Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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El presente de Olimpo: cuando sobran las palabras

Después de dominar a su rival en el primer tiempo, el aurinegro cayó inexplicablemente 3-0 frente a Colón en el complemento. Tiene todos los síntomas de un equipo que parece estar condenado al descenso.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Sergio Daniel Peyssé / speysse@lanueva.com

   ¿Qué es jugar bien? Para muchos, incluso para el técnico Christian Bassedas, Olimpo hizo un buen partido frente a Colón y el resultado final no reflejó para nada lo acontecido en los 90 minutos.

   Lo del aurinegro fue loable en el primer tiempo, donde dominó estratégicamente al rival con un dibujo táctico que el DT puso en cancha por primera vez. El 4-4-1-1, con Tellechea delante del doble cinco, con los carrileros (Vidal y Troyansky) bien adelantados para darle aire a las subidas de los laterales y con Vila siendo el apoyo de todos, complicó al “sabalero”, que tuvo que luchar contra el estado de la cancha (mojada y embarrada, pero en condiciones) y con un adversario que, con enjundia y una voluntad de hierro, achicó la diferencia de jerarquía entre un equipo y otro.

   Olimpo tuvo la pelota, la metió varias veces al área, trianguló constantemente para romper líneas enemigas y originó algunas pocas opciones de pregol, pero sino convertís, todo lo bueno que hiciste antes no sirve de nada. Y la falta de definición es un problema de arrastre en este elenco que, a diferencia de otros, afronta dos problemas: generar juego y meter la redonda en el arco.

   Entonces, ahí le digo lo que pienso: para mi, jugar bien es ser efectivo. El desarrollo tiene que tener el mejor resultado. A la idea y al estilo lo debés complementar con nivel, jerarquía y poder de gol.

   Casi todos los equipos cuentan con ese futbolista distinto capaz de romper moldes y estructuras (Colón lo tuvo con Javier Correa, autor de dos tantos). Otros disimulan sus limitaciones con alguna jugada de pelota parada o determinadas virtudes de ciertos futbolistas capaces de aportar un plus. Y no me refiero a que sean distintos o que solos ganen un partido; mi argumento vas más allá: pienso en aquellos que contribuyen explotando sus condiciones al máximo o cuentan con alguna cualidad a la que el equipo se puede amoldar.

   Bueno, Olimpo no tiene nada de eso. Y me di cuenta de que Bassedas plantea con criterio e inteligencia los encuentros, pero no lee o no interpreta el desarrollo de los mismos.

   En el segundo tiempo, Eduardo Domínguez, que sí se dio cuenta de las zozobras que estaba sufriendo Colón, sacó un volante externo, ubicó a Adrián Bastía en el medio junto a Fritzler y retrasó a Chancalay al carril izquierdo.

   Con el ingreso del “Polaco”, no sólo equilibró la zona neurálgica, sino que no dejó jugar libre a Villarruel y cortó el circuito entre los volantes locales con Tellechea, el jugador más incisivo del conjunto olimpiense.

   Bassedas, viendo que Colón crecía y que el balón ya no era propiedad exclusiva del dueño de casa, no cambió el esquema ni aportó soluciones cuando movió el banco. Es más, al momento que quedó 0-1 abajo, ubicó a Facundo García por Troyansky (volante de contención por delantero devenido a mediocampista), formando un triple 5 con la intención de recuperar el control del juego.

   Después entró Fornari por Vidal, y está bien si lo que intentó fue buscar frescura y explosión por la izquierda, pero la tercera modificación, todavía estando 0-1 abajo y con la obligación de ir al frente y empatar, fue la de Lentini por Vila. Delantero por delantero. No lo entendí.

   Ojo, capaz que me equivoco. Tal vez yo hubiese terminado jugando con tres en el fondo y cuatro delanteros, a los pelotazos y vendiendo cara la derrota. El técnico no lo ve así y tendrá sus razones, pero, en la situación que está Olimpo, ¿no es lo mismo perder 1-0 que 5-0? Cuando más desesperado estás, hacés lo que sea por un gol, ¿o no? Bueno, este Olimpo no va a la carga barraca ni se lleva por delante a nadie de prepo. Repito, tal vez me equivoco, porque mi óptica y mi forma de ver el fútbol es distinta. Ni mejor ni peor, ni buena ni mala, simplemente distinta.