno del peronismo no kirchnerista a partir de 2019. Meras chicanas, aquellas y estas, de las que apenas se ha escrito un primer capítulo, dicen quienes conocen de estos enjuagues.

   Del lado del oficialismo, y en especial en fuentes del macrismo, no le van en zaga. Para empezar, desde las usinas de rumores de los jóvenes Pro con despachos en la Casa Rosada ya se tiró al ruedo una primera versión: que Monzó se irá de embajador a España cuando deje la Cámara baja a fines del año que viene.

   Nadie a la luz del día confirma la especie. Monzó, a quienes se lo preguntaron en estas horas, solo les respondió lo que ya se sabe: que no desea seguir en la presidencia de Cambiemos, que no se postulará para retener su banca y que no sabe qué hará de su futuro a partir de diciembre de 2019. Y que los primeros en enterarse de su decisión, hace dos semanas, fueron Macri y Peña. "Suena a operación de prensa para contrarrestar los rumores sobre su pase al peronismo, (en esa reunión) no se hablo de nada, no hubo ofrecimientos", dijo un responsable de la comunicación presidencial.

   Siguiente versión que ha comenzado a rodar tras el anuncio del diputado bonaerense: que su partida de la cámara le abre la puerta a la llegada de un radical a la presidencia del cuerpo, en el marco de los mayores reclamos de cargos y de injerencia en las decisiones políticas del gobierno que la UCR le ha hecho al macrismo en los últimos tiempos. Ayer, todas las miradas le apuntaban al presidente del radicalismo y gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo. Se dice lo obvio en estos casos: que el mendocino, que no tiene reelección, se postulará para una banca en Diputados en las elecciones del año que viene y que de allí "se irá derechito" a convertirse en el sucesor de Monzó.

   También se mencionó en esos mentideros como eventual reemplazante de Monzó a otro radical muy apreciado por Macri, como es el nacido entrerriano y cordobés por adopción Mario Negri, presidente del Interbloque de Cambiemos en la cámara baja. Para arrancar, y de ser acertada esa intentona por parte de la plana mayor del gobierno, hay un tropiezo. Negri no se baja, al menos hasta ahora, de su decisión de pelear la interna el año que viene para ser gobernador de Córdoba y destronar al peronismo de la dupla De la Sota-Schiaretti.

   Son todas especulaciones, nada hay en firme. Salvo, claro está, la sincera preocupación del presidente y su mesa chica por la mala noticia del abandono de Monzó.