Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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El caso Chocobar

por Juan Luis Gallardo

Días atrás, el policía Luis Oscar Chocobar, estando fuera de servicio, intervino en defensa de un turista que había sido asaltado, recibiendo 10 puñaladas  por parte de un delincuente que se dio a la fuga. 
El policía tomó cartas en el asunto, persiguió al asaltante, le dio el alto y, visto que el mismo no se detenía, le pegó un par de balazos.
Como premio de esta meritoria acción, Chocobar fue condenado a prisión por un juez de la Nación que, además, le impuso el pago de una suma de dinero. Afortunadamente el presidente de la República tuvo el gesto de recibir al policía y felicitarlo, desautorizando implícitamente al juez inicuo. 
He olvidado el nombre de dicho juez, pero de lo que sí estoy seguro es de que pertenece a la escuela garantista del Derecho Penal, que se inclina por enfatizar la defensa de los delincuentes y descalificar la actuación de las fuerzas del orden.
El representante más caracterizado de dicha escuela es el doctor Zaffaroni, miembro de la Corte Internacional de Derechos Humanos que, no hace mucho,  alentó la destitución del Ing. Macri.
Mientras actuó en el país, Zaffaroni no dejó disparate por hacer. Recuerdo, entre otros, el caso de un hombre que robó un automóvil debidamente estacionado junto al cordón de la vereda. Zaffaroni entendió que un coche en esas condiciones está abandonado, pasando así a ser “res nullius”, y puso en libertad al ladrón. 
Gracias a la intervención de los jueces garantistas han proliferado los casos de la llamada puerta giratoria, es decir de aquellos en que los delincuentes entran por una puerta de las comisarías y salen por la otra. Y también deriva del garantismo denominar la actuación policial como de gatillo fácil.
El resultado de esta suma de circunstancias es que en la Argentina se viva un clima de inseguridad como no se ha conocido nunca.
Rindo por lo tanto homenaje a las fuerzas del orden que, contra viento y marea, a despecho de los jueces garantistas y de ciertos medios de información que se inclinan por los delincuentes en detrimento de la policía, persisten en su lucha contra el crimen
Y, con la intención de expresar gráficamente ese homenaje, señalo que siempre me ha llenado de admiración leer en el diario que un policía, fuera de servicio, al presenciar un delito, interviene sin que nadie lo llame, jugándose la vida, cuando le resultaría muy fácil hacerse el distraído sin que se advierta su pasividad.  

Juan Luis Gallardo es abogado. Vive en Buenos Aires.