Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

La reforma laboral y la cuarta revolución industrial

En los países avanzados se proyecta que las nuevas tecnologías se aplicarán con mayor velocidad, generando una rápida destrucción de empleos tradicionales.

IDESA (*)

   En un mundo donde crear empleo cada vez cuesta más, las nuevas tecnologías pueden ayudar a mejorar el escenario, siempre y cuando las normas que regulan el trabajo ganen en flexibilidad.

   A lo largo de su historia, la humanidad ha experimentado profundos cambios en la organización de la producción.

   En la última parte del siglo XVIII, la utilización de la energía de vapor y la mecanización produjeron la primera revolución industrial. 

   Hacia finales del siglo XIX, la producción en masa basada en la electricidad y la división del trabajo generaron la segunda revolución industrial.

   En la segunda mitad del siglo XX, la electrónica y las tecnologías de la información generaron la tercera revolución industrial.

   Hoy se transita la cuarta revolución empujada por la robotización, la digitalización y la inteligencia artificial.  

   En todos los casos se produjeron disrupciones con muchos empleos que desaparecieron y otros nuevos que se generaron con características diferentes.


   La particularidad de la situación actual, y que se proyecta para los próximos años, es la mayor velocidad con la que se propagan los cambios por el contexto de mayor globalización.

   ¿Están preparadas las instituciones laborales para estos desafíos? Según el Índice de Rigidez en el Empleo del Doing Business del Banco Mundial, la Argentina tiene un puntaje de 21 entre 0 y 100, donde a mayor valor implica mayor rigidez.

   Entre los países avanzados este mismo índice arroja las siguientes medidas de rigidez:

   En Dinamarca es de 7 puntos sobre 100.

   En Canadá es de 4 sobre 100.

   En Australia es de 0, siendo el país de mayor fluidez en sus regulaciones laborales.

   Estos datos muestran que países avanzados, con probada preocupación por la protección de los trabajadores y las buenas condiciones de trabajo, tienen reglas laborales que imprimen mucha más fluidez al empleo que la legislación argentina.

   En el Cono Sur, este mismo índice para Chile y Uruguay arroja un valor de 18 sobre 100 para ambos.

   Entre los países avanzados con instituciones laborales más rígidas aparecen Alemania y Francia con puntajes de 42 y 52, respectivamente.

   Por esta alta rigidez, se proyecta que en estos países las nuevas tecnologías se aplicarán con mayor velocidad y profundidad, generando más rápida destrucción de empleos tradicionales.

   Como ocurrió con las anteriores, la cuarta revolución industrial tampoco implicará el fin del empleo.

   Esto es así porque, en paralelo con la destrucción de determinadas tipologías de ocupaciones, la robotización, la digitalización y la inteligencia artificial producen un enorme aumento de la productividad, con ello, crecimiento de los ingresos y, asociado, una masiva generación de nuevos empleos.

   Los robots y las computadoras pueden hacer una gran cantidad de actividades que, hasta ahora, venían haciendo los humanos.

   Pero, en paralelo se generarán nuevas demandas en actividades que necesitan exclusivamente la intervención humana.

   Estos son los empleos que requieren sensibilidad, calidez, empatía, humor, sociabilización, liderazgo y, obviamente, capacidades tecnológicas.

   La discusión sobre la reforma laboral debería tomar como eje los desafíos que plantea este cambio tecnológico disruptivo. Enumerar cuántos “derechos laborales” se pierden respecto a la legislación vigente es inconducente, ya que más temprano que tarde las nuevas tecnologías los van a aniquilar sin miramientos.

   Por el contrario, la vía más efectiva para promover protección y mejor calidad de vida es canalizar energías en modernizar las instituciones laborales, a fin de que el tránsito de los trabajadores hacia los nuevos empleos sea más fluido y menos traumático. 

   Hay que innovar en las figuras legales para facilitar el trabajo bajo los nuevos entornos tecnológicos, desburocratizar y establecer mecanismos que no traben la salida de los trabajadores de los empleos en extinción, sino que los protejan en la transición y los apoyen en la búsqueda de los nuevos empleos.

   Pretender frenar los efectos de las nuevas tecnologías aferrándose a una legislación laboral vetusta es una salida cómoda desde lo político, pero socialmente dañina.

   Frente a la inevitable destrucción de muchos empleos tradicionales por las nuevas tecnologías, la reforma laboral es la oportunidad para hacer menos traumático este proceso y más rápida la generación de nuevas oportunidades.

El empleo decente

   Un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OT) aseguró que el desempleo y el déficit de trabajo decente continuarán este año siendo elevados en muchas regiones del orbe, aunque la tasa de desocupación mundial se estabiliza, según el estudio Perspectivas sociales y del empleo en el mundo.Tendencias 2018.

   El informe del organismo laboral tripartito indicó que, a medida que se recupera la economía mundial aumenta la población activa, por lo que el desempleo debería mantenerse como en el año 2017, y sostuvo que la tasa de desocupación se estabilizó.

   "Luego de subir en 2016, se estabilizó. En 2017 se situó en 5,6%, y los desempleados superaron los 192 millones", manifestó.

   “Como las perspectivas económicas a largo plazo continúan siendo moderadas a pesar de un mayor crecimiento, la tendencia positiva de 2017 y 18 se asentará en el buen desempeño de los mercados laborales en los países desarrollados, en los que la tasa de desocupación debería disminuir otro 0,2 puntos este año para alcanzar el 5,5 por ciento, un índice inferior al previo a la crisis", puntualizó.

(*) Instituto para el Desarrollo Social de la República Argentina.